Sobre la escena latinoamericana, sus aciertos y deudas en este cuarto de siglo, reflexionaron Carlos Arroyo, Carlos Satizábal y Fernando Hechavarría, jurados del género teatro en la edición 64 del Premio Literario Casa de las Américas.
Con la moderación de Vivian Martínez Tabares, directora de la Revista Conjunto, el tema de panel los invitaba a comentar sobre sus experiencias personales y su labor como intelectuales, directores teatrales, gestores, docentes o actores en el contexto donde se desenvuelven: Venezuela, Colombia y Cuba, respectivamente.
El director del Festival Internacional de Teatro Progresista de Venezuela, Carlos Arroyo, reflexionó sobre el papel geopolítico que a su país le ha correspondido jugar y cómo esto ha influido en el ámbito teatral actual, heredero de una época convulsa, marcada por rupturas y contradicciones entre diversos grupos.
Recordó cómo entre las décadas 60’ y 70’ del pasado siglo, el teatro venezolano se planteó muchas preguntas que traducía luchas políticas; pero en determinado punto, hacia los años 80’, los grupos empezaron a desaparecer, y durante la década siguiente la composición fue distinta, más individual: «Fue tan perverso y manipulador el manejo que hizo la derecha del pensamiento político teatral que terminó aburguesando a compañeras, compañeros y colectivos que fueron una referencia de trinchera».
Estos fueron alejándose cada vez más de la realidad política cambiante que significó la presencia del Comandante Chávez y de la Revolución Bolivariana, la cual produjo un impacto social en todos los ámbitos del país.
En la primera década de los 2000, la práctica teatral se mantuvo bajo los convenios de cooperación o subsidios para fomentar el trabajo mediante aportes económicos, lo cual no estuvo exento de tropiezos y vicisitudes. «De manera que en este casi primer cuarto de siglo el teatro de mi país ha tenido que afrontar las diferencias de esas posiciones políticas de derecha e izquierda; y de las políticas gubernamentales, sociales y culturales que sostienen la autodeterminación de un pueblo», explicó Arroyo.
En ese escenario, la creación del Festival Internacional de Teatro Progresista con la aprobación del presidente de la República, Nicolás Maduro, fue una alternativa para reafirmar cuál es el teatro de compromiso que Venezuela quiere.
«Por lo que en este momento se vive una reconstrucción de cara a ese país dividido, donde en el ámbito de las artes escénicas la mayoría de las agrupaciones teatrales que fueron una escuela ya no nos acompañan».
Una forma de realizar esa reconstrucción es mediante el restablecimiento de los tejidos sociales entre el teatro y el espectador y entre teatreros y teatreras, que pasen por reflexión, la solidaridad y la comprensión y el interés que tengamos como creadores, concluyó el intelectual venezolano.
Por su parte, el dramaturgo, actor, poeta y profesor colombiano Carlos Satizábal se refirió al teatro hecho por mujeres, que impacta con tanta fuerza en Colombia y en la escena latinoamericana, puesto que se cuestiona y actúa en pos de quebrar el modelo de las relaciones patriarcales de dominación.
Esta es una tendencia actual muy interesante y necesaria que ha encontrado buen puerto en el Festival de Mujeres en Escena por la Paz, del que además aparecen emulaciones en países de Europa, incluso en Cuba, a través de un movimiento llamado Magdalenas, comentó el colombiano.
En otro momento manifestó que existe en el teatro de plantearse preguntas sobre la memoria y el relato colombiano más allá de las súper producciones de Netflix, o las plataformas y sistemas de comunicación de las televisoras de ese país, que muchas veces distorsionan y fragmentan la realidad del país.
De igual modo, señaló la necesidad de replantearse desde la escena las relaciones entre cultura y naturaleza, «en un momento en que la sociedad está al borde de hacer invivible el planeta»; así como destacó la conexión entre los artistas y las personas que han sido víctimas de las agresiones y crímenes de Estado, y las obras conjuntas que ha generado esta conexión. En este sentido, reseñó algunos performances y espectáculos notables como Ópera Rap y Antígonas, tribunal de mujeres.
Satizábal dirige la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional, en la cual es profesor, investigador y miembro del Consejo Académico.
El panel concluyó con las palabras del actor de cine, televisión y teatro cubano, Fernando Hechavarría, quien fuera miembro de Teatro Escambray y desde el año 1995 integra Teatro El Público.
Su intervención estuvo dirigida fundamentalmente a los retos de la docencia teatral en Cuba, en un contexto donde lamentablemente existen deficiencias en la formación y en la preparación de los graduados de las escuelas de arte.
Subrayó que, dada esta situación, su objetivo y el de otros profesionales y colegas es despertar y hacer despegar las potencialidades de las nuevas generaciones de actores, en tiempos donde los estudiantes se sienten más atraídos por los medios audiovisuales y las plataformas digitales.
Por otra parte, el Maestrante en Procesos Formativos de la Enseñanza Artística alertó sobre las carencias de los textos que algunos dramaturgos conciben hoy día, en los cuales no se expresan contradicciones ni capacidades de resolución de los personajes, y en algunos casos el montaje tecnológico supera la propia interpretación de los actores.
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