XVIII Evento Provincial de Investigadores del patrimonio en Pinar del Río. Consideraciones.


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Los que no hemos nacido en la ciudad acogedora y cordial, cuando llegamos a ella, nos está diciendo ya en un saludo de su complacencia, porque Pinar del Río tiene eso: acogida gentil para el visitante, pretenciosa de ser la ciudad de tono mayor a que aspira, novia que musita y espera. A nadie se le pregunta cuándo llega ni cuándo se va, sí cuándo vuelve… // Armando Guerra.[1]

Entre el 11 y 14 de diciembre se desarrolló en Pinar del Río el XVIII Evento Provincial de Investigadores del Patrimonio Cultural, un espacio diseñado para la presentación de resultados científicos de técnicos y especialistas en los últimos dos años en el que se puso de manifiesto la experiencia colectiva en uno de los tres pilares esenciales de la gestión patrimonial si tenemos en cuenta dos de las tesis desarrolladas por Marcelo Martín: “cualquier idea relativa al desarrollo con el patrimonio como eje fundamental debe contemplar equilibradamente los tres pilares sobre los que se sustente la gestión del mismo: investigar, conservar y difundir” y, “el patrimonio contiene, entre muchos otros, dos objetivos fundamentales: ser apropiable como objeto de disfrute por la sociedad y ser fundamento de investigación para el conocimiento”.[2]

En principio, por la responsabilidad que acompaña mi labor investigativa y docente en el campo del patrimonio cultural, tareas que demandan de una permanente actualización teórica y metodológica si se trata de apostar a la ciencia desde una postura ética avalada por la teoría crítica, pretendo aquí destacar un conjunto de las consideraciones que tributan a pensar y/o repensar la misión que nos corresponde en esa “cadena de trabajos que se inicia con la identificación y recuperación del registro, continúa con su estudio y valoración, ofrece soluciones a la administración actual de los bienes que lo integran, posibilita su revalorización y rentabilización como recurso cultural y culmina con la difusión”;[3] en particular, en la repercusión que alcanza la investigación en la difusión de los valores que se les atribuye a los bienes culturales en su patrimonialización. Difusión, en el sentido de “mensaje apropiable e inteligible para dar a conocer, valorar y facilitar el acceso al bien patrimonial como oferta cultural.[4] No es factible en el presente la investigación del patrimonio cultural al margen del análisis e interpretación del bien cultural objeto de estudio, y de las fuentes de información a él vinculadas. Sin una visión holística, sin la marxista concepción de la historia como totalidad,[5] no es posible habilitar principios inclusivos y de diversidad cultural en el reconocimiento y consumo del Patrimonio.  

Antes de entrar en el tema debo manifestar que las “consideraciones” aquí abordadas, aunque respaldas por ideas teóricas, tienen por motivación la fugaz recepción de los resultados presentados por sus autores bajo las exigencias establecidas para un encuentro de esta naturaleza. Súmase a ello mi naciente conocimiento de la región pinareña en términos de historia cultural y, en particular, en relación con la historia del proceso patrimonial que le ha acompañado en el devenir del tiempo, antecedente que deberá modelar no solo la gestión patrimonial en el territorio, sino también el cumplimiento en él de la Ley 155/22: “Ley de Protección al Patrimonio Cultural y al Patrimonio Natural de la República de Cuba”.

Es por ello que, a modo de presentación, he utilizado una fotografía tomada desde la terraza de Nelo (Arquímedes Lores Echevarría), artista contemporáneo de Pinar del Río, y la huella dejada por el artemiseño Armando Guerra Castañeda en “Meditación de aniversario”, artículo premiado en el concurso convocado por la Revista Pinar del Río en conmemoración al 26 de noviembre, “Día de la Dignidad Pinareña”, en 1948; en uno, por la admiración que me despierta un creador cuyo compromiso social desborda su oficio; en otro, el silenciado deber y sentido de gratitud que acompaña al forastero cuando se les abre las puertas con franca alegría y esperanza.

Dos importantes celebraciones ofrecieron legitimidad al Patrimonio Cultural en Pinar del Río. De connotación local, el aniversario 45 de la inauguración del Museo Provincial de Pinar del Río, el 14 de diciembre de 1979, en el ecléctico inmueble no. 58 de la Calle Martí, entre Recreo y Colón, espacio de la ciudad cuyas raíces históricas anuncian a Cerafina García, sin más condición que la de su feminidad; que se viste de masculinidad en 1875 con Francisco Galves, de profesionalidad con el licenciado en medicina Agustín Antón en 1883, y de institucionalidad con la Diputación Provincial de Pinar del Río en 1892 y el Gobierno Provincial de la Neocolonia entre 1902 y 1959. Una aguda mirada podrá leer la huella tangible de algunos de esos peldaños; otros, los revelarán los investigadores con informaciones que, desde nuestra sensibilidad, darían vida a pequeños fragmentos de nuestro pasado. No podría ser otro, mejor espacio para el encuentro de investigadores del patrimonio en Pinar del Río.

De significación internacional, el aniversario 25 de la declaratoria del Valle de Viñales como Patrimonio Cultural de la Humanidad el 1ro de diciembre de 1999, “un ejemplo excepcional de paisaje cultural, representativo del auge histórico de la producción tabacalera en el mundo, donde las formas tradicionales de agricultura se insertan en un marco físico de altos valores naturales y escénicos, junto con manifestaciones vernáculas en la arquitectura y la cultura inmaterial”.[6] Un bien cultural cuya legalidad patrimonial se hermana con el Museo Provincial de Pinar del Río en 1979, cuando por Resolución no 4, emitida el 23 de marzo de 1979 por la Comisión Nacional de Monumento, recibe la condición de Monumento Nacional de la República de Cuba.

Asistimos, pues, a un encuentro de investigadores bajo la égida de 45 años de construcción y protección legal del Patrimonio Cultural de la Nación en Pinar del Rio, una cita en la que se respiró el aura que sacraliza el bien cultural para develarlo en su condición de bien patrimonial. En esos antecedentes resulta comprensible que las reflexiones en torno al patrimonio desbordara el espacio destinado a ponencias y conferencias y en consecuencia, pasillos, calles y museos o sitios destinados al esparcimiento fueran escenarios de ese diálogo responsable que en ocasiones, propicia la risa, y en otras, el fruncir el ceño en alguno de los protagonistas como manifestación de preocupación.

Una aproximación al programa de esta edición revela en sus 32 ponencias los resultados investigativos de 37 investigadores de los 11 municipios del territorio, en áreas del patrimonio que apuntan a una notable diversidad en tipologías, perspectivas de análisis y espacio geográfico e institucional, muestra de una integradora concepción de la gestión patrimonial en el territorio pinareño. La salvaguardia del punto cubano en el Valle de Viñales, la creación de una cátedra de la décima en la Universidad de Pinar del Río y el estudio del repentismo en Consolación del Sur es exponente de ello en el caso del Patrimonio Cultural Inmaterial, a ello se añade la presentación del proyecto Lelov, signo de potencialidad en el pensamiento local para el registro de representaciones del patrimonio cultural de la región, fuente vital para los estudios que nuestro saber demanda.[7]   

En la modalidad de conferencias tres temas: la educación patrimonial, por la Ms. C. Grisel Santana Sarduy; la descolonización cultural en la praxis museológica, por el profesor Ms. C. Luis Pérez; y, la interpretación del patrimonio desde la sociomuseología, a cargo de la Dra. Dory Castillo Garriga. Todos, asuntos “modernos” que, lejos de esnobismo, invitan a revisiones históricas en el contexto insular sin desdeñar las válidas tesis foráneas. Recuérdese, a modo de ejemplo, al sabio, patriota, relevante pedagogo y filósofo, Enrique José Varona (Puerto Príncipe, 1849-La Habana, 1933):

Que se haga descansar toda la obra de nuestra enseñanza sobre una base estrictamente científica para que sea objetiva, experimental y práctica, hacer que el adolescente adquiera sus conocimientos del mundo, del hombre y de la sociedad de un modo principalmente directo y no de la manera reflejada en los libros y las lecciones puramente verbales, es preparar a los hombres para la activa competencia a que obliga la multiplicidad de relaciones de la vida moderna no espíritus para la especulación fantástica.

Desde esas coordenadas, intentemos aproximarnos a las enunciadas “consideraciones”. Como he indicado, no es posible en tan breve espacio tener en cuenta todos los trabajos presentados, en su lugar, tomo como referencia aquellas vivencias que me han invitado a pensar y/o repensar el alcance de nuestro quehacer investigativo. En aras de comprensión, las organizo en dos ideas que enuncio del siguiente modo: 1.- Vivir en y del patrimonio. El proyecto Lelov y, 2.- Historia cultural para el patrimonio cultural.

1.- Vivir en y del patrimonio. El proyecto Lelov

La idea “Vivir en y del patrimonio”, tiene por motivación la presentación del proyecto Lelov en un pequeño espacio del Palacio de Guasch, inmueble señalado con el no. 202 de la Calle Martí esquina a Comandante Pinares, diseñado y construido por el joven médico Francisco Guasch Ferrer[8] entre 1909 y 1914, joya del eclecticismo o “armonía del desorden”[9] declarada Monumento Local como construcción doméstica por Resolución no. 66 firmada por Marta Arjona Pérez, presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos, el 24 de enero 2000[10] y, en consecuencia, a tenor del sistema legislativo vigente entonces en Cuba, pasó a enriquecer el Patrimonio Cultural de la Nación.[11] Su enunciado encuentra fundamento en la tesis del ya nombrado Marcelo Martín, quien en su artículo “Reflexiones críticas sobre Patrimonio, Turismo y Desarrollo Sostenible II”, se propone establecer los límites a un proyecto cultural que tiene al patrimonio como factor de desarrollo. Enuncia Martín: “El patrimonio contiene, entre muchos otros, dos objetivos fundamentales: ser apropiable como objeto de disfrute por la sociedad y ser fundamento de investigación para el conocimiento”.[12]

Lelov anuncia en su visualidad un íntimo establecimiento en el que compartir un té o un café; elegida la opción, se percata el cliente desde el umbral que le recibe un ambiente personalizado y acogedor; una atmósfera que invita al sosiego, al diálogo amistoso, a creer que si de conquistar la felicidad se trata, allí puede encontrar el interesado el lugar ideal. No hay anuncio a la inclusión, ni a la diversidad que reclama la puesta en uso del patrimonio cultural; sin embargo, nada en Lelov murmura uniformidad, pues la diferencia es inherente al mobiliario, a la vajilla con la que se presta el servicio, al diseño de cada rincón…. Lelov no lo elige, es usted quien opta por Lelov, pues él es “apropiable como objeto de disfrute”.

¿Ofrece Lelov “fundamento de investigación para el conocimiento”? ¿Qué significa Lelov? ¿Cuál es el origen de este proyecto? ¿Qué interpretación otorgar a los elementos que ambientan el lugar más allá de su función decorativa? ¿Quién es su artífice? ¿Qué le motiva? A partir de la experiencia allí vivida, me aventuro a considerar que Lelov es una fuente de conocimiento inagotable, un caudal de información que sometida a análisis e interpretación podría ser vital no solo al profesor e investigador interesado en el patrimonio regional, sino también a quienes desde la culturología y la sociología, por solo citar dos disciplinas que tributan a la valoración de un bien cultural, decidan comprender la expresión de un proyecto económico-cultural que emerge a finales del primer lustro de la segunda década del siglo XXI en la capital de Pinar del Río; un emprendimiento familiar dedicado a la florería que se inaugura el 24 de enero de 2014, un empeño que encontró salida en las ambientaciones de la red hotelera y otros espacios y que, bajo nuevas coordenadas, se refugia en el “Palacio de Guasch”, en la calle Martí, esq. a Cavada a partir de 2018. Lelov está a las puertas de dar cierre a su 10mo Aniversario.

En la presentación del proyecto, su líder, Leidy León, comentó las razones que le llevaron a emprender un negocio inspirada en la poesía de Dulce María Loynaz, idea que ilustró murmurando “[…] yo guardaré para ti las últimas rosas, y cuando tú vuelvas […]”, dando por seguro que los presentes conocían la obra, al tiempo que comentaba la participación de la comunidad (familiares y amigos) en su enriquecimiento... Lelov es la expresión de su tiempo, de ahí la entrada en una nueva temporada en 2017, en Martí esquina a Cavada,[13] un espacio al que en las redes sociales promueve con el siguiente texto: Lelov permite que a través de las flores, el café, la buena música, los recuerdos familiares, el arte y la conversación, podamos tener una experiencia aquí y ahora que nos de fuerza para seguir la vida.

En condición de anfitriona, Leidy expuso su empeño en recuperar la conversación, casi en extinción, y la iniciativa de construir un espacio diferente, lejos de las normas y reglas. Así, se resistió a utilizar un único juego de vajilla o estilo del mobiliario y, nos invadió con comentarios tal si se tratara de un inventario de piezas museables, pero superándolo con eficacia al contar el origen e historia de cada una: el juego de sofá y butacas, legado de su abuela materna, del cual por azar nunca pudo deshacerse y que ahora personaliza Lelov, o la taza que aportó una apreciada señora de Minas  a la que distingue haber sido profesora de Español y Literatura… Para ratificar su fidelidad a la amistad y sus orígenes, coincidentemente, la animación de este miércoles estaba a cargo del dúo Grafiti, integrado por Raydel Carrasco Pérez e Inselly Rubio Roque, ambos compatriotas de origen, cuya pasión por el terruño les llevó a componer e interpretar una pieza musical en la que pueden os estudiosos encontrar un seductor texto cultural para el estudio de Minas.

Apenas dos interpretaciones musicales y las flores, el café y la buena música, anunciada en el slogan, cedió espacio al recuerdo de las costumbres y tradiciones del territorio minero que tras el cierre de la mina Capitán Alberto Fernández Montes de Oca, en 1997, fue declarada Monumento Nacional por la Resolución 166 de Comisión Nacional de Monumentos de la República de Cuba el 24 de enero del año 2000, con el objetivo de conservar los elementos tecnológicos más representativos del proceso de producción del mineral, pertenecientes a las primeras décadas del siglo XX por constituir dignos exponentes del patrimonio industrial cubano y parte indisoluble de la identidad de los pobladores locales.[14] Lelov dio paso a la polémica reflexión en torno al estado de conservación del Monumento; un laberinto en el que anfitriones e investigadores quedaron atrapados por el análisis del valor que el sitio presenta para la identidad cultural de la comunidad. Kenia Caraballo, Luis Hernández Arrote y Reynaldo Miranda, autores de la ponencia “Colección de piezas de Minas de Matahambre”, y Felipe C. Arroyo González, defensor de “Un territorio museo en Minas de Matahambre”, de seguro podrían haber obtenido excelente información para sus análisis, entre ellas, la oportunidad de contar con una nueva fuente de información: la composición musical de Raydel Carrasco Pérez, representación de la recepción que de los bienes culturales de Minas de Matahambre realizan sus moradores en el presente.   

Ante el enigma que me despierta Lelov, no es posible contener la “curiosidad epistemológica”[15] a la que se refiere Paulo Freire, de ahí la búsqueda de información mientras redactaba estas consideraciones. Su artífice, Leidy León Valdés, natural de Minas de Matahambre, es egresada del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Federico Engels y Licenciada en Psicología por la Universidad de La Habana en 2005 con Título de Oro y la distinción de Estudiante Mejor Graduada de ese año; Máster en Psicología Clínica en 2007 y Doctora en Ciencias Psicológicas en el 2022. Enriqueció su formación con una beca de Investigación en la Universidad de Murcia; es Profesora de la Universidad de Pinar del Río y Metodóloga para el Trabajo Educativo con jóvenes universitarios; Presidenta del Grupo Provincial Pinar del Río de la Sociedad Cubana de Psicología y Asesora del Grupo Multidisciplinario para asuntos de Familia en Tribunales. Es una profesional que vincula la docencia e investigación, y como objeto de estudio las relaciones familiares, apreciación que hacen constar sus publicaciones.[16] ¿No es suficiente para apostar por una ética coherente entre formación profesional y proyecto emprendedor? ¿Formación familiar y académica no subyace en las ofertas de Lelov? Cerremos el tema con Poema XII, de Dulce María, desde él podría el investigador del patrimonio cultural entender a Lelov como reservorio de la memoria en su esperanzadora postura: 

Yo guardaré para ti las últimas rosas…

Porque no hayas sembrado, no tengas miedo de encontrar la casa vacía. Porque no la cerraste para la tormenta, no pienses que otros no pondrán su pecho contra el viento.

Ninguno firme como el tuyo cuando quiso serlo, pero con el huracán a la puerta, todos sabremos reforzarla.

Yo salvaré la casa y el jardín: yo recogeré todo lo que aún es digno de guardarse, menos, quizá, de lo que cabe en el hueco de mis manos… Pero yo guardaré para ti las últimas rosas, y cuando tú vuelvas y veas mi casa sin luz, mi jardín devastado, piensa con una lánguida emoción que todavía hay rosas para ti.[17]

Resulta inviable el concepto de privatización del bien cultural; se puede afirmar que es uno de los pocos recursos totalmente públicos que existen en nuestras sociedades. De modo que no es posible servir al patrimonio cultural si no se le ama profundamente, y eso es solamente posible si se le conoce con sus contradicciones, virtudes y defectos. Cuando se le ama, se puede no solo vivir de él, sino también, probablemente, morir por él.

2.- Historia cultural para el patrimonio cultural

La historia es comprensión, y su enseñanza debe proporcionar los elementos para alcanzarla. Con eso se modera el riesgo inevitable del maniqueísmo. // José Luis Romero, 1973.[18]

Es muy natural que sólo el documento pueda suministrar el material primigenio de la historia, como es natural que el mito o la leyenda preste a la tragedia griega su corporeidad. Pero ni aquello es la historia ni es esto la tragedia. // José Luis Romero, 1930.[19]

La segunda idea para estas consideraciones, “Historia Cultural para el Patrimonio Cultural” responde a mi permanente preocupación por fundamentar nuestro quehacer investigativo desde perspectivas teóricas y metodológicas en correspondencia con los cambios epistémicos que han acompañado al patrimonio en los últimos 45 años. En 1993, aproximadamente 31 años atrás, anunciaba el antropólogo Néstor García Canclini: 

Repensar el patrimonio exige deshacer la red de conceptos en que se halla envuelto. Los términos con que se acostumbra a asociarlo –identidad, tradición, historia, monumentos- delimitan un perfil, un territorio, en el cual ·tiene sentido” su uso. La mayoría de los textos que se ocupan del patrimonio lo encaran con una estrategia conservacionista, y un respectivo horizonte profesional: el de los restauradores, los arqueólogos, los historiadores; en suma, los especialistas en el pasado. // Sin embargo, algunos autores empiezan a vincular el patrimonio con otras redes conceptuales: turismo, desarrollo urbano, mercantilización, comunicación masiva. Estos términos son mencionados casi siempre como adversarios del patrimonio: desafíos o agresiones exteriores que proceden de universos distintos.[20] 

Disciplinadamente hemos asumido la transición del “Monumento” al “Patrimonio Cultural”, pero nos consideramos aun poseedores de la decimonónica “erudición” que otorga legitimidad patrimonial a un bien cultural y, en consecuencia, nos atribuimos el derecho a declarar los bienes que deben ser conservados y aquellos “que no los merecen tanto”. No tenemos duda alguna de que el patrimonio es una “construcción sociocultural” y, paradójicamente, conscientes o no, aprobamos la tesis del valor intrínseco:

La perspectiva de la construcción social del patrimonio reconoce que los valores revisten de significado a algunos bienes y los hacen diferentes de otros, convirtiéndolos así en bienes patrimoniales. Algunos ejemplos de la construc­ción social del patrimonio por medio de la asignación de valores son cuando se dona un objeto a un museo, cuando un inmueble o sitio se inscribe en listas patrimoniales, o cuando se toman iniciativas comunita­rias para la protección de bienes o expresiones culturales.[21]

He iniciado el desarrollo de esta idea con dos tesis de José Luis Romero (Buenos Aires, 1909-Tokio, 1977), historiador, filósofo y sociólogo de la cultura que desde la hermenéutica considera a la Historia como una ciencia humana cuyo objetivo es comprender la vida histórica de las sociedades pretéritas, integrando en el proceso interpretativo tanto “el orden fáctico” (las condiciones materiales de existencia) como el “orden potencial” (las representaciones y las mentalidades) de los procesos sociales. El corpus teórico metodológico que demanda el estudio del Patrimonio Cultural se encuentra en la Historia Cultural, ese campo que popularmente llamamos “contexto cultural” y que aquí, científicamente hablando, está llamada a otorga carácter holístico a la investigación.  

Romero se erigió en paradigma de mis análisis de la ciudad como texto cultural a partir de su obra Latinoamérica: las ciudades y las ideas. El anclaje de los estudios de mentalidades al fenómeno urbano, me ofreció las herramientas para combinar lo fáctico y lo potencial sin linealidad ni igualdad alguna, sino mediante relaciones contingentes sin jerarquías preestablecidas. “Aun cuando podría no haber existido ciudad en Latinoamérica, sí habría acontecido el hábito urbano de pensar la vida colectiva como citadina” y “el sentido de verdad en la mentalidad fundadora encuentra su fundamento en el cristianismo, que más que una fe religiosa era, en rigor, la expresión radical de un mundo cultural”, son tesis que desdibujan la jerarquía otorgada al sistema legislativo como condicionamiento único de la morfología urbana en América.[22]

¿Qué lecciones ofrece Romero para la historia cultural? Entre otras, 1) pensar históricamente, donde el análisis histórico debe referirse a procesos y no a hechos, 3) comprender los episodios “espectaculares de la historia” entroncándolos “en lentos y oscuros procesos subterráneos que se refieren a la vida de las sociedades, a su organización económica y a su creación cultural” y 4) usar las fuentes como instrumentos del conocimiento histórico a partir de “entroncar el episodio en el proceso”.

La fugaz aproximación a los trabajos que compartí en el XVIII Evento Provincial de Investigadores de Pinar del Río, me llevan a acotar que la historia como interpretación y la selección de fuentes para estudiar el patrimonio cultural transitan por buen camino. El estudio de la colección relacionada con los Malagones, de Hilda Amalia Rodríguez González, la presentación “Estudio del pensamiento, vida y acción de Antonio Guiteras Holmes”, por las profesoras Teresa Siria Martínez y Gumersinda Castro de los Reyes y “Estudio del árbol genealógico de la familia Rubio”, por Iraida Hernández Hernández, apuntan desde esa perspectiva, no solo al enriquecimiento de colecciones, sino también, y esencialmente, a entender las razones que inscriben a esas personas en ámbito patrimonial. Recuérdese que:

[…] no conservamos el patrimonio por él mismo, sino porque obtenemos de él distintos beneficios: lo estudiamos, usamos e interpretamos; nos da sentido de comunidad, profundidad histórica e identidad cultural; y porque creemos que las generaciones futuras verán en él significados y valores que merecen ser conservados.[23]

En relación con la diversidad de las fuentes y su uso, varios son los trabajos que aquí podrían ser objetos de reflexión; mas, por hacer honor a mi profesión (historiador del arte), quisiera llamar la atención, en primer lugar, a la ponencia “En Sandino hay un mural”, presentada por Alfredo Troche Valdés, especialista de la Galería de Arte de Sandino.  Para ello haré gala de perspicacia investigativa en arte, un campo en el que resulta clave datar la obra y precisar su autoría, información que con mágica dramaturgia reveló Troche en su presentación.

El 17 de marzo de 2021, la periodista y conductora Noemí Balmaseda Albelay, dedica el programa “Marcando la diferencia”, de Radio Sandino, a la Galería de Arte del municipio, contando con la presencia de Alfredo Troche Valdés, especialista de dicha institución. A modo de eslogan promocional “invita a apreciar dos obras de arte que son patrimonio del municipio Sandino; una de ellas entregada a los primeros moradores de la ciudad, la otra, premio del concurso “Canto a la Historia”,[24] realizada por el instructor de arte Yaniel Camejo Ayala, una representación pictórica del mural cerámico de gran formato emplazado en el antiguo Circulo Social de la comunidad, actualmente discoteca. ¿Reconocen los habitantes en dicho mural un signo de su patrimonio, o la referencia a tal reconocimiento está a cargo solo de técnicos y especialistas vinculados a la cultura y en relación con la fundación del poblado? ¿Existe interés en inscribir la obra en un proceso de patrimonialización que jurídicamente garantice su protección? 

Troche Valdés ubica la motivación de su investigación en la tarea asignada a estudiantes del territorio de explorar el origen de la obra y el desempeño de sus funciones comunitarias, como especialista de la galería, de contribuir a ello. Ante la ausencia de datos, cubrió las inquietudes estudiantiles a partir de una lectura formal de la obra e inició una búsqueda de información al respecto. A través del internet supo que se trataba de una artista ecuatoriana formada artísticamente en Cuba, ganadora del concurso que a tales efectos salió a la luz como parte del proyecto urbano-arquitectónico de la Comunidad Sandino a finales del primer lustro de los años 60. ¿Su autora? Pilar Bustos.

A modo de conclusión de su comunicación destaca Troche el valor documental; en el primero de ellos por la potencialidad del arte como fuente histórica. Valor sobre el que Luis de Soto y Sagarra, profesor de Historia del arte acota: “La forma, el contenido, el material, la técnica, el fin de una obra de arte son símbolos respecto de la mundividencia del individuo y de su época”.[25]

De mis pesquisas documentales comparto aquí que María del Pilar Bustos Romoleroux, nació en la ciudad de Quito, Ecuador, en 1945; de padre chileno y madre ecuatoriana. Desde muy pequeña se muda a Chile, quedando al cuidado de su abuela paterna tras la muerte de su padre. Con 16 años participa junto a su hermana en la Campaña de Alfabetización en Cuba y como recompensa recibe una beca en la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán bajo la tutela de Wifredo Lam, impronta notable en el mural de Sandino, y comparte con maestros de la talla de Servando Cabrera, Jorge Rigol, Adigio Benítez, el Arq. Ricardo Porro, Ever Fonseca, Gilberto Frómeta, Nelson Domínguez y Zaida del Río.

Entre 1965 y 1967 ilustra publicaciones en Caimán Barbudo, Revista Cuba y Bohemia. Participa en la Bienal de Pintores Nóveles celebrado en La Habana en 1965, donde “probablemente” recibe el Premio Adquisición y Premio Ingreso a la UNEA de Cuba que aparecen en su curriculum. Al año siguiente, en 1966, recibe el Primer Premio Mural de Ciudad Sandino, obra de grandes dimensiones construida “con terrazo, pigmentos de colores y pedazos de mármol” y en 1967, obtiene el Segundo Premio Mural Parque Universitario La Habana. En entrevista acerca de su lenguaje confiesa: “Desarrollo mi trabajo en base a la expresión, trato de captar lo esencial, a lo cual llego con pocos trazos. Mi trabajo es directo sin boceto ni líneas previas”.

Dentro de sus reconocimientos cobra notable significación el Premio Eugenio Espejo[26] en la categoría Actividad cultural y artística otorgado en el 2015 por Rafael Correa, Presidente de Ecuador; lauro que comparte con Fernando Tinajero, ensayista, novelista y catedrático ecuatoriano, en Actividad literaria, por una obra que examina el papel de los intelectuales, la sociedad, el arte y la literatura en el Ecuador; y con Luis Cumbal Flores, en Actividad científica.

Ardua tarea demanda el estudio de la significación que se ha de otorgar al mural de Sandino en los diferentes peldaños del patrimonio cultural y en las perspectivas de emplazamiento, autor, época y temática abordada, entre otras.

Con centro en el uso de fuentes en los procesos de investigación, la visita a la Casa Museo Ormani Arenado Llonch, con sede en el inmueble no. 110 de la calle Rosario (hoy Ormani Arenado), entre Maceo y Virtudes, desborda el sentido de información primaria para análisis histórico al utilizar como exponente la reproducción de la nota mecanografiada por Gerardo Medina Cardentey (Pinar del Río, 1931 – La Habana, 1957) a sus seres queridos el 18 de julio de 1952 bajo condición de que fuese leído solo en caso de  sufrir un “accidente”; un “documento” que Glendys Margarita Hernández Ramírez, directora del Museo Memorial Ormani Arenado, presenta como testamento político del joven que muere en el Asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1957, con apenas cumplido sus 26 años, cinco años después de escribir el referido texto.

¿Se tiene conciencia de la connotación que puede recibir esa pieza para quienes se acercan a ella desde miras diferentes? ¿Cuántos aportes a la historia local podría ofrecer un análisis filosófico, lingüístico o psicológico, por solo nombrar algunas? ¿Nos aproximaría Glendys a estas interrogantes en su ponencia “Educación patrimonial Vs Historia local”, o de ello se encargaría María Rosa Ramírez Martínez en “Consideraciones acerca de la digitalización de las colecciones en el Museo Ormani Arenado Llonch”?

De cuánto contribuye la interdisciplinariedad a nuestra función dio muestra la intervención de Carlos César Callava Couret, quien entronca, con aires descolonizadores, la significación de las plantas medicinales en la cultura tradicional y científica en culturas antiguas y contemporáneas mediante su valoración en espacios geográficos y temporales que por su distancia parecieran quedar al margen de concatenación alguna.  Callava Couret dio muestra en su exposición que no existe contradicción entre rigor científico y disfrute en la presentación de resultados, lección a agradecer que amplía su deber ético como colaborador del Museo Antonio Guiteras Holmes, el farmacéutico y líder revolucionario.

Para dar cierre a “consideraciones”, he dejado un tema que por la naturaleza de las fuentes y las polémicas que contiene, José Luis Romero ubicaría en el orden potencial, el de las representaciones y las mentalidades, y por tanto, más cargadas de subjetividad que las del orden fáctico, pero, y quizás precisamente por ello, imprescindible para entroncar la producción material y espiritual de la sociedad, lo que las hace más cercana a la historia cultural que demanda la comprensión del patrimonio cultural.

Encuentra motivación en la ponencia “El comité «Todo por Viñales»”, de Lidia Esther García Vázquez, especialista del Museo Municipal de Viñales y como antecedente, mi aproximación a la revista Pinar del Río. Órgano Oficial del Comité «Todo por Pinar del Río», cuyos ejemplares atesora y conserva, celosamente, el Archivo Histórico Provincial de Pinar del Río. También contribuye a su elección el escenario en el que tuvo lugar la comunicación: el recorrido por el Valle y poblado de Viñales en conmemoración al 25 aniversario de la declaratoria como Patrimonio Cultural de la Humanidad, un sendero cuyo disfrute rebasa la sensibilidad del forastero y los horizontes culturales, al menos en el ámbito patrimonial, en el simbolismo que guarda para los moradores de la región en el decursar del tiempo.

No es posible iniciar una presentación de este bien patrimonial con las declaratorias internacionales; exige, eso sí, de un pormenorizado relato de los primeros pasos en su cuidado y conservación, en las alianzas que para ello establecieron los principales protagonistas; téngase en cuenta que el origen del centro urbano está estrechamente vinculado al valle.

He ahí la importancia de los resultados ofrecidos por Lidia Esther, quien desde fuentes estatales y privadas se aproxima a una historia local de la valoración y gestión del patrimonio en Viñales, esta vez a partir del accionar del Comité “Todo por Viñales”, fundado en 1956 por Rubén Darío Paola Molina. La historia de este comité en “Historia del municipio Viñales (provincia de Pinar del Río)”, se resume con el siguiente texto: “un movimiento cívico con el objetivo de contribuir al desarrollo social del pueblo y entre las principales obras que realizaron se incluyeron la construcción de alas aceras del pueblo y el parque frente a la Casa de Don Tomás, el mirador del silencio en los altos del cementerio y se estableció el Día del Viñalero Ausente, entre otras”.[27] Nada de sus protagonistas, tampoco de su evaporación ni los factores que contribuyeron a ello.  

¿Qué papel jugó Rubén dentro del movimiento entre 1956 y su suspensión, en 1960? ¿Cuánto contribuyó al proyecto René Quesada, Gregorio Bernal y otros miembros? ¿Logró Viñales, a imagen del Comité “Todo por Pinar”, aglutinar a los viñaleros en pro de mejoras urbanas? ¿Crearon folletos, revistas u otros medios de comunicación que revelen metas, objetivos o líneas a seguir? El historiador Emeterio S. Santovenia presentaba el Comité de la ciudad de Pinar del Río del siguiente modo:        

En la capital de Vuelta Abajo apareció un día colocada en lo cimero de las mejores aspiraciones, una bandera nueva. Este pabellón, perfectamente visible para mujeres y hombres ganosos de trabajar en obra de saneamiento profundo, así material como inmaterial, ostentó una inscripción muy expresiva: Todo por Pinar del Río. El principio así enunciado tomó forma tangible en un comité, que asumió la tarea, a la vez ardua y tierna, de estimular la asociación de personas de rectas intenciones, ofrecer consejos y orientaciones saludables, colectar dinero, estimular la prestación vecinal, donar trabajo real de sus miembros y destinar sus fondos y reservas a la realización de proyectos útiles. Al cabo de algunas semanas lo que había podido parecer plan quimérico era suceso feliz: la población de Pinar del Río se hallaba adentrada en el afán de defenderse y acelerar su propio bienestar.[28]

¿Cómo describir el Comité Viñalero? En términos ideológicos, utilizando los slogans de las guerras de independencia, el propio Comité de la capital vueltabajera hacía un llamado a la unión, olvidando para ello históricas diferencias étnicas, políticas o culturales, entre otras:

“Pinareño, valor, de la ardua lucha se recoge por fruto la victoria…” // Era ardua la lucha; para ella necesitábamos una cooperación decidida del pueblo y de las autoridades, necesitábamos un resurgimiento del espíritu del 95: necesitábamos hombre y mujeres de todos los credos, de todas las latitudes, de todas las razas, que codo con codo, arremetieran contra los males a combatir, y esa necesidad, queridos pinareños, constituye en el presente nuestro más legítimo orgullo, porque tuvimos esa cooperación, ese espíritu de lucha y sacrificio”.[29]

Por razones obvias no es posible emitir criterios sobre el Comité de Viñales a partir del de Pinar, mas seguir un método comparativo con aquel puede ofrecer hipótesis y puntos de mira que alcanzarán demostración mediante la triangulación documental, “documento” en el sentido que encuentra operacionalidad en el “patrimonio documental”; es decir, toda obra con potencialidad para ofrecer información acerca de un fenómeno o proceso dado. En tal dirección y a modo de conclusión asomémonos al más público de los textos escritos por el Comité “Todo por Viñales”, un texto tan popular como sus tradiciones o su arquitectura, una huella de total accesibilidad que carece de protección alguna. En la acera de la intercepción de las calles Ceferino Fernández y Salvador Cisneros, diagonal al Parque José Martí, reza: “Construida por el Comité Todo por Viñales 4/10/57.” 

Como he reiterado, se trata solo de consideraciones a la luz del XVIII Evento Provincial de Investigadores del Patrimonio Cultural de Pinar del Río, una cita que he de agradecer a sus organizadores y al esfuerzo puesto por todos los que de una u otra forma participan de la noble tarea de identificar y proteger el patrimonio cultural. La exposición homenaje al 45 Aniversario de la inauguración del Museo Provincial que clausuró el evento, es la expresión del sólido transitar de los pinareños por asegurar poner en manos de próximas generaciones un sistema de valores que sin duda merece ser tenido en cuenta.

     

 

 

[1] Palabras del escritor artemiseño Armando Guerra en “Meditación de Aniversario”, Premio del concurso sobre el Día de la Dignidad Pinareña. V.: Armando Guerra: “Meditación de Aniversario”, Revista Pinar del Río. Órgano Oficial del Comité Todo por Pinar del Río, 2(16):9-10, Pinar del Río, diciembre de 1948.

[2] Marcelo Martín: “Patrimonio, Turismo y Desarrollo Sostenible”, Arquitectura (ARQA Internacional), Sevilla, España, 14 de febrero de 2006. [s/p] https://arqa.com//actualidad/colaboraciones/patrimonio-turismo-y-desarrollo-sostenible.html, [6-9-2023].

[3] Ibídem.

[4] Marcelo Martín: Ob. cit.

[5] V.: Marcos Antonio Tamames Henderson: “Fernando Inclán Lavastida. El historiador de Marianao I”, Blog Cubarte, La Habana, 6 de julio de 2019. http://www.cubarte.cult.cu/blog-cubarte/fernando-inclan-lavastida-el-historiador-de-marianao-i/. Cf. Carlos Antonio Aguirre Rojas: “Carlos Marx y el aporte todavía vigente del marxismo para las ciencias sociales del siglo XXI”, en su Retratos para la historia. Ensayos de contrahistoria intelectual, pp. 11-34, Editorial ICAI, La Habana, 2010.

[6] Consejo Nacional de Patrimonio Cultural: Monumentos Nacionales de la República de Cuba, “Valle de Viñales”, p. 25, Collage Ediciones, La Habana, 2015.

[7]la cientificidad, más allá de las reglas que la academia exige durante la presentación de resultados de investigación, es una postura ética inherente a la construcción del conocimiento desde la potencialidad de información de las fuentes que sirven de base al investigador”. V.: Eliana Cárdenas: Historiografía e Identidad en la arquitectura cubana, Ed. UNIÓN, La Habana, 2017, Cf. Marcos Antonio Tamames Henderson: “Historiografía e Identidad…, el regreso de Eliana Cárdenas”, Cubarte, La Habana, 28 de febrero de 2017. https://www.cubarte.cult.cu/periodico-cubarte/historiografia-e-identidad-el-regreso-de-eliana-cardenas/

[8] Francisco Guasch Ferrer. Natural de Quivicán, crece en España, estudia Medicina y Cirugía en la Universidad de Barcelona, doctorándose en Madrid. Posteriormente se especializa en tocología (obstetra), en París. Su esposa, Agustina Udaondo Sabater, natural de Consolación del Sur, radicaba en Barcelona. Regresan a Cuba y se instalan en Pinar del Río en 1899. Radio Sandino: “El Palacio Guasch”, Periódico Guerrillero, [2018].

[9] “Palacio de Guasch o la “armonía del desorden”, Prensa Latina; en Cubadebate, 7 de marzo de 2022.

[10] Lorena Viñas Rodríguez (Ed.): “Palacio de Guasch, 105 años de eclecticismo”, Radio Habana Cuba, 30 de agosto de 2019. Información que por vía telefónica confirma y enriquece la doctora Dory Castillo Garraga.

[11] El Artículo 20 del Decreto 118 del Consejo de Ministros establece: “Toda declaración de monumento nacional o monumento local por la Comisión Nacional de Monumentos, al amparo de los consignado en el Artículo 4, inciso 3, de la Ley 2, del 4 de agosto de 1977, Ley de los Monumentos Nacionales y Locales, deberá comunicarse al Registro Nacional de Bienes Culturales de la República de Cuba, a los efectos de su inscripción como parte del Patrimonio Cultural de la Nación”. Consejo de Ministros: “Decreto número 118”, 23 de septiembre de 1983; en Centro Provincial de Patrimonio Cultural. Ciudad de La Habana: Principales legislaciones para la protección del Patrimonio Cultural, t. 1, [pp. 31-43] p. 36, [s/ed.], [s/a].

[12] Marcelo Martín: “Reflexiones críticas sobre Patrimonio, Turismo y Desarrollo Sostenible”, Boletín de interpretación, (6):3-4, España, enero de 2022.  [PDF]. 

[13] En lugar de utilizar el nombre Comandante Pinares como referente para Lelov, opta Leidy por “Cavada”. ¿Expresión de la memoria colectiva que rememora el homenaje rendido por el Ayuntamiento de la ciudad el 16 de noviembre de 1911 al Dr. Juan María Cavada y del Haya con el rebautizar de la calle “La Coloma”? ¿Contribuyó el Dr. Cavada al progreso de la ciudad desde sus funciones como representante a la Cámara de la Republica entre 1909 y 1915? Entre 1916 y 1930 fue Alcalde de la ciudad de Pinar del Río y Senador de la República en el período 1931-1932. “[…] con la toma de posesión del doctor Juan María Cavada y del Haya, inicia un periodo fructífero para la ciudad, que determinó la activación de su vida cultural. Durante su administración se reconstruyó el Parque de la Independencia, el paseo Estrada Palma, y se asfaltaron las calles Martí, Vélez Caviedes, Cuarteles, parte de Rosario (Ormari Arenado), San Juan, Isabel Rubio, Máximo Gómez y otras. Se construyó el puente sobre el río Guamá y en 1931 se inauguró la Carretera Central que unía a Pinar con el resto del país”. V.: Januar Valdés Barrios: “Nuestra cultura en la historia de las calles”, Guerrillero, 53(49):6, Pinar del Río, viernes 3 de junio de 2022.

[14] Consejo Nacional de Patrimonio Cultural: Monumentos Nacionales de la República de Cuba, “Mina Capitán Alberto Fernández Montes de Oca, Antigua Mina de Matahambre”, p. 199, Ed. Collage, La Habana, 2015.

[15] Paolo Freire: Pedagogía de la autonomía, pp. 12-13, Paz e Terra, Sao Paulo, 2004. [PDF].

[16] V.: Leidy León Veloz, Consuelo Martín Fernández y Patricia Ares Muzio: “Emigración de padres y madres, manejo sociofamiliar e implicaciones para hijos e hijas menores”, Revista Novedades en Población, 17(34):185-203, 1ro de diciembre de 2021.

[17] Dulce María Loynaz: “Mi poesía: autocrítica”, La Azotea de Reina, http:www.habanaelegante.com/Fall-Winter2002/Azotea.html

[18] José Luis Romero: “Cómo se enseña la historia del país”, en Crisis, no. 8, Buenos Aires, diciembre de 1973.  https://jlromero.com.ar [18-12-2024].

[19] José Luis Romero. "El documento y la reconstrucción histórica” de José María Chacón y Calvo. Ediciones 1929, de La Habana; en Nosotros, nº 251, Buenos Aires, abril de 1930. https://jlromero.com.ar [18-12-2024].

[20] Néstor García Canclini: “Los usos sociales del patrimonio cultural”, p. 16; en El Patrimonio Cultural de México, México, 1993.

[21] Isabel Villaseñor Alonso: “El Valor intrínseco del patrimonio cultural: ¿una noción aún vigente?”, Intervención, 2(3): 6-12, [pp. 7-8], Gándara, Argentina, enero-junio de 2011.

[22] Marcos Antonio Tamames Henderson: Urbanismo de Camaguey entre 1514 y 1837, p. 8, Editorial Universitaria, La Habana, 2018.

[23] Isabel Villaseñor Alonso: Ob. cit., p. 7.

[24] “Apreciación artística de dos obras patrimonio del patrimonio, Facebook, Radio Sandino Cuba,

[25] Luis de Soto y Sagarra: Filosofía de la Historia del Arte (Apuntes), p. 76, Ed. UH, La Habana, 2013.

[26] El Premio Eugenio Espejo constituye un Premio Nacional de la República del Ecuador a favor de personas u organismos públicos o privados que destacan en el ámbito cultural del país. Fue instituido el 16 de agosto de 1975 por el general Guillermo Rodríguez Lara mediante decreto presidencial no.  677 y 699. Es conferido por el Presidente de Ecuador el 9 de agosto, día de la Cultura Nacional y de la Casa d la Cultura Ecuatoriana.

[27] “Historia del municipio Viñales (provincia de Pinar del Río)”, EcuRed, https://www.ecuredd.cu/Historia_del_municipio-vinales

[28] Palabras del “ilustre historiador” Emeterio S. Santovenia. Apud.  Armando Guerra, Ob. cit., p. 9.

[29] “Opiniones de Comité”, Revista Pinar del Río. Órgano Oficial del Comité Todo por Pinar del Río, 2(16):3-7, Pinar del Río, diciembre de 1948.

 

 

 


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