"El Museo Municipal: ¿un museo necesario?"
El 19 de mayo de 1979 la Gaceta Oficial de Cuba publicó la Ley No. 23 de la Creación de los Museos Municipales, tal empeño involucró en el cumplimiento de este objetivo a todas las comunidades del país, se hizo necesario invertir el orden tradicional a la hora de crear un museo: primero hubo que encontrar el inmueble que pudiera ser sede de la institución, luego se fue a la búsqueda de las colecciones que se exhibirían. El artículo primero de la citada Ley expresa:
“En cada uno de los municipios de la República se creará un museo en el que se conserven y muestren, para su conocimiento y estudio, documentos, fotografías u otros objetos referentes a la historia nacional y local que reflejen las tradiciones del pueblo, los episodios sobresalientes de sus luchas, los hechos y la vida de sus personalidades destacadas en las diversas épocas y lo referente al desarrollo de su economía, su cultura y sus instituciones”.
La formación de las colecciones de estos museos constituyó un reto, fue necesario solicitar la ayuda de toda la población en la donación masiva de objetos, que hasta el presente estaban guardados dentro de las gavetas y escaparates familiares como “reliquias” y que de repente saltan a la palestra social como “objetos museables”. La población se sintió reconocida, identificada en la historia que se expuso, fueron partícipes, desde su génesis, de la creación de una institución museal.
Pero han pasado 41 años de tener abiertos los museos municipales, los cuales no han estado al margen de las dificultades económicas y sociales por las que ha atravesado nuestro país y tampoco estuvieron exentos de errores humanos y decisiones no totalmente adecuadas en cuanto a su discurso museológico y museográfico, lo que significó que, al cabo de algunos años, un porciento de ellos se cerraran en espera de una futura, y en ocasiones, lejana, reapertura, otros quedaron con su exposición museológica congelada en el tiempo y por tal motivo dejaron de ser atractivos para la comunidad que los circundaba. Independientemente de ello, se había sembrado una semilla, que floreció durante la década del 80 de forma increíble. La participación de la comunidad en las diversas actividades que realizan nuestros museos de forma sistemática nos demuestra que la institución ha cumplido uno de los objetivos que la caracterizan: estar al servicio de la sociedad en diversas actividades culturales dirigidas a los más diversos sectores de la población.
Sin embargo, la asistencia espontánea del público a visitar nuestras exposiciones permanentes ha decrecido y nos tenemos que preguntar ¿por qué?. La respuesta a este problema no es sencilla y mucho menos puede ser vista de forma utilitaria. ¿Es el museo municipal una institución necesaria? ¿O es qué ha pasado “de moda”? ¿Cómo podríamos definir una institución necesaria?
Para ser una institución necesaria a la comunidad nuestros museos municipales tienen que ponerse a tono con los nuevos conceptos sobre la Museología, conceptos que no por haber sido definidos durante la década del 80 han dejado de tener validez teórica en sus presupuestos. Así, en 1985, el ICOFOM, Comité Internacional del ICOM para la Museología, concretó el concepto sobre la Nueva Museología, que ya había sido manejado anteriormente por especialistas en el tema y que tiene su génesis en las experiencias llevadas a cabo durante la década del 60 en Europa con los conocidos Ecomuseos, del que es padre indiscutible Henry Riviére. El ICOFOM define:
“La Nueva Museología es la ciencia que estudia la relación del hombre con el Universo. Considerando el Universo como Patrimonio de la Humanidad”.
Esta definición engloba un concepto ampliado sobre la conservación, se proponen talleres didácticos en los museos y se retoma el concepto de museos ecológicos. El museo es, por tanto, una institución de proyección e integración comunitaria, de imagen, identificación y autoidentificación y participación colectiva.
Un museo comunitario, y por tanto un museo necesario, es aquel que refleja la comunidad con sus mitos y creencias, formas de vida y organización. Su dinámica reproduce la del grupo social en su estructura y confirmación a través de su creación se ha fundado un modelo de incorporación de las comunidades en las tareas de investigación, conservación y difusión de su propio patrimonio cultural en una relación explícita en la que la comunidad se coloca en una situación activa respecto a su pasado y por extensión frente a su futuro.
Cuando la comunidad se propone la creación de un museo se enfrenta a la necesidad de experimentar generando ideas, de resignificar la memoria de los objetos, de reconocer qué es valiosos y qué no es. En este proceso se ponen en juego las funciones que definen al Patrimonio: identidad a partir de la diferenciación de otros, sentido de pertenencia, establecimiento de fronteras, cierto concepto de temporalidad y significación de hechos y objetos. En este sentido, el Museo Comunitario es también un espejo donde cada uno de los miembros de la comunidad puede mirarse como generador y portador de cultura y asumir una actitud frente a los hechos de ahora y del mañana, lo que quiere cambiar, lo que desea conservar y lo que necesita transformar de lo impuesto desde el exterior.
Su material expuesto y recolectado permanece dentro de su contexto y pertenece a los miembros de la localidad, no sólo como una metáfora sino por la realidad de haberlo donado o rescatado como producto de su labor cotidiana, de su práctica constante, de las costumbres que se han mantenido de generación en generación o bien como parte de sus creencias
Por medio de su museo, la comunidad comparte su historia, confirma su sentido de pertenencia y establece el derecho de los habitantes a conocerse, educarse y recrearse.
El soporte institucional lo posee nuestro país, con una red de museos a escala nacional envidiable, sin embargo, se hace imprescindible que haya una nueva mentalidad en todos aquellos que de una forma u otra incidimos en la concepción de la exposición, se hace necesario el cambio en la mentalidad de nuestros museólogos, que no creamos nunca que tenemos la verdad absoluta en nuestro poder, pues la propia especialización que brinda el conocimiento de la ciencia museológica, a veces funge como efecto de boomerang, y no consideramos necesario la participación directa de la comunidad en nuestras decisiones.
Si Cuba fue capaz de enfrentar un reto social tan ambicioso como fue la creación de los museos municipales, tenemos que ser capaces ahora de mantener viva en la comunidad el deseo espontáneo de conocer más sobre su región, si no asumimos ese reto, en el siglo XXI, no podremos hacer realmente de nuestros museos municipales, un museo necesario.
16 de Mayo de 2020 a las 19:05
Cuanto se extrañan sus sabias palabras. Claro que hay que replantearse muchas cosas que con el devenir histórico-social nos impone otras mentalidades en los museos municipales.
17 de Mayo de 2020 a las 04:19
Magnífico artículo. Mis felicitaciones y por el advenimiento del próximo 18 de mayo. Saludos para todos mis colegas desde el Museo Municipal de Caimito, Artemisa.
17 de Mayo de 2020 a las 12:40
Interesante artículo, me lo podrá enviar de favor
17 de Mayo de 2020 a las 19:13
Muy joven y recien graduado de Lic en Historia, aquel movimiento de museos, casas de cultura, galerias de arte, coros, grupos de teatro, talleres literarios, plastica etc nos dio a todos no solo la oportunidad de un empleo, sino la participacion en una utopia cultural a la que dedicamos todo nuestro entusiasmo y en la que pusimos tantos suenos. Pero los administradores designados por el partido, gente ignorante y muchas veces corrupta, bloqueo nustros trabajo por todas partes. Muchos de nosotros, desilusionados, abandonamos nuestros empleos y hasta el pais, espantados al descrubrir la realidad de la vida laboral en el pais. da pena verificar el fracaso de todo aquello, aunque no es el unico...
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