La constante búsqueda de lenguajes expresivos caracterizó la obra del pintor, dibujante, diseñador e ilustrador Adigio Benítez (Santiago de Cuba, 1924 - La Habana, 2013), artista que nos legó una obra trascendental también en la poesía.

Graduado de la Academia de Bellas Artes San Alejandro en 1949, inició su prolífico quehacer como caricaturista de publicaciones progresistas de la época, entre ellas el Periódico Hoy del Partido Socialista Popular, organización a la que perteneció desde los 18 años de edad. En ese período fue intensa su labor como ilustrador de libros y diseñador de vallas y carteles, dentro de estos últimos el que dedicado a Jesús Menéndez lo hiciera merecedor en 1948 del Premio de la Prensa Obrera de Cuba.

También con un carácter profundamente social aparecen en 1953 sus primeros óleos, en los que plasmó la difícil situación que entonces vivían los estratos más humildes de la población de la Isla. A esta década pertenecen asimismo los retratos que realizó de varios líderes políticos, como Rubén Martínez Villena y Julio Antonio Mella.

El triunfo revolucionario de enero de 1959 significó un reto estético para el artista que se lanzó a buscar nuevos códigos a la hora de abordar los profundos cambios sociales que se vivían en el país. De esa etapa son sus milicianos y la serie Los soldadores concebida entre 1962 y 1963, con un estilo más cercano a la abstracción que a lo figurativo.

Es también el momento en que comienza a sobresalir su actividad pedagógica, convirtiéndose en profesor fundador de la Escuela Nacional de Arte y, en la década de los 70, del Instituto Superior de Arte, a finales de la cual fue elegido presidente de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos, cargo que desempeñó a lo largo de un quinquenio.

Este 26 de enero, al tratar de homenajearlo en el aniversario 97 de su nacimiento, resulta prácticamente imposible resumir en tan breve espacio la trayectoria artística de Adigio Benítez, reconocida en 2002 con el Premio Nacional de las Artes Plásticas. 

Su extensa obra, apegada siempre a la causa de los desposeídos, honra a la cultura cubana. La experimentación, el beber de diferentes estilos y épocas sin dejar de responder a su realidad, son un sello que lo distinguen. Oleos, diseños y versos nos hablan de un artista integral capaz de poner su talento al servicio de la tierra donde vio la luz por primera y última vez.