La magia escénica/humana de… Silvina Fabars…


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Esa mística agrupación de elevada técnica, inspirada e inspiradora, que mantiene un “afilado” repertorio con muestras evidentes de una asentada experiencia y de muy bien logradas coreografías, en su mayoría rastreadoras de nuestras más hondas tradiciones…: el Conjunto Folclórico Nacional (CFN) ha nutrido sus filas constantemente de inmensos valores que han dejado una amplia estela. Ellos son el alma y corazón de la agrupación que es orgullo de nuestra Cultura, porque han puesto vida y tesón para alcanzar, por los diversos caminos de la danza, los mejores resultados y las más  acendradas contribuciones…

Con una fuerza interpretativa descollante, un magnetismo escénico de alto calibre…, la muy bien ”bautizada” como la Diosa de ébano, la primera bailarina y hoy profesora del CFN que responde al nombre de Silvina Fabars ( 22 de febrero, Santiago de Cuba, 1944), Premio Nacional de Danza en el 2014, es uno de los artífices de esta compañía, fundada por el folclorista Rogelio Martínez Furé y el coreógrafo mexicano Rodolfo Reyes Cortés, que entreteje las tradiciones en un estilo personal del folclor cubano, desde los orígenes europeos y africanos con elementos caribeños, o provenientes de otras regiones, para regalarnos espectáculos de una enorme riqueza estética. Aprovechando, pues, su onomástico hoy, realizamos una suerte de “bojeo” artístico por su interesante vida…

De impresionante figura, alegre y siempre lista para entablar amistad, es esta bailarina y profesora que cuando le preguntan cuál es su receta para mantenerse tan en forma, responde sin respirar que los artistas deben velar mucho por su figura “desde la manera de caminar hasta la ropa que usa en cada ocasión. Yo no me doy masajes, ni voy a hacerme tratamientos para el cutis, ni me he hecho cirugía alguna… Eso sí, hago mucho ejercicio.. Todos los días hago de treinta a cuarenta abdominales, porque si me tengo que parar delante de un alumno a decirle que está haciendo mal un paso, la mejor forma es demostrándoselo».

Anécdotas biográficas, vida

En su biografía hay muchas anécdotas y hechos que “esculpen” a esta mujer que ha pasado con fuerza por la vida. En sus raíces vemos que la sangre africana corre por ella, pues su bisabuela llegó acá desde Guinea y el abuelo, de Ghana, aunque tiene también en sus genes rasgos de Haití. Y su nacimiento se marca en un lugar limítrofe entre Santiago de Cuba/Guantánamo llamado Palmarejo (Realengo 18), algo que también marcó su infancia… De aquellos momentos ha dejado constancia en entrevistas y diálogos, pues pasó mucho trabajo como es de suponer. “Recogí café, chapeé, desyerbé, corté caña, sembré maíz y boniato, cargué latas de agua sobre la cabeza, paquetes de leña… Tuve una educación, como era antes, en que los abuelos nos criaban y nos inculcaban el respeto. No sabíamos leer ni escribir. Gracias a una tía que trabajaba en una casa en Santiago de Cuba, aprendió a leer y nos enseñó a nosotros. Luego entré a una escuelita pública hasta segundo o tercer grado. Después del triunfo de la Revolución es que pude continuar superándome», ha explicado la artista.

La ascendencia africana/haitiana de Silvina Fabars, sin duda, ha marcado su vida artística, pues lleva la sangre de muchos lugares… De ello ha expresado en disímiles ocasiones que al poder estar en contacto con muchos haitianos “conocí y aprendí sus danzas, e incluso del idioma… Cantábamos y hablábamos más ese idioma que el español. La mayoría de esas personas provenía de Haití, y aún hay una buena presencia en la actualidad». Y, a los 14 años se unió al Ejército Rebelde para luchar contra la tiranía batistiana. Después del triunfo de la Revolución, participó en 1959 en la fundación como miembro activo del Conjunto Folklórico de Oriente, desde hasta 1965. Luego formaría parte de otras agrupaciones hasta que decidió venir a La Habana a raíz de una convocatoria para ingresar al Conjunto Folclórico Nacional (CFN) a principio de los 60, a instancias del actor, dramaturgo y director de teatro Eugenio Hernández Espinosa.

La suerte estaba echada… Se presentó a la convocatoria –con mucho sacrificio-,  y tuvo la suerte de aprobar entre más de 300 aspirantes. “Salimos 16, y me escogieron como cantante. Desgraciadamente tuve un accidente que afectó mis cuerdas vocales y casi pierdo la vida. En mi recuperación tuve un gran apoyo del Gobierno, del Conjunto y de muchas personas a quienes les agradeceré siempre. Luego, al regresar al CFN, tenía una cánula puesta en la garganta. No podía cantar más.” Le ofrecieron opciones como peluquera o maquillista y no aceptó. Ella sabía que era una artista. Entonces, los compañeros, fundadores del Conjunto la ayudaron mucho, “y el gobierno revolucionario se portó muy bien con mi tratamiento. Pude sobrepasar todas esas barreras y convertirme en lo que soy, una primera bailarina que no me lo puede quitar nadie”, siempre reafirma con fuerza.

Condiciones físicas tenía de sobra, a lo que se sumaron tenacidad, ganas de trabajar, tesón y un ilimitado interés por llegar a ser, por aprender…, “ingredientes” que avizoraban un porvenir seguro en la danza. De ahí que en poco tiempo pudo desempeñarse en papeles principales, y de la mano de figuras como Ramiro Guerra, quien tempranamente la seleccionó para el reparto de Trinitarias y Tríptico oriental, mientras que Roberto Espinosa la eligió para el solo Yoruba... Seguirían por ese camino en ascenso piezas emblemáticas como Palenque, Yoruba Iyesa, Arará…, mientras que Roberto Blanco le entregó el rol del caballo de Oshún, en la pieza María Antonia, de Eugenio Hernández Espinosa.

Más Tarde, Manolo Micler, director del CFN la propondría como protagonista en obras como Música Popular, La chancleta y Canasta… Johannes García le propuso Polirrítmia… Todo ello la llevó a ser primera bailarina y profesora  especializada en los bailes folclóricos en nuestro país. Pero algo importante es que Silvina Fabars no se limitó a trabajar en uno solo colectivo, pues ella absorbió conocimientos de aquel trabajo interactivo del CFN con otras compañías, algo que enriqueció sus adentros.

Una labor pedagógica de alto vuelo

Después de tanto bregar en la escena multiplicada, para Silvina Fabars, llegó el momento de crear un método para el aprendizaje del baile con una canasta en la cabeza, conservando la gestualidad y los movimientos necesarios en la ejecución de la danza. De esta manera la enriqueció, bailando de una manera natural y, sobre todo, aportando, amén de seguridad/empeño, una riqueza artística en la ejecución. Eran simplemente los recuerdos de niña, cuando llevaba el agua al hogar, portando una lata en la cabeza y un balde en ambas manos. Todo ello regresó y pasó a formar parte del baile.

Así, creó un método para enseñar a mantener el equilibrio necesario para la ejecución de las diferentes danzas. Y enriqueció las tablas, ampliando/desarrollando el movimiento corporal en las obras. Ha sido tanto su aporte y conocimientos a la danza, que desde hace varias décadas Silvina Fabars es profesora. Una labor pedagógica que no ha estado sujeta solamente al CFN. Ha trabajado en el Laboratorio Internacional Folkcuba desde 1986, aquí y en otros países, ha impartido clases a las Escuelas de Instructores de Arte y grupos folclóricos de diversas provincias, amén que ha colaborado en la fundación de varias instituciones: el grupo Oshé, en Villa Clara, Onilé, en Las Tunas, el Ballet Folclórico de Camagüey, Oshukuá, en Ciego de Avila, así como Oshún y Grandance, en Granma. Y fuera de nuestra Isla ha ofrecido clases en la Cátedra de Arte Afro-Cubanismo, en la Universidad de Banff, Canadá, en la Cátedra de Arte danzario Cubano en la Universidad de Barbinthon, Londres, en la Escuela Comunitaria Centro Cultural de Danza Media Superior, Liverpool, en la Cátedra de Arte Africano en la Universidad, Liverpool, todas en Inglaterra, así como en el Centro Cultural de Tokío, Japón, por sólo mencionar estos.

Silvina, desde el comienzo atrajo, cual imán, a coreógrafos, maîtres y directores, con esa gracia nata, su cubanía y la manera de bailar cadenciosa y al mismo tiempo suave, y muy rítmica, que ganó el aplauso del público no sólo en Cuba, sino en todo el mundo adonde ha llegado con su arte. Es, además, ejemplo donde quiera que se yergue su magisterio, por ser siempre un paradigma de constancia y sobre todo, de amor ilimitado a su carrera, a la danza. Por eso, cuando está frente a los alumnos los anima: “Si en algún momento no te sale un paso, -suele decir-, repítelo cinco veces; si aún no te sale, hazlo diez y cuantas veces sea necesario. Con la reiteración, el paso te saldrá, pero si lo dejas  desde un principio, nunca te saldrá”. Ella es muy feliz, le apasiona enseñar a los demás igual que lo hicieron con ella, y, por sobre todas las cosas, es una defensora fiel de nuestras tradiciones. Además del máximo galardón de la danza en Cuba, ostenta el Premio Olorun, en su 2da edición y el Premio Lorna Bursall (2012).

Y si le preguntan por esa compañera que le ha dado tantas alegrías en su infinita vida escénica, responderá siempre…«La danza es mi vida. Trabajo con todas las compañía de este país. Les enseño la esencia de nuestros bailes folclóricos que no podemos dejar perder. Con todos los que tienen un grupo  aficionado he tratado de involucrarme para lograr su profesionalización para que cada provincia tenga su agrupación folclórica, y lo he logrado”.

¡FELICIDADES QUERIDA SILVINA FABARS, MAS QUE DIOSA, MAESTRA DE NUESTRA DANZA!


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