La artesanía ha constituido expresión de marcada importancia en el desarrollo cultural de nuestro país. Vinculada a los más importantes hechos históricos, ha encontrado en ellos un motor impulsor para su propio devenir, hasta ser considerada indicador en la definición de rasgo identitario del cubano.
Las técnicas artesanales fueron denominadas por la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, del año 2003, como manifestación de la inmaterialidad de los pueblos y éstas se encuentran presentes en los museos de Cuba, ya que el componente artesanal aparece en un alto por ciento de las piezas museables.
Despertar en los museólogos el interés por la artesanía e incentivar el acercamiento al conocimiento de las técnicas artesanales en su relación con el patrimonio cultural inmaterial de las localidades, constituye un objetivo de especial interés del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, pues con ello, se espera lograr se investigue e identifiquen estas técnicas para enriquecer la información museológica recogida en los distintos aspectos del sistema de documentación de los museos.
La artesanía en nuestro país ha sido sustento de familias, incluso de comunidades, empeñadas en satisfacer necesidades tanto utilitarias como decorativas a través de ella. Siempre, fue, es y será expresión de la espiritualidad inmaterial del país. Estimular el acercamiento de los museos al contexto de las técnicas artesanales, promover la visualización de los artesanos en el horizonte cultural como portadores del patrimonio inmaterial permitirá fortalecer el sistema interinstitucional de los territorios.
Nuestros museos deben indagar de forma exhaustiva los datos físicos atribuidos a los objetos. Un alto por ciento de ellos tiene un componente artesanal, es reto para los museólogos profundizar los estudios de colecciones relacionándolos con el historial productivo de las piezas en sí. El camino lleva inexorablemente a indagar sobre las técnicas artesanales.
La técnica. Alma de la artesanía.
Nada representa mejor la estructura real del mensaje de una obra de arte que su propia naturaleza técnica, en otros términos, el proceso operativo proyecto-ejecución. La técnica está históricamente condicionada, tiene en cuenta la evolución técnico-creadora del quehacer humano, es expresión del desarrollo de los recursos humanos (nivel creativo e innovador, lazos con la tradición y las habilidades manuales), es muestra del alcance tecnológico en la medida que comprende el desarrollo de los instrumentos de trabajo y los logros de la tecnología, es inseparable del material empleado, por el tratamiento que impone la naturaleza de ellos y su relación combinatoria.
La aplicación adecuada de las técnicas artesanales asume una responsabilidad social por la relación entre ciencia y tecnología, tradición y modernidad, materiales y entorno. El utilizar recursos naturales para hacer un objeto artesanal debemos evaluar la inocuidad del proceder, es inadmisible agredir al medio ambiente. Sopesar efecto en cuanto a valor de uso contra consecuencias, es un acto de virtud ciudadana.
Una de las mayores preocupaciones en la actualidad, es el tránsito de la artesanía de la tradición a la modernidad. Este camino solo es posible mediante la innovación. La tecnología y la aplicación de procedimientos técnicos son la vía a seguir para sin apartarse de lo acostumbrado, se pueda satisfacer el gusto de los coetáneos y convertir a éstos en multiplicadores del acervo artesanal, porque hablar de la artesanía en los tiempos que corren, no es designar únicamente al producto de manera aislada, es involucrar elementos económicos, productivos, comerciales, estéticos, sociales y culturales de gran complejidad.
La artesanía está en estrecha relación con la identidad, al permitir un reconocimiento consciente de los hombres con su espacio y valorar el decursar histórico en incidencia vital, aspecto proporcionador de carácter activo-participativo al hecho identitario. Ahí encontramos su razón histórica, porque es patrimonio, fuente de conocimiento, tesoro vivo de la humanidad, es expresión de lo colectivo, anónimo, funcional y empírico. La copia siempre le resulta consustancial, en eso se centra su predisposición natural a constituirse en manifestación tradicional al garantizar su continuidad.
La UNESCO ha concedido importancia a las técnicas artesanales, al incluirla en la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, como ya hemos mencionado, Para muchos es difícil comprender como algo material, tangible que se hace visible en forma de objeto puede ser mirado desde la inmaterialidad y es porque lo esencial de este fenómeno está en el sustrato de la trasmisión oral de la práctica tradicional, acá el fin no es más importante que el medio.
Antes de 1959, en Cuba, no hubo rompimiento de los canales tradicionales del conocimiento técnico, pero la Revolución en su interés social de eliminar la discriminación, facilitó capacitación y nuevas opciones de trabajo en otras ramas productivas a artesanos, pues ese sector social era uno de los más pobres. Al menos durante una década se verifica esta ruptura significativa entre la producción de artesanías y la necesaria vía de trasmisión de saberes, situación que se acrecienta al dar posibilidades a los hijos de esos artesanos para alcanzar otras metas profesionales en la vida.
La sociedad cubana del período revolucionario ha pasado por etapas de crisis económicas agravadas, indiscutiblemente, ante el empuje del embargo impuesto al país desde los Estados Unidos. En la década de los años 80 y luego en la del 90 del siglo XX, se vivió un momento difícil de escasez y restricciones, se inicia un proceso de desprofesionalización, arquitectos, maestros, médicos, ingenieros, en fin, personas de nivel universitario, abandonaron sus trabajos y se dedicaron a la artesanía. Se recupera entonces un oficio que en algunos casos dio continuidad a la tradición familiar, pero en la mayoría primó la habilidad y destreza manual, ahora con un nivel superior de creatividad proporcionado seguramente por la alta escolarización alcanzada.
En esos momentos nos encontramos ante algo interesante, la manualidad o habilidad innata ha sustituido el traspaso tradicional al que estamos acostumbrados en el mundo artesanal y gracias a ello se ha logrado restablecer tan importante cadena. Ahora los nuevos artesanos trasmitirán a sus hijos, familiares o amigos lo aprendido de manera casi autodidacta.
El espectro artesanal cubano actual se abre a tres tendencias: la tradicional, la del arte popular y la neo artesanía. La tradicional, comprende oficios que vienen desde la comunidad primitiva y la colonia, entre ellos, la ebanistería, la modistería, la mueblería, la luminaria, la orfebrería, la talla y la cerámica, por citar algunos. La del arte popular, vinculada a tradiciones de las clases más pobres de etapas anteriores: la muñequería, al patch work, el papier maché y la hojalatería. La neo artesanía, donde se expresa una intención artística o simplemente decorativa, empleando técnicas tradicionales, pero fuera del contexto que la genera.
Las condiciones están creadas en el país para fomentar una conciencia de reconocimiento patrimonial del ejercicio artesanal, para esto se hace necesario, identificar portadores, investigar dominio y habilidad técnica y luego promocionar mediante acciones eficientes todo ese conocimiento en función de insertarlo en un posible desarrollo local comunitario. Sólo así se podrán interpretar con justiprecio todo el acervo cultural que contiene el sector artesanal.
En los 338 museos del Sistema Nacional de estas instituciones en Cuba, encontramos un punto de apoyo para fortalecer el binomio artesanía-patrimonio inmaterial. Se hace inminente un cambio de perspectiva en la definición de los componentes materiales y técnicos de cada pieza en la descripción taxonómica de las colecciones. Esto determinará la estrategia de puesta en valor, manejo de la conservación preventiva y acciones de educación patrimonial en función de implicar a la comunidad en el auto reconocimiento de esas técnicas artesanales en el universo de su vida personal, fomentando un ambiente creador en torno a la artesanía mediante exposiciones transitorias, muestras del mes, charlas y concursos temáticos.
Aquí los museos pueden desempeñar un papel destacado, al servir de facilitadores entre estos actores y los decisores de sus comunidades. Con esta labor de interlocutor, se fortalecerán las relaciones en el circuito institucional, garantizando la salvaguardia de las técnicas artesanales como expresión del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
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