El Museo de las Artes Palacio Ferrer. Una nueva mirada museológica en el país.

El Consejo Nacional de Patrimonio Cultural en el año 2015, tuvo noticias de la intención de la provincia de Cienfuegos de realizar en el Palacio Ferrer un museo vinculado al desarrollo local, desde ese momento asumió un asesoramiento de tipo especial al nuevo proyecto, experiencia no muy expandida en el ámbito de los museos y en el cual Cienfuegos, junto a Guantánamo, son abanderados en el país.

En el año 2016 fue creado y categorizado como Especial el nuevo museo, máxima categoría otorgada por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. Dar esta categoría , aún en fase de restauración del inmueble, era acreditar  la concepción novedosa proyectada en su discurso museológico: apreciar el arte de la restauración como participe de la idea conceptual de manejar las artes en sentido abarcador, en oposición a  la experiencia relacionada con las exhibiciones decorativas o plásticas existentes en el país en este tipo de museo, donde persisten  concepciones eurocentristas y colonizadoras,  que  no siempre nos permiten apreciar el contexto de estas expresiones decorativas y su inserción en el panorama de la comunidad,  al exponer solo la opción de las clases dominantes sin señalar el  proceder antro- etnológico del resto de la sociedad territorial.

El Museo de las Artes Palacio Ferrer formula claramente en su tesis la intención de reforzar el carácter moderno de una ciudad decimonona, en un país que aplicó ideas ilustradas desde el último decenio del SXVIII, posibilitando la diversidad y el carácter de prioridad ciudadana. El eclecticismo se vuelve expresión de lo moderno, variado y actualizador dentro del contexto de desarrollo de una clase pudiente in crescendo. La confluencia de estilos, maneras, escuelas estéticas, contribuye a la visualización de una clase social necesitada de lo aparencial. En el sentido urbanístico, la burguesía cienfueguera empleo este código enfatizado por la monumentalidad y formas más apegada al clasicismo, donde la fuerza pujante de la economía de la zona, la solidez financiera, la seguridad necesaria en el proceso inversionista desarrollado por esta clase en la región, era felizmente expresada en los cánones del equilibrio, ritmo simétrico y elegancia en la forma de la arquitectura y el trazado urbano.

El Palacio Ferrer es una de las mejores muestras de ese eclecticismo presente en Cienfuegos, de hecho, influyó en la vertiente del eclecticismo popular que clases sociales, menos favorecidas económicamente, tomaron como bandera en el auge constructivo de las ciudades cubanas a partir del inicio del SXX. Ser sede de esta propuesta museística implicaba una disyuntiva: el museo se insertaría al contexto urbano – arquitectónico del centro histórico, por demás patrimonio de la humanidad, o se aislaría en un discurso tradicional, mostrando a las artes decorativas en su óptica de presentar el modo de vida de las clases opulentas, sin interdialogar con la forma de vivir del resto de la comunidad.

En ese sentido, el colectivo autoral del guion museológico de esa institución, optó por darle al mismo un aire de contemporaneidad en relación con el quehacer museográfico del país, centrando la propuesta en mostrar la diversidad de técnicas artísticas o de estilos en los ajuares domésticos, esencialmente, de las artes decorativas y  de un abanico formal en las artes plásticas, que sin dejar de exhibir la diversidad, permitiera visualizar la variedad de géneros, formatos y técnicas que hacen de la plástica  algo distintivo en la cultura cienfueguera.

La concepción del discurso se enmarcó en una visión panorámica y no antológica, retrospectiva o cronológica. La tesis general del museo, se construyó sobre la idea de la modernidad citadina, asumió como código artístico el eclecticismo, estilo inclusivo que a partir de la Ilustración abrió paso a una globalización de ideas encaminadas a enfocar al ciudadano como nuevo gestor social. Cienfuegos tiene el encanto de combinar en lo urbano-arquitectónico lo monumental y en los interiores una decoración no ostentosa. Esa dicotomía entre magnificencia y sencillez es el eje central del discurso museológico en el actual montaje.

Pensar de manera abarcadora en un museo capaz de gestionar y manejar las artes, es algo no común en Cuba a la hora de concebir uno de esta tipología, por eso, el Museo de las Artes Palacio Ferrer ofrece la posibilidad de poner a coexistir a la arquitectura, el urbanismo, la música, las artes decorativas, el arte para niños, las artes plásticas y la artesanía. La concepción de lo transitorio dentro de lo permanente, facilita la renovación expositiva y la presencia de manifestaciones como la literatura, la danza y el teatro en exposiciones temporales.

En el nuevo guion se concibe la inclusión, la interactividad, la museología de la emotividad y los sentidos, que hacen trasgredir las fronteras de la tradicionalidad museológica. Tiene presente al menos dos grupos de discapacitados:  hipoacúsicos y a los ciegos- débiles visuales, pues, es imposible eliminar las barreras arquitectónicas, al estar ubicado en el segundo nivel del inmueble y no poder instalarse un ascensor.

La concepción museográfica corresponde con la intencionalidad manifiesta en la tesis de presentar elementos aislados en un conjunto armónicamente tratado en confluencia estilística. La técnica artística es el leit- motiv, y el inmueble el protagónico. En la muestra expositiva nada es más importante que el propio edificio, es el contenedor de la historia discursada, es una relación de concatenación vinculante con al acontecer socio- cultural de una ciudad en permanente ejercicio de modernidad, adaptación y renovación desde sí misma.