El 28 de abril de 1940, en Pedernal, un pequeño poblado del municipio San Luis, en Santiafgo de Cuba nace Eliseo Reyes Rodríguez. En ese momento, nadie podía imaginar que unos años más tarde, ese niño se convertiría en uno de los más brillantes combatientes y mártires internacionalistas cubanos.
Eliseo Reyes comenzó su actividad revolucionaria siendo casi un adolescente, en acciones de sabotajes y propaganda que tenían lugar en la localidad. Al cumplir los 17 años, se incorpora a las filas del destacamento dirigido por el Che, en la zona del Hombrito, en la Sierra Maestra, donde, en poco tiempo, gana la simpatía de todos por su disciplina, inteligencia y valor.
Un ejemplo de su tesón y fuerza de voluntad, fue la prontitud con que llevó un mensaje urgente, confiado por el Comandante en Jefe del Ejército Rebelde, Fidel Castro, a Santiago de Cuba. En 1958, San Luis – como le llamaron desde el principio – fue escogido por el Che para integrar la columna que llevaría la invasión hasta Las Villas y, posteriormente, asumió la jefatura del G-2 de la Policía Nacional Revolucionaria., recorriendo abruptos caminos y sorteando todos los peligros,
Muchos fueron los honores obtenidos por el Capitán San Luis; uno de los más significativos fue integrar el primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba, otro fue el honor de ser escogido por el Che para integrar la guerrilla que lo acompañaría en su lucha en tierras bolivianas, donde toma el nombre de Rolando.
Estuvo siempre dispuesto al sacrificio por la causa de la Patria. Así, cuando el ataque a los aeropuertos cubanos el 15 de abril de 1961, el día de su boda, dejó atrás a su esposa para ocupar su lugar en el frente de combate.
Fue designado por el Che jefe de la policía de la fortaleza Morro-Cabaña y participó en la fundación del Ministerio del Interior, ocupando el cargo de delegado en la provincia de Pinar del Río.
El 3 de octubre de 1965 el Capitán San Luis integró el primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba, desde donde escuchó la carta de despedida del Che, leída por Fidel para todos los cubanos.
En carta que le envió a su esposa desde Bolivia, escribió Eliseo:
«[…] siento por una parte el dolor que me ocasiona la partida del lado de mis seres queridos —de tu lado, del de mis hijos, del de mis padres— pero me reconforta saber que lo hago para luchar contra el enemigo que separa a millones de personas de sus seres más queridos»…
Hasta el 22 de octubre de 1966 duró la preparación. Apenas una semana para despedirse de la familia de la esposa Nelia Barreras Hernández, y de sus hijos Maricela, Eliseo y René
El 16 de noviembre de 1966 Eliseo Reyes Rodríguez, Capitán San Luis y Antonio Sánchez Díaz, Pinares, partieron de Praga hacia Sao Paulo, en un largo viaje de escalas en varios países.
El 20, en el campamento de Ñacahuasú los recibe el jefe guerrillero, a quien entregaron armas, municiones y mercancías. También estaban Tuma (Carlos Coello Coello), Pombo (Harry Villegas Tamayo) y Pacho (Alberto Fernández Montes de Oca). Ese día consigna el Che en su Diario: «A mediodía llegaron Marcos y Rolando. Ahora somos seis. Tardaron tanto porque el aviso les llegó hace una semana. Son los que viajaron más rápido por la vía de Sao Paulo».
Por su capacidad política, disposición combativa, espíritu de sacrificio, el Che lo nombró comisario del grupo y lo asignó a la fuerza Centro, que él mismo comandaba. Bien sabía que la pequeña y menuda figura de Rolando se multiplicaba ante cada tarea.
Una anécdota de Leonardo Tamayo (Urbano), confirma esta faceta:
«...El Che recibió un mensaje de Pinares que decía que el ejército avanzaba hacia el campamento central [...] me planteó que hiciera una balsa y me lanzara a cruzar el río, que continuaba muy crecido, y me adelantara con un mensaje para Pinares. San Luis, con ese espíritu combativo [...] esa disposición de hombre incansable y siempre dispuesto a los mayores sacrificios, le pide al Che que lo deje a él cumplir la misión porque, le dijo, sabía nadar mejor que yo. Efectivamente, San Luis era un peje en el agua y el Che lo utilizó».
Desde el inicio de la guerrilla Rolando recibió del Che la orden de organizar la mayoría de las emboscadas. En una de ellas, cae herido de muerte, en la finca El Mesón, situada entre Ticucha y el río Iquira, el 25 de abril de 1967. Le faltaban solo dos días para cumplir 27 años.
Al referirse a los hechos, en una ocasión el hoy coronel retirado Leonardo Tamayo (Urbano) relató:
[…] El día de su muerte, el Che le había ordenado poner una emboscada relámpago ante el inminente encuentro con tropas del ejército boliviano.
Rolando trata de colocar a los combatientes en los lugares más seguros y con la valentía que lo caracterizó siempre queda en una posición menos protegida, donde tiene que hacer frente a una ametralladora 30 mm. Cuando llevábamos como cinco minutos de combate y el fuego empieza a detenerse, el Che me dice que vaya a ordenar la retirada.
«Al llegar al lugar donde estaba Rolando, lo encontró prácticamente sin conocimiento, con el fusil entre las piernas, pues había intentado hacerse una especie de torniquete para detener la hemorragia. De inmediato voy a informarle al jefe de la situación. El Che pregunta sobre la herida, ordena traerlo de inmediato y manda a buscar al médico que estaba lejos.
«Lo llevamos ya exangüe y mientras el Che trataba de pasarle el único plasma que teníamos, con el mismo cuchillo de Rolando cortamos para buscar la femoral, pero no dio tiempo, murió desangrado», sin que Che pudiera hacer nada.
Eliseo Reyes Rodríguez, Capitán San Luis en el Ejército Rebelde, Rolando en la guerrilla del Che en Bolivia, cayó combatiendo el 25 de abril de 1967, en una emboscada, dos días antes de cumplir 27 años.
El Guerrillero Heroico consignó entonces en su Diario esa jornada como Día negro y añadía:
"...Hemos perdido el mejor hombre de la guerrilla y, naturalmente, uno de sus pilares, compañero mío desde que, siendo casi un niño, fue mensajero de la Columna 4, hasta la invasión y esta nueva aventura revolucionaria (…)
(...) de su muerte solo cabe decir, para un hipotético futuro que pudiera cristalizar: tu cadáver pequeño de capitán valiente ha extendido en lo inmenso su metálica forma”.
Después de muchos años, sus restos pudieron ser sepultados en la Patria, en un monumento donde se le rinde póstumo tributo junto a su jefe el Che y sus otros inolvidables compañeros en el Memorial de Santa Clara.
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