La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) acaba de lanzar su más reciente ofensiva, entre los días 21 y 24 de febrero. Dedicada, como indica su nombre, a promover los «valores conservadores» en el mundo, la CPAC es hoy vitrina de una ostentosa concertación de las fuerzas del nuevo fascismo.
Entre los conocidos representantes de la extrema derecha que desfilaron por el estrado de la Conferencia, sobresalió Santiago Abascal, líder del partido español Vox, quien volvió sobre los delirios de la llamada «Iberosfera», denunció la amenaza del «socialismo» y atacó con groseras calumnias a la Revolución Cubana. Heredero de la decadente España imperial tantas veces derrotada por nuestros mambises, se permitió emplear, de modo grotesco, la consigna de «Viva Cuba libre».
Los oradores hablaron de modo general en nombre de la libertad, la familia, la cristiandad, la tradición, el respeto a la sacrosanta propiedad, y repitieron los lugares comunes de la reacción, en un tono entre apocalíptico y mesiánico. Se autoproclamaron salvadores de un mundo en peligro, no por la crisis climática o el capitalismo salvaje, sino por la presencia de las tendencias «disolventes» que implican para ellos la propia idea de la justicia social, la lucha contra el cambio climático, el feminismo, la defensa del papel regulador del Estado, los movimientos LGBTIQ+, la invasión de las «hordas» migrantes y otros «enemigos».
En un discurso abiertamente electoral, Trump no tuvo pudor alguno al presentar los males que aquejan hoy a los Estados Unidos como propios de «países del Tercer Mundo» y «repúblicas bananeras», como si fuera posible desvincular las historias de explotación y saqueo de nuestro continente, y de todo el Sur, del intervencionismo del Imperio.
Según un análisis aparecido en La Jornada de México, el expresidente estadounidense «reiteró la amenaza de llevar a cabo la deportación de inmigrantes más grande de la historia de los EE.UU.». Y añadió: «no hay otra opción porque (…) están matando a nuestra gente, están matando a nuestro país», porque «están llegando al territorio estadunidense millones y millones de personas directamente desde cárceles, instituciones mentales y manicomios», donde «se interna a pacientes que practican formas extremas de tortura e incluso el canibalismo».
Xenofobia, racismo, miedo irracional al «otro», supremacismo blanco, patriarcado, mentiras flagrantes, son rasgos de esta extrema derecha que se presenta como «disidente», como «rebelde», como líder de una subversión antisistema.
Ante las que llamó «manifestaciones deshumanizantes» de la CPAC, La Jornada insistió en la «urgencia de dar con las herramientas sociales e intelectuales para combatir una retórica basada en falacias y en apelaciones a los instintos más primitivos y agresivos de la sociedad».
Desde la Casa de las Américas, convocamos a denunciar sin descanso el crecimiento del nuevo fascismo y sus empeños para crear una internacional de la barbarie y de la cultura del odio. Tenemos que seguir trabajando, a través de todas las vías a nuestro alcance, para fomentar un pensamiento crítico contra la manipulación y en defensa del humanismo y la solidaridad.
La Habana, 26 de febrero de 2024
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