El 10 de febrero de 1878 se había traumado la patria cuando el Comité Revolucionario del Centro firmó con el capitán general español Arsenio Martínez Campos, una paz sin independencia ni abolición de la esclavitud, los dos mayores objetivos planteados desde la Demajagua diez años antes y consagrados en la primera carta magna en Guaímaro en abril de 1869. El hecho ocurría en el Zanjón, un sitio del Camagüey, próximo a los límites con la región tunera, se conoció desde entonces como el Pacto del Zanjón.
El mayor general Antonio Maceo Grajales, seguido por Vicente García González, Fernando Figueredo, José Maceo, “Guillermón” Moncada y otros patriotas orientales, salvaba la nación con una entrevista con la máxima autoridad colonial que devino en acto de protesta y oposición a lo negociado en el Zanjón. Fue el 15 de marzo y con la intransigencia revolucionaria de Maceo, se garantizaba al mundo que el pueblo cubano no cejaría en su empeño de lograr la total soberanía y justicia social.
Fue impracticable la continuidad de la contienda a partir del 23 de marzo, tal y como planteó Maceo en Baraguá, al punto que él mismo y muchos patriotas tuvieron que marchar al exilio. El último jefe mambí en abandonar el campo insurrecto en aquella guerra que se llamaría a la postre, de los diez años o Guerra Grande, fue el general Ramón Leocadio Bonachea, uno de los jefes villareños, el 16 de abril de 1879, tras protagonizar la víspera, la protesta del Jarao.
Cuatro meses duró la tregua, el 24 de agosto, se reanudaban las acciones bélicas en Oriente y Las Villas, Martí había participado como soldado de filas en la organización de esta nueva guerra, pero a las costas cubanas no llegaron los principales jefes previstos y en octubre de 1880 terminaba definitivamente lo que se daría en llamar la Guerra Chiquita.
Quince años deberían transcurrir para que nuevamente se levantaran la espada y el escudo de la Patria en una nueva conflagración y esta vez, José Martí no sería sólo uno de sus organizadores, sino el alma de la guerra, su principal dirigente. Para ello, fundó el Partido Revolucionario Cubano cuyo órgano oficial, el periódico Patria, comenzó a circular el 14 de marzo de 1892 y las bases y estatutos del partido, serían publicados en el propio rotativo el 10 de abril, justamente cuando se conmemoraban 23 años de la fundación de la primera república en la asamblea de Guáimaro.
La guerra se inició el 24 de febrero de 1895. Algunos historiadores le han llamado con justeza “la guerra de Martí”, el apóstol diría que era una “guerra necesaria” y advertía que no era contra España, sino contra su tiranía y que sería una guerra corta y civilizada, no había ánimos de venganza, sino de justicia y que al final, con el triunfo, se levantaría una república “con todos y para el bien de todos” donde la primera ley fuera “el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.”
El Partido Revolucionario Cubano, dejaba claro en sus bases que se constituía para lograr la independencia de Cuba y auxiliar la de Puerto Rico, con él se unificaban todos los clubes patrióticos constituidos en el archipiélago cubano y en el exilio, la mayor cantidad en los Estados Unidos, Venezuela, Costa Rica, México y otros países del continente.
No fundó el Héroe Nacional dos ni tres partidos, uno sólo bastaría porque la divisa fundamental sería la unidad pétrea de los cubanos en torno a una idea, queda claro para este autor que su finalidad no era exclusivamente organizar la guerra y terminarla sino también la de construir una república.
La sección Puerto Rico dentro de un partido cubano dice mucho del antillanismo, caribeñismo y latinoamericanismo de Martí. La hermandad con Puerto Rico no era sólo simbólica por la similitud de las enseñas nacionales de los dos países, tampoco era de palabra sino de obra, al punto de no constituir dos partidos por separado para una causa común. “De un pájaro las dos alas” como diría el poema.
Para la organización de la lucha hacia el interior del archipiélago, se designó a Juan Gualberto Gómez y a su vez, por regiones, a veteranos generales del 68: Guillermón Moncada sería el encargado de vertebrar los complotados en las regiones de Santiago de Cuba y Guantánamo, contando una pléyade de otros patriotas como Pedro Agustín Pérez, en Guantánamo; Bartolomé Masó Márquez, en las regiones del Cauto-Holguín; Salvador Cisneros Betancourt, el Camagüey; los hermanos Manuel y Julio Sanguily Garritte, en La Habana, de Matanzas se encargaría el propio Juan Gualberto. En Las Villas, sus jefes históricos se hallaban en el exilio como Serafín Sánhez Valdivia y Carlos Roloff, Mialovski, no obstante, existía un gran comprometimiento con la causa. En Vueltabajo también había gran entusiasmo.
La idea era levantamientos simultáneos en toda la Isla para que el ejército español no pudiera concentrar sus fuerzas. La fecha escogida por Juan Gualberto y aprobada por el delegado del Partido José Martí fue la del 24 de febrero, que sería un domingo de carnaval en varias localidades, sobre todo en la capital.
El día señalado, Oriente se convirtió en un hervidero. Los acontecimientos acaecidos en la valla de gallos de Jiguaní, con una pelea entre el gallo de un patriota y otro de un integrista, con enardecidos gritos de ¡Viva Cuba libre! Dio identificación a la fecha como “Grito de Baire”, pero la historiadora Hortensia Pichardo en esclarecedora fundamentación le llamó “Grito de Cuba”.
Sólo en Guantánamo ocurrieron 15 levantamientos, aunque cuatro fueron significativos y entre ellos, el de la finca “La Confianza”, por el líder regional Pedro Agustín “Periquito” Pérez. En todo Oriente fueron muchos. En la propia Santiago de cuba, el general “Guillermón” dirigiría las acciones.
No pudieron levantarse en el Camagüey, en Pinar del Río y La Habana. En esta última, todo estaba dispuesto y el entusiasmo de los jóvenes de la acera del Louvre era enorme, pero Manuel Sanguily fue apresado y su hermano pudo escapar fuera del país.
En Matanzas, Juan Gualberto se levantó en Ibarra y el doctor Antonio López Coloma en Jagüey Grande mientas en Las Villas, hubo alzamiento en Aguada de Pasajeros.
El 24 de febrero de 1895, se levantaba Cuba y como expresar Martí “quien se levanta hoy con Cuba se levanta para todos los tiempos”. La Patria no se desmovilizaría más hasta el día de hoy.
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