Como parte de la inauguración del capítulo de la Casa de la Américas en esta edición de la FIL, me hace muy feliz poder presentar este título. No solamente por el hecho esperanzador que es siempre la publicación de un libro de poesía, sino porque además esta edición que tuve el placer de cuidar, está viendo la luz después de cuatro años como parte del primer lote de la Biblioteca del pueblo. Un esfuerzo nunca abandonado y, en mi opinión, uno de los que más vale la pena dentro de los muchos esfuerzos que por la cultura se hacen en Cuba hoy.
Estamos hablando, por supuesto, de la selección de poemas de Gabriela Mistral que ahora ofrecemos con el título de Materia alucinada. Poemas. Yo creo sería justo decir que esta selección es, más que nada, una relectura conceptual de las ediciones anteriores, la primera de 1967, la segunda del 75, y la tercera de 2008. Por cierto, el azar ha querido que esta de ahora salga en ocasión del 50 aniversario de esa segunda edición. Y decía que utilizo la palabra "conceptual" porque, aunque esencialmente se tratan de los mismos textos de la autora, los hemos preparado bajo una luz diferente, y esta es la mirada otra que proponemos para leer a la poeta.
Esta vez la hemos leído con ojos despojados de etiquetas, y por qué no, de los prejuicios que --no tan sutilmente-- la colocaban en una única posición como mujer, y como si su motivación para ser y para decir hubiera estado desencadenada por su primera historia de amor. Historia trágica y hermosa a la vez, que sin duda marcó un momento de su vida y su juventud, pero que fue eso justamente: Uno de tantos acontecimientos; pero en lo absoluto lo único determinante. Dentro de Lucila Godoy siempre estuvo Gabriela Mistral. Los ojos de la muchacha eran los mismos ojos de la mujer, de la poeta y sobre todo de la Persona que veía y expresaba a la tierra y a sus seres como necesidad y como esencia, como parte de un todo mucho más grande que un episodio personal. Y ese es el motivo por el cual proponemos hacer una nueva lectura sin compasiones hacia su persona --porque la compasión tiene mucho de lástima--, y sin buscarla únicamente como se busca un faro, o sea con una función utilitaria e inamovible, como una muchacha-mujer-objeto.
Personalmente, me gusta mucho relacionar a Gabriela Mistral con la palabra telúrica y no es sólo por una cuestión temática, referida a la zona de su obra que es más cercana a las descripciones de América y a nuestros modos de ser, de hablar, de estar y de mirar, sino porque este concepto implica el sostén, pero implica también el desafío y hasta la imprevisibilidad, y la emoción ante algo que puede sacudir nuestros pies a la vez que nos alimenta y nos sacia.
Y en esta ocasión también hemos decidido destacar sus Notas, que aparecen al final del libro y es de donde específicamente extraje el título para esta reedición. Esto ha sido así porque en esos apuntes breves puede "escucharse" con total claridad la voz de la poeta, pero también la voz de la maestra, gentil y firme a la vez, es decir la que enseña y critica, la que define y deja sentado muy claramente su postura tanto estética como ética.
Entonces, esta nueva edición que ahora acercamos a vuestras manos no es solamente homenaje, sino además una propuesta de relectura, de redescubrimiento, a partir de la nueva mirada que, por fortuna, estamos aprendiendo a tener.
Muchas gracias.
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