La costumbre del uso del bastón como atributo o elemento del vestuario masculino, al menos en occidente, se remonta a épocas inmemoriales. Lo cierto es que hacia mediados del siglo XIX se popularizó el empleo de los bastones como complemento de la moda masculina de la época, llegando a ser junto al sombrero, algunos de los símbolos arquetípicos que definían la masculinidad.
Por otra parte, la pasión por el exotismo oriental experimentaba en igual época un gran auge sobre todo debido a la participación de Japón y China en las diversas exposiciones mundiales que estaban teniendo a lugar en Europa y los Estados Unidos. Aunque desde hacía ya un siglo, los europeos contaban con manufacturas de porcelanas locales y de muy buena calidad, aquellas piezas venidas desde el lejano oriente seguían resultando sumamente atractivas para el mercado de la vieja Europa. China había logrado desde finales del siglo XVIII establecer en la ciudad portuaria de Cantón, al sur del país, una serie de factorías y comercios a las cuales los europeos y norteamericanos entregaban sus encargos para que estos fueran producidos por artesanos locales.
Igual sucedía en Japón, desde la desaparición del Shogunato de Tokugawa a partir de 1868 y la restauración del poder al emperador Meiji, el país se abrió al comercio con occidente y por tanto, sus principales centros de producción de porcelana, como es el caso de Imari y Satsuma, realizaron una gran producción destinada exclusivamente al mercado occidental.
Entre las piezas de porcelana realizadas en China y Japón para el mercado con occidente, les mostramos en esta ocasión tres bastoneras producidas por las manufacturas Imari y Satsuma de Japón y una bastonera de origen Chino. Todas datadas de segunda mitad del siglo XIX, en el caso de la bastonera Imari presenta el característico diseño de la conocida ciudad portuaria nipona. La porcelana Imari se caracteriza por un cuerpo cerámico eminentemente blanco y sobre este, el empleo del esmalte azul cobalto bajo vidriado, cocido a altas temperaturas, junto con un profuso decorado con esmalte rojo hierro que ha sido cocido sobre el vidriado en una segunda quema a baja temperatura.
A diferencia, la porcelana de Satsuma, la cual realmente es una pasta de gres cerámico de color siena, emplea esmaltes de baja temperatura dentro de la gama de los colores ocre. Se caracteriza por el trabajo a relieve en la superficie de las piezas los cuales, como en esta ocasión, acentúan el dramatismo de los personajes que en ella se representan. En este caso, se trata de una pieza proveniente de la colección de O.B.Cintas.
Por último, la bastonera de origen chino, colección de la célebre poetiza Dulce María Loynaz, presenta un diseño que combina esmaltes craquelados, otros que semejan la apariencia oxidada del metal y además, una excelente combinación de esmaltes rosados y de la gama de los verdes. Todos estos dando a una elaborada escena donde se aprecian jinetes guerreros cabalgando.
Con la presente muestra le compartimos estas interesantes piezas de nuestra colección, características de una época ya distante y que son dignas de nuestra admiración. Sirva además esta pequeña exhibición como agasajo al aniversario 57 de la fundación del Museo Nacional de Artes Decorativas.
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