Este viernes 24 de enero Leiden Gomis Fernández llegó al escenario de la sala Che Guevara de la Casa de las Américas con una propuesta musical heterogénea, diversa tanto en los ritmos como en los elementos de la tradición mexicana y cubana. Acompañada por artistas noveles como la cubana María Karla, la colombiana María Paula o los improvisadores Alexis Díaz y Martín Perilla, así como por consagrados músicos y poetas cubanos; hizo de la noche una experiencia tan dinámica como nostálgica.
La directora de música de la Casa, María Elena Vinueza, al presentar el encuentro sería la primera en recordar las expectativas que Roberto Fernández Retamar había puesto en su nieta siendo apenas una adolescente, y cómo este concierto rendía un merecido tributo a quien con sus versos impulsara la creación de la artista cubano-mexicana. Dotada de atributos simbólicos propios del imaginario mexicano Leiden se apoderó del escenario, aquel cuya patrona insigne es la sirena que hace más de 50 años otro mexicano, Alfonso Soteno, incluyó en su Árbol de la vida.
Como si de un instrumento se tratara, Leiden comenzó la noche con un juego de soundboxing en loops, compases creados por la artista y reproducidos en bucle, a los que acompañó su voz y las letras del tema “La tarde se ha puesto triste”, del cubano Pedro Luis Ferrer. No tardó en hacer gala de su talento en la guitarra con canciones como “Al mar” en compañía de María Paula o “Tú me calmas”, oda al amor y a la música, cuyo coro fue interpretado por el público de la sala.
Uno de los invitados de Leiden fue el maestro cubano de versos y rimas, Alexis Díaz Pimienta. Al ritmo de la guitarra, el poeta hilvanó seguidillas que levantaron el entusiasmo de los visitantes. Su improvisación certera y ágil no fue la única en la noche, pues el joven talento de su hijo y del colombiano Martín Perilla compartieron escenario con Leiden acompañados por las sonoridades de la jarana mexicana. Por su parte, la voz arriesgada e innovadora de la cubana María Karla resaltó entre los acordes de “Leche con café”, mientras Heidi Igualada contó junto a Leiden la historia de esos amores cuyo final siempre parece cercano.
La música testimonial en la que Leiden trabajó durante años junto a mujeres mexicanas privadas de su libertad —la mayoría, injustamente— como parte del proyecto “Volver al corazón”, llegó a la Casa de las Américas a través de las canciones “El estruendo” y “Hasta salvarnos”. Esta última fue enriquecida por el grupo afrocubano Obiní Batá con sus tambores y la poesía yoruba.
De igual forma, en una auténtica reapropiación de la canción popular “La Macorina”, Leiden mezcló ritmos electrónicos con melodías del pop contemporáneo. Al terminar la noche con el canto arrullador de la “Tonada de luna llena” la artista cumplió el claro objetivo de desdibujar las fronteras entre el público y el escenario para despedirse así de la Casa en la que conoció la música y el arte de toda Latinoamérica.
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