A 120 años del natalicio de Alejo Carpentier, la Casa de las Américas rememoró la labor del escritor cubano en la creación literaria de América Latina y el Caribe. En la sala Manuel Galich tuvo lugar un panel de conferencias integrado por el investigador Roberto Méndez y el vicepresidente de la Fundación Alejo Carpentier, Rafael Rodríguez Beltrán, acompañados por el director del Centro de Investigaciones Literarias, Jorge Fornet.
   La impronta de la obra carpenteriana resulta de un valor inmensurable en las letras del continente. Desde principios del siglo xx aquel joven de una inmensa cultura, conocedor de lo mejor de las vanguardias europeas, decidió dedicar su imaginación y destreza al caudal de motivos que le proporcionaba el continente americano. En medio de la vorágine de tendencias como el surrealismo, Carpentier junto a otros escritores latinoamericanos, volcó su mirada a nuestra historia y tradiciones, hasta entablar las bases de una nueva narrativa.
    Si bien aspectos de su obra como el análisis de aquel fenómeno que nombró “lo real maravilloso” han sido tratados en múltiples ocasiones por estudiosos de todo el orbe, en el reciente panel, los investigadores abordaron otras de las diversas facetas del escritor. Es conocida, entre las principales características de su personalidad, la pasión con que disfrutaba la música, así las composiciones orquestales de la tradición y vanguardia europea como los géneros populares de la nación cubana.
   Roberto Méndez tuvo a bien compartir con el público una investigación acerca de la recepción por parte de Carpentier del danzón. El escritor, también ávido cronista, desde sus primeras colaboraciones en revistas como La Discusión prestó atención especial al género, con énfasis en las creaciones de los cubanos Juan de la Cruz y Jorge Anckermann, a quienes se acercó a través del teatro bufo, sobre todo en las presentaciones del teatro Alhambra.
   Cuando ya la influencia del danzón era notable en la música internacional y sobre todo en las obras de compositores estadounidenses como Aaron Copland y Leonard Bernstein, Carpentier había dedicado su curiosidad a indagar en el origen y evolución de aquel género derivado de la contradanza. Como destacaría Méndez, lo hizo con un enfoque moderno aun vigente en la crítica del panorama musical cubano.
   Por otra parte, Rafael Rodríguez Beltrán, investigador y representante de la Fundación Alejo Carpentier, invitó a la lectura de la revista Imán, proyecto editorial en el que participó Alejo Carpentier en la década del treinta. Un primer y único número presentado al público en abril de 1931 reflejaba el interés de Carpentier por aunar las perspectivas modernas de la vanguardia europea y latinoamericana. Su directora fue Elvira de Alvear, mientras que Carpentier asumió las funciones del secretario de redacción.
   Como reseñó Beltrán, las colaboraciones y textos publicados pertenecieron a importantes autores, como Léon-Paul Fargue, Xul Solar, Vicente Huidobro, Henri Michaux, Jaime Torres Bodet, Eugenio d’Ors, Robert Desnos, Franz Kafka, Miguel Ángel Asturias, Hans Arp, Georges Bataille, Philippe Soupault, John Dos Passos, Arturo Uslar Pietri y el Vizconde de Lascano Tegui, entre otros.
   No faltaría mencionar  la importante labor de Carpentier en la fundación del entonces Concurso Literario Hispanoamericano, inaugurado por la Casa en 1960, y el recuerdo de su novela El reino de este mundo, primer título publicado en la Colección de clásicos latinoamericanos y caribeños del Fondo Editorial de la Casa.
   El homenaje continuó en la sala de lectura José Antonio Echeverría dónde quedó abierta al público la exposición bibliográfica "Carpentier: visión de América". La exhibición, disponible hasta febrero del 2025, recoge una muestra de la literatura escrita por y acerca de Alejo Carpentier, así como una selección de titulares y noticias en los que desde el pasado siglo se comentaba la trayectoria del célebre escritor.