Uno de los lugares más hermosos y atrayentes de la provincia avileña es la Laguna de la Leche, ubicada en Morón. La blancura de sus abundantes aguas, alrededor de cien millomes de metros cúbicos, constituye una vista formidable. En 1934 la compañía Falla Gutiérrez, dueña del central Adelaida, hoy Enrique Varona, desempolvó un viejo proyecto del siglo XIX para iniciar la construcción de un canal de una extensión aproximada de ocho kilómetros. La obra se concluyó en 1940 y permitió a los magnates azucareros extraer el producto de sus zafras por el subpuerto de Chicola, ubicado en el extremo norte de la costa. Esto provocó un gran escándalo nacional debido a que se violaba impunemente la Ley que no permitía la creación de embarcaderos privados, denunciado valientemente por Pablo de la Torriente Brau, quien se trasladó a la región avileña y escribió varios reportajes en el periódico Ahora. La Laguna de la Leche impresionó vivamente al sagaz periodista revolucionario quien apuntó:
“Enseguida llama la atención el color de las aguas de un blanco verdoso, como pudiera ser el color de la leche si hubiera en el mundo depósito semejante. Porque la laguna es inmensa. Acaso ni diez veces las aguas de la bahía habanera pudieran llenarla, porque se extiende de orilla a orilla. Al frente, la Isla de Turiguanó, más larga que siete leguas y en la cual crecen innumerables platanales y pastan millares de reses acostumbradas al olor del mar. La laguna, que tiene todos los sabores, es por lo general de aguas bastante dulces y todo su lecho es de yeso, lo que contribuye, de manera fundamental a la coloración de sus aguas”.
También escribió Pablo: “Como las aguas van de lo dulce a lo salado, allí se encuentra el manatí, de sabrosa carne prohibida; la lisa y la liseta y hasta el traidor tiburón se aparece por la albufera en busca de alguna presa fácil. Debido a su extensa superficie y poco fondo, y a la proximidad del mar, la Laguna de la leche casi siempre esta movida, llegándose a poner peligrosa para la navegación muchas veces. En ella, en más de una ocasión, han muerto ahogados marineros y pasajeros de las lanchas, en medio de la gran soledad de un cielo vacío”.
La pluma del afamado escritor revolucionario nacido en Puerto Rico y que cayera combatiendo por la defensa de la República Española en Majadahonda, España, también denunció públicamente los males que aquejaban a los humildes carboneros de la Isla de Turiguanó y los sucios negocios y manejos de la rica familia capitalista de los Falla Gutiérrez.
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