«A la sombra del árbol» con Ramón Grosfoguel: Orígenes de las estructuras racistas y sexistas del mundo moderno en el plano del conocimiento


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«A la sombra del árbol» es un espacio de la Casa de las Américas pensado para las plataformas digitales, especialmente para Youtube, donde los pensadores y pensadoras que visitan la institución exponen diferentes temas de forma reposada, y las conferencias son compartidas para su consulta totalmente gratuita.
En esta ocasión el invitado especial viene desde Puerto Rico y los Estados Unidos. Nacido en la isla antillana, Ramón Grosfoguel pertenece al Grupo modernidad/colonialidad (Grupo M/C) que se desempeña en la Universidad de Berkeley en California, y dedicó los primeros minutos de su intervención de la tarde del 19 de noviembre a contar los orígenes rebeldes de este grupo.
En 1969, estudiantes negros, latinos y de otras poblaciones marginadas reunidos en el  Movimiento de Liberación del Tercer Mundo, protagonizaron masivas protestas en las universidades de Berkeley y San Francisco, California, para exigir la inclusión y desarrollo del pensamiento crítico, dentro de los planes curriculares, de estos pueblos habitantes de EE.UU. como consecuencia de un pacto colonial.
El proyecto era hacer una Facultad para la Liberación del Tercer Mundo, y en parte se logró en la Universidad de San Francisco, pero en Berkeley se logró un Departamento con cuatro programas impulsados por cada uno de los grupos en protesta.
Grosfoguel cuenta que en esa época California era gobernada por Ronald Reagan, quien no movilizó a los policías locales, sino a la guardia nacional del estado para que hiciera frente y reprimiera las movilizaciones, lo cual expresa la importancia estratégica que da dicho país a lo que sucede en las universidades.
Treinta años más tarde, en 1992, el Departamento de Berkeley prácticamente estaba por desaparecer pues de forma subliminal habían eliminado las plazas de quienes fallecían o se retiraban, de modo que se organizó otra oleada de protestas que logró doce plazas para el mismo. Actualmente poseen un centro de estudios de raza y género, un centro multicultural y otros espacios ganados gracias a la lucha y en medio de huelgas muy sangrientas. En palabras del puertorriqueño: «le arrancaron un espacio a la universidad racista».  
El autor centró su conferencia en la colonización cultural y lo que ha denominado colonización epistémica, claramente visible en la producción occidentalizada de conocimiento, y explica que las autoridades de conocimiento en este marco son hombres blancos de cinco países: Francia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos e Italia. De forma secundaria aparece Holanda y Suecia, pero estos cinco países representan el canon de pensamiento de todas las disciplinas de las ciencias humanas y naturales.  
Uno de los puntos donde coloca el foco es la necesidad de colocar «apellidos» a las instituciones: universidad occidentalizada, pues el fundamento del conocimiento que se produce allí es racista y sexista, y presupone que fuera de sus predios no existe pensamiento. En esta universidad, se produce entonces una epistemología racista y sexista, pues segrega e invisibiliza a las mujeres científicas.
Los apellidos son importantes para señalar que otros proyectos pretenden construir una ciencia verdaderamente libre y crítica, realmente centrada en los problemas del mundo. En ese sentido, Grosfoguel señala que estas son discusiones importantes en revolución, pues gran parte de los procesos revolucionarios han replicado el esquema curricular de estas universidades occidentalizadas.
De conjunto con el calco de esos modelos curriculares se da además la copia de soluciones a problemas que no poseen los países colonizados en sus realidades, y universalizan las soluciones de occidente para aplicarlas en contextos socio-históricos distintos. Ello significa que el mundo se está pensando con las categorías que se piensan los países que representan el 12 por ciento de la población.  
De modo que el autor instó a la descolonización de los currículos a fin de evitar acciones en contra de los procesos de los revolucionarios, que implica cambiar toda la racionalidad política y científica de estos.
Para explicar los orígenes de la hegemonía y dominación del pensamiento occidentalizado en la producción mundial de conocimiento, el autor emplea lo que ha denominado «Cuatro genocidios-epistemicidios que se dan de forma simultánea entre 1450 y 1950, periodo en que se configura la expansión colonial europea y el momento en que se funda la modernidad».
Por genocidio-epistemicidio Grosfoguel entiende la «destrucción de las formas de producción y divulgación de conocimientos de un pueblo», y estos cuatro son: la conquista de Al-Ándalus, la conquista de los pueblos originarios de América, la conquista de África y el asesinato y persecución de mujeres por parte de la cristiandad.
De acuerdo con el puertorriqueño, el primero de estos epistemicidios fue un ensayo de distintos métodos de conquista y explotación que se replicaron más tarde en otros territorios. Y uno de los métodos principales fue la quema de bibliotecas y libros, que inició con las bibliotecas que había creado la civilización musulmana establecida en la península ibérica desde el siglo VIII.
«La biblioteca más grande de la cristiandad en esa época llegaba a mil libros y no era pública, solo podían consultarlos las autoridades eclesiásticas, en cambio, en Al-Ándalus habían bibliotecas públicas con miles de libros», afirma Grosfoguel, y agrega que la civilización musulmana tenía entonces un gran desarrollo en cuanto a ciencia, tecnología y filosofía.
El autor destaca, por demás, que la filosofía griega llega al mundo occidental gracias a los filósofos de Al-Ándalus, quienes no solamente tradujeron, sino que desarrollaron la sabiduría griega más allá de lo que era.
«El origen de la Europa occidental no está en los griegos, y los libros de Platón y de Aristóteles estaban censurados, así como quemaban vivos a quienes leyeran esos libros que solo las altas autoridades cristianas podían leer».
En ese sentido, Grosfoguel señala que parte de los argumentos del mundo occidental capitalista para «demostrar» su superioridad racial y moral es su supuesto origen en las civilizaciones griegas, lo cual no es más que un invento de los románticos alemanes del siglo XVIII.
Otro de los métodos empleados en Al-Ándalus y luego llevado hacia otras conquistas fue la «encomienda», sistema de explotación del trabajo mediante el cual los explotados laboraban interminables horas de forma gratis para los encomenderos.
En este punto, Grosfoguel señala que no en todos los lugares sucedió de la misma forma, pues el colonialismo de explotación no es igual al colonialismo de población y genocidio. Si bien ambos fueron terriblemente crueles, al primero solo le interesa explotar el trabajo de las poblaciones, mientras que el segundo tiene como objetivo realizar limpiezas étnicas, ocupar territorios con sus poblaciones y desaparecer culturalmente a quienes coloniza.
Se trata de métodos que se ensayaron con las poblaciones musulmanas, y luego se observaron en América del Sur y del Norte, Argentina, Chile, Sudáfrica, Zimbabue, Australia, Nueva Zelanda, y hoy vemos claramente en Palestina, añadió el puertorriqueño.
En sus reflexiones destacó que dos de los discursos racistas por excelencia, la consideración de las poblaciones a colonizar como carentes de alma, y como bárbaros, trescientos años más tarde, cuando la autoridad de conocimiento pasa de la Iglesia a las ciencias modernas, son secularizados y estos pueblos pasan a ser carentes de «genética humana» y primitivos incivilizados.
Con relación a la quema de mujeres vivas acusadas de brujas recuerda que estas eran sabias con poder en sus comunidades por sus conocimientos ancestrales, millones de mujeres que fueron asesinadas pues el archivo de su conocimiento era su propia memoria, dado que su sabiduría se compartía de forma oral.
Profunda y detallada, esta conferencia será útil a quienes se empeñan, como Grosfoguel y la Casa de las Américas, en descolonizar el saber heredado y producir conocimientos propios.


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