En el marco de la Feria Internacional del Libro de La Habana, la sala Nicolás Guillén de La Cabaña fue el escenario de la entrega de dos de los Premios Nacionales que otorga el Instituto Cubano del Libro. Entre los galardonados, destacó Ricardo Rafael Villares Alfonso, diseñador del Fondo Editorial de la Casa de las Américas, quien recibió el Premio Nacional de Diseño del Libro 2024. A continuación, compartimos sus palabras de agradecimiento expresadas en la ceremonia.
Recuerdo una foto en la que un niño sentado ante una mesa de dibujo, –de aquellas
que en los años 70 y 80 usaban los diseñadores y arquitectos– dibujaba o interpretaba
el poema «Elegía a Jesús Menéndez» de Nicolás Guillén. Detrás del lente estaba Li-
borio Noval, y se trataba de una sesión de trabajo del Grupo de Expresión Creadora de
dibujo infantil, que dirigía la poetisa y pedagoga Rafaela Chacón Nardi, a quien debo
los inicios en el mundo del arte y las exposiciones; el haber conocido a personalidades
y artistas como René Portocarrero, y el haber estrechado la mano por primera vez a Ro-
berto Fernández Retamar, en ocasión de una entrega de reconocimientos, quien sería
mi director y compañero en la Casa de las Américas unos 20 años después.
También recuerdo en esos años 70 al niño que iba con su padre a la revista Bohemia,
donde trabajaba como periodista, y se pasaba las horas dentro del departamento de
diseño. En ese lugar, en 1984, Antonio Mariño (Ñiko, el conocido historietista de «El
mejor amigo» y director artístico) le abrió las páginas de la revista para aprender y di-
señar algunas, durante las prácticas pre profesionales del Instituto de Diseño Industrial.
Poco después, la Editorial Científico Técnica me acogería en el arte de hacer libros,
por demás, libros de los más complejos en las diversas esferas de su perfil editorial, y
con las enseñanzas y experiencias de Alfredo Montoto, Ángel Sánchez y Emilio Gar-
cía. Durante los 7 años transcurridos allí, era recurrente entre los compañeros de diseño
mencionar el nombre de Jorge Martell, otro maestro del diseño y amigo, a quien conocí
30 años después.
Por causas y azares, en 1990 llego a la Casa de las Américas para apoyar el trabajo de
diseño en su editorial. Años difíciles para el país, y años en que comenzaba el tránsito
en la manera de diseñar: desde el método prácticamente artesanal de recorte y pega, a
lo computacional o digital. Desde 1992, la Casa ha sido mi segundo hogar. Allí tuve el
privilegio de, siendo un joven diseñador, tener el apoyo, la orientación y la colabora-
ción de Chiki Salsamendi, Silvia Gil y Marcia Leiseca. Lesbia Vent-Dumois me mostró
y enseñó el arte latinoamericano en todas sus manifestaciones. Allí tuve la oportunidad
de conocer y colaborar, en la realización de la revista Casa, a Umberto Peña y a Raúl
Martínez, que indistintamente retomaron su diseño por un breve período; hasta que en
1995 lo asumo en su totalidad, bajo la dirección de Roberto Fernández Retamar y Luis
Toledo Sande como subdirector. Hoy lo continuamos con Jorge Fornel al frente, y
Aurelio Alonso.
Por esos años, en la Editorial, Eduardo Heras León conformó un equipo práctica-
mente a partir de cero. Un equipo por el que han pasado valiosos compañeros y que hoy
mantiene el compromiso de hacer todo lo posible por promover la cultura latinoameri-
cana y caribeña. Debo agradecer la estrecha colaboración en el trabajo de diseño de la
revista Casa y de los libros de la colección Premio de las compañeras del departamento
de Artes Plásticas; y de Música, en los libros del Premio de Musicología y del Boletín
Música.
Paralelamente al trabajo en la Casa, he tenido la dicha de realizar otras publicaciones.
Junto a Desiderio Navarro, el extraordinario hombre-institución, como le llamaba afec-
tuosamente R. F. Retamar, los libros y la revista del Centro Teórico-Cultural Criterios.
Recuerdo de Desiderio su atención al más mínimo detalle en todo, su profesionalidad,
y su intolerancia ante cualquier error de impresión en sus publicaciones.
A través del poeta y amigo Roberto Manzano, comencé a trabajar junto a Alpidio
Alonso-Grau en el proyecto de revista de poesía que nombraríamos Amnios. Una re-
vista que en sus 21 números publicados, al decir de Retamar, se ha hecho imprescindi-
ble en Cuba en su género, y está entre las mejores internacionalmente.
Junto a Enrique Ubieta, realizamos la revista Cuba Socialista en su cuarta etapa.
En la Sociedad Cultural José Martí, la revista Honda, dirigida sabiamente por Rafael
Polanco, me ha permitido conocer e investigar más a fondo sobre la historia y la cultura
cubana. Y esta es una arista fundamental en el trabajo de un diseñador editorial: inves-
ticar, conocer, dominar lo más posible la materia o el contenido sobre lo que se quiere
dar forma y rostro.
Volviendo a la Casa de las Américas, asumir el diseño de una institución con una
identidad visual sólida, reconocida internacionalmente, no fue nada fácil. Como escri-
bió el maestro y amigo Jorge Martell: «El equipo creativo de la Casa de las Américas
(dirigido por el colega y amigo Pepe Menéndez) tienen eternamente una “espada” de
la mejor creatividad de nuestro país sobre sus cabezas: el ejemplo del mejor diseñador
cubano, Umberto Peña, que sin lugar a dudas los hará tratar de alcanzar, inevitablemen-
te, el tope de la creatividad».
A eso aspiramos y por ello trabajamos. Diseñar bajo el concepto de aportar algo más
que un libro o una revista atractiva visualmente. Recuerdo que el Chino Heras, cuando
tuvo entre sus manos los libros impresos de la primera colección Premio que trabaja-
mos juntos, dijo que le parecían libros-objetos. Libros que invitan a verlos, palparlos,
leerlos, y en un momento de pausa en la lectura, volver a contemplar su cubierta y
contracubierta ilustradas.
Si se ha logrado establecer un enlace emocional y estético con el público lector, es el
mayor mérito y reconocimiento al trabajo realizado.
Mi agradecimiento a todos los compañeros y amigos antes mencionados, y a otros
muchos que no he nombrado, pero que han estado presente en diversos momentos de
mi profesión.
Gracias a todos por depositar, en este servidor, su confianza y consideración.
Muchas Gracias.
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