En la tarde del pasado 8 de noviembre nos reunimos en la Sala Manuel Galich con motivo del 90 aniversario de la publicación del primer cuento del escritor peruano José María Arguedas, «Warma Kuyay» (Amor de niño), incluido en el número inicial de la revista limeña Signo en 1933. Esta fecha cerrada no fue más que una excusa para dialogar sobre este gran escritor y antropólogo, latinoamericano, a quien el crítico y biógrafo Martin Seymour-Smith llamó «el más grande novelista de nuestro tiempo». El panel estuvo conformado por el vicepresidente de Casa de las Américas Jaime Gómez Triana, el embajador de la República del Perú Gonzalo Flavio Guillén Beker y la escritora y profesora de la Universidad de La Habana Susana Haug Morales.
Gonzalo Guillén, embajador de Perú, recordó en su discurso la visita que hiciera Arguedas a Cuba en el año 1968 para desempeñarse como jurado en el Premio Casa de las Américas; sin embargo, desde 1962 había manifestado el escritor su ardiente deseo de conocer la isla. En su poema «Cubapaq / A Cuba» podemos vislumbrar una parte de sus emociones en aquel viaje hacia nuestra tierra en avión: «estoy llegando a ti/pueblo que ama al hombre/pueblo que ilumina al hombre/pueblo que libera al hombre/amado pueblo mío».
La conferencista Susana Haug realizó un brillante recorrido por la trayectoria literaria de Arguedas, desde ese primer cuento hasta su obra póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo. El escritor peruano desafió la corriente criollista y nuevo costumbrista imperante con estéticas más audaces y modernas, un lenguaje propio y una herencia bicultural que no se bifurca de manera esquizoide, sino que va ganando en coherencia con el pasar de los años. Exponente literario inclasificable, fue ante todo un traductor cultural, capaz de adelantarse a la teoría decolonial de fines de siglo, siempre con la mirada puesta en los «pobres de la tierra» a quienes retrataba de una manera menos romantizada, como había hecho Vallejo unos años atrás. Supo denunciar la violencia en todas sus formas, no solo cuando venía del Estado o cuando estaba dirigida a determinada etnia o clase social, sino aquella violencia con mayúsculas ejercida por las trasnacionales contra todo aquello que se interpusiera en su camino, sin el menor respeto por la naturaleza o la vida. Todavía no se ha estudiado suficiente a este Arguedas emparentado con la teoría ecocrítica contemporánea, dispuesto a integrar a los seres no humanos a su poética.
Para culminar, Jaime Gómez Triana presentó al público reunido en la sala el libro Cubapaq A Cuba, una selección de textos de y sobre Arguedas prologado y compilado por el propio Gómez Triana, que demuestran el estrecho diálogo entre el escritor y Cuba, iniciado en los primeros años de la Revolución cubana y que no se detuvo hasta su muerte. El volumen se publicó en Cuzco en el año 2013 y sólo después de muchos avatares pudo llegar a suelo cubano, diez años después. El libro incluye una parte de su correspondencia con miembros del equipo de la Casa, textos suyos publicados en nuestra revista, algunos análisis de su obra de la mano de intelectuales latinoamericanos, entre muchas otras evidencias de su relación con Cuba a través de la Casa de las Américas. El vicepresidente de la Casa agradeció a aquellas personas que hicieron posible la existencia de este libro y el definitivo envío de los ejemplares a Cuba, entre ellos David Ugarte Vega, Miguel Rubio, director del grupo cultural Yuyachkani, y a las actrices de ese grupo Ana y Débora Correa, a Guido Toro, anterior embajador de Perú en Cuba, y especialmente a todos los trabajadores de la Casa que recibieron a Arguedas con los brazos abiertos durante su visita a Cuba en el año 1968, haciéndolo partícipe de la vida cotidiana del país. El volumen incluye un registro fotográfico de las andanzas de autor de Los ríos profundos por la isla: su participación en la zafra de la Isla de la Juventud, su visita a la bahía habanera, donde sostuvo una conversación con un obrero portuario, su recorrido por la Universidad de las Artes junto al artista Roberto Matta. «Arguedas en Cuba fue feliz», insistió Gómez Triana en su intervención: a menudo rechazado por su generación en su propia tierra, la Revolución cubana le permitió sentirse un igual entre semejantes, porque uno de los principios del movimiento liderados por Fidel era eliminar a los «ciudadanos de segunda clase». Arguedas devolvió con creces esas muestras de fraternidad de nuestro pueblo, y especialmente de Casa de las Américas, al abrir «para los cubanos las puertas de la cultura andina, las maravillas de la cosmogonía quechua», concluye Gómez Triana en el prólogo del volumen «Cubapaq A Cuba».
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