Solo el elitismo y la repulsa por lo popular, explicaría el desacuerdo que hasta hoy provoca la propuesta del escritor, crítico y periodista venezolano Luis Alberto Crespo de reconocer al Eterno Comandante, Hugo Rafael Chávez Fría como “el gran poeta de Venezuela”.
Fue en junio de 2012, en el acto de apertura de la edición de ese año del Festival Mundial de Poesía y como fundamentara el Premio Nacional de Literatura, había razones innegables para reconocerlo como tal:
“Ser poeta no es escribir poemas, ser poeta no es alguien que crea poesía. Un poeta es un lector, un poeta es un funcionario público, un poeta es un hombre que tiene un concepto humanístico del hombre y de la vida. Por lo tanto, el presidente Chávez representa a esos poetas que gobierna. Yo creo que Lincoln es un gran poeta. Es por eso que dije lo que dije, sobre todo porque también un poeta es aquel que promueve la poesía. Y el Presidente siempre lo ha hecho. Yo le tengo un gran afecto a ese señor. Lo he visto amar a la poesía, la poesía de los pueblos. Un hombre así tiene todo el derecho de ser llamado poeta, por el hecho de haber construido su emoción, su sistema afectivo, con base en lo que la poesía exige del poeta: amar a un pueblo, a un proyecto libertario” [1].
Son las mismas premisas que hacen creer a Crespo, en estos convulsos días en que arde y sufre Venezuela, que “La cultura debe tener el objetivo claro de imponer la paz por encima del grito, del insulto, del odio"[2]. Sentimientos y posturas contrarias, de los que con estéticas y miradas imantadas en New York, niegan o minimizan la hermosa relación de Chávez con la poesía.
Un enamorarse mutuo evidenciado en su iluminación y “creación heroica”, con metáforas y hechos concretos, discursos y cantos, símbolos y proyección escénica... Pero no con la poesía encartonada, cultivada en torres de marfil; la suya era la de su gente, nacida como él en cuna pobre. La que cruza descalza por los llanos, hecha coplas, décimas, joropo y arropada con el arpa, el cuatro y las maracas.
El líder bolivariano fue amigo de los reconocidos copleros Eneas Perdomo y Cristóbal Jiménez. Este último guarda como un gran tesoro, textos de música llanera escritos por Chávez. Inolvidables, aquellas interpretaciones de “Lucerito” y el “Alma llanera” junto a Cristóbal. Por igual, su declamación del “Corrío de Maisanta”, del “Por aquí paso” y “Juan Parao” del popular poeta venezolano Alberto Arvelo Torrealba; creador también de “Florentino y el diablo”, musicalizado por otro poeta y amigo de Chávez, el trovador cubano Silvio Rodríguez.
Es la atmósfera llanera, percibida en su poema autobiográfico recogido en el libro “Chávez Nuestro” de los periodistas cubanos Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez. Un poema estremecedor escrito por el joven soldado en enero 1982, a la luz de una lamparita en su Sabaneta natal. ”Me salió de un tirón. Fue una especie de juramento ante Rosa Inés, una memoria que es para mí sagrada”, relató el entrevistado.
Quizás algún día,/ mi vieja querida,/ dirija mis pasos/ hacia tu recinto.
Con los brazos en alto y con alborozo/ coloque en tu tumba
una gran corona/ de verdes laureles./ Sería mi victoria, sería tu victoria,
y la de tu pueblo / y la de tu historia.
Y entonces,/ por la Madre Vieja/ volverán las aguas/ del río Boconó,
como en otros tiempos tus campos regó,/ y por sus riberas
se oirá el canto alegre/ de tu cristofué/ y el suave trinar de tus azulejos
y la clara risa/ de tu loro viejo. (…)
Y entonces,/ la sonrisa alegre/ de tu rostro ausente,
llenará de luces/ este llano caliente y un gran cabalgar/ saldrá de repente.
Y vendrán los federales/ con Zamora al frente,/ y el catire Páez con sus mil valientes,
las guerrillas de Maisanta/ con toda su gente.
O quizá nunca, mi vieja,/ llegue tanta dicha
por este lugar/ Y entonces,/ solamente entonces, al fin de mi vida,
yo vendría a buscarte,/ Mamá Rosa mía,/ llegaría a la tumba
y la regaría con sudor y sangre,/y hallaría consuelo
en tu amor de madre/ y te contaría/ de mis desengaños entre los mortales
Entonces,/abrirías tus brazos/ y me abrazarías/ cual tiempo de infante
y me arrullarías/ con tu tierno canto/ y me llevarías/ por otros lugares
a lanzar un grito/ que nunca se apague”.
En un Aló Presidente, el propio Chávez confesó: “En más de un lío me metí por canciones revolucionarias, arpas y coplas. Lo hacía adrede porque era parte del proceso de creación de un movimiento revolucionario dentro del Ejército. Fue una cosa de lo más difícil. Con la cultura logramos muchísimo. Ya de capitán era conocido por declamador, improvisador y animador de elección de reina y todas esas cosas”[3].
Chávez no solo dominaba la cultura popular, fue además un lector extraordinario, que leía -y memorizaba- poemas al mismo tiempo que a grandes filósofos y politólogos. En unos de su discursos, en enero del 2003, recurrió a un fragmento de “Libertad”, el “hermoso poema del poeta francés Paul Eluard” para trasmitir una idea que recobra hoy plena vigencia:”Será mucho más difícil que un mensaje fascista cale en cada niña, en cada niño de Venezuela, si le proporcionamos las únicas armas que merece: los libros, el conocimiento, la libertad”.
El líder del Revolución Bolivariana –como continúa haciendo Nicolás Maduro-, apoyó sobremanera el desarrollo inclusivo de la cultura. Fue evidente su voluntad de invertir en la literatura y en la poesía en particular, prueba de ello es la continuidad del “Premio Rómulo Gallegos” y las ediciones del Festival Mundial de Poesía, encuentros creados bajo el gobierno de Chávez en el año 2004. Ese mismo año, el gobierno bolivariano creó una nueva cartera ministerial, el Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
Hasta sus detractores celebran “el precio de los libros que publican las editoriales del Estado”, el “acceso de otros sectores de la población a los productos culturales” y la creación y el financiamiento de La Villa del Cine [4].
El Ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto, fue” testigo de la alegría de Chávez al saber de las bondades de la Misión Corazón Adentro que desde hace algunos años funciona en las comunidades en aquel país y que lleva acciones culturales a los venezolanos” [5].
Con Salvador Allende no solo compartió su apego a los más humildes y su empeño de revolución pacífica, educativa y cultural, enfrentada a los odios fascistas, oligárquicos e imperiales; sino también su interés por la poesía y su admiración por el poeta chileno, Pablo Neruda. Incontables fueron las veces que declamó poemas del “poeta inmenso”, en especial su verso “Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo “de su favorito “Un canto para Bolívar” que se aprendió “completito” un “domingo por la tarde, en dos horas, después de Aló Presidente”, leyendo su Biblioteca Familiar.
Precisamente, en unos de sus discursos [6], presentando este proyecto solidario que fue la Biblioteca Familiar, expresó su voluntad de “hacer un país de lectores, como una estrategia “liberadora cultural”. Entre los 25 títulos de la colección, destacó la colección de poemas En el corazón de un poeta de Neruda y Por el mar de las Antillas de Nicolás Guillén, “el cubano, el de los niños, el del canto a los niños, el del amor especial a los niños”. Se incluyeron además los poemarios, Tierras que me oyeron, de Andrés Eloy Blanco; Poesías, de Rubén Darío y Poesías de amor Hispanoamericanas, seleccionadas por Mario Benedetti.
Gustaba además, compartir la aleccionadora anécdota sobre “Pablo de América” y su enfrentamiento desde la cama de enfermo a “las hienas de la dictadura de Pinochet”. Contaba que Neruda proclamó antes los soldados la existencia en su casa de “un arma muy poderosa” contra la que ellos no iban a poder” y al preguntarle un esbirro a qué ese refería, Neruda le contestó: “Los libros, la poesía”. “Esa es el arma contra la que ninguna dictadura puede”, recalcaba Chávez.
Hasta el final, fue apasionada su relación con la poesía. Decenas de venezolanos y latinoamericanos respondieron con poemas a su siembra. Aun hoy, continúa siendo fuente de inspiración, como lo ejemplifica el reciente libro “Hugo Chávez, labrador de cantos”, del poeta y crítico literario Gustavo Pereira, quien fue constituyentista en 1999 y redactor del preámbulo de la actual Constitución.
Si por demás, como en tiempos de Platón la “Poiesis” significaba hacer, fabricar; engendrar, dar a luz; obtener; causar; crear y “poietés” era un creador, autor; fabricante, artesano; hacedor, legislador, indiscutiblemente Chávez, iluminador y creador de una nueva Patria, fue y será “el gran poeta de Venezuela”.
Notas:
1. https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Alberto_Crespo
2. http://www.eluniversal.com/que-hay/140622/crespo-poeta-militante
3. referido en: http://bitacorotos.blogspot.com/2013/03/entona-otra-cancion-comandante.html
4. http://leonardopadron.com/al-poder-no-le-queda-otra-estrategia-que-huir-de-cualquier-evento-electoral/
5. http://www.acn.cu/cuba/27347-cuba-seguira-al-lado-de-venezuela-aseguro-abel-prieto
6. Ver de Hugo R. Chávez Frías, Un pueblo sabio es un instrumento vivo de su propia liberación, Acto de entrega de Biblioteca familiares, Caracas 15 de julio del 2003, en: Chávez habla a la juventud, Editora Abril, 2005.
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