Las necesarias mascarillas faciales y el distanciamiento social, están marcando el retorno de los conciertos de jazz a los teatros habaneros; en este inicio de año 2022. SÍ, el Festival Internacional Jazz Plaza, ha vuelto a la capital cubana, luego de 730 días de obligada virtualidad. Obligados reencuentros entre amantes del género y colegas, terminan aderezando la ocasión.
Aunque la coincidencia temporal de propuestas de interés en sedes diferentes, hacía difícil la selección en este martes 18 de enero de 2022 (primer día de evento); mis pies (aprovechando la bella tarde habanera) terminaron avanzando hacia la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba.
La jornada vespertina, mostraba un interesante proyecto nombrado Confluencia de pianos; que descansaba sobre los hombros del joven pianista y compositor cubano Rodrigo García Ameneiro. Este artista ha participado en anteriores ediciones de este certamen, ya sea formando parte de la Jazz band del maestro Joaquín Betancourt, con Ceda el paso (su propio proyecto) o acompañando a artistas foráneos invitados.
A priori, lo más singular de la propuesta, era el eclecticismo en la selección de los participantes, lo cual representaba un importante reto para él y una gran incógnita para los asistentes, que colmaron la sede.
Poco después de las 6 de la tarde, se descorrieron las cortinas de la sala, dejando a la vista un escenario engalanado con el trabajo del artista plástico Sandor González. La Orquesta de cámara de la Habana (bajo la batuta de la maestra Daiana García) al fondo del escenario, una batería y un set de percusión en el lado derecho, y dos pianos al centro. Parecía estar todo listo.
Rodrigo García y Ceda el paso.
Los primeros acordes los traería el propio Rodrigo García junto a Ceda el paso (con colaboración de la Orquesta), para regalar una pieza de su autoría nombrada En busca de un espacio.
A partir de entonces, se iniciaría la confluencia de pianos, con el trabajo conjunto del anfitrión con sus artistas invitados. El primero de ellos fue el aclamado Premio Nacional de Música 2021, José María Vitier; para mostrar una pieza suya bien conocida, titulada Fugado y Son nocturno, para la cual recibió el apoyo de la Orquesta, así como de Yaroldy Abreu en la percusión y de Abel Acosta en el contrabajo.
José María Vitier.
Luego de otra ovación de despedida, Vitier cedió el piano a Roberto Carcassés, para con su tema ADN, entablar una conversación a dos pianos con el anfitrión del espacio.
Roberto Carcassés.
Rolando Luna, escoltado por Gastón Joya en el bajo eléctrico y Oliver Valdés en la batería llegó a escena con toda su energía; para interpretar Alucinaciones, pieza que da título a su segundo disco; y que sería uno de los momentos más altos de la jornada.
Rolando Luna.
Rolando Luna, Gastón Joya y Rodrigo García.
Llegaría entonces, otro momento muy aplaudido por el público; cuando las muy jóvenes hermanas Adriana y Andrea trabajando a 4 manos en un piano, sustituirían felizmente a su padre, el conocido pianista Aldo López-Gavilán (quien hubo de ausentarse a la velada por enfermedad). Ejecutaron de forma impecable, junto a Rodrigo y la orquesta, el tema Te estoy llamando, compuesto por Rodrigo García.
Adriana y Andrea López-Gavilán.
Adriana y Andrea López-Gavilán, Rodrigo García y la Orquesta de Cámara de La Habana.
El joven pianista Andy García llegaría también con sus músicos para interpretar su obra Aquí y allá; cediendo el piano al concluir, a Ernesto Oliva, quien se auxilió de la orquesta y sus músicos, para regalar su cadenciosa obra Sonenguea (esta vez ejecutada a 4 manos en un solo piano junto a Rodrigo García).
Rodrigo García y Ernesto Oliva.
Un necesario intermedio para repasar la afinación de los pianos, permitió a los asistentes estirar las piernas e intercambiar impresiones; preparándose para el viaje de cierre.
El primer invitado en llegar a escena a continuación fue Manuel “Manolito” Simonet, para, con ayuda de la sección de cuerdas; ejecutar una obra de su autoría nombrada Melodía para una leyenda.
Manolito Simonet.
Cedería luego el espacio a Antonio “Tony” Rodríguez, para una conversación íntima entre pianos, nombrada 7/24; aderezados por Oliver Valdés desde la batería y Raúl Fernández en el contrabajo.
Correspondió entonces su turno, al pianista y compositor Alejandro Falcón, para regalar su Caribeña, con el auxilio de la orquesta.
Otro de los momentos bien emotivos de la velada (muy reconocido por el público), llegaría por intermedio de Brayan Álvarez, hijo menor del recién desaparecido músico cubano Adalberto Álvarez (Premio nacional de música 2008). A dos pianos recordarían la música de Adalberto, iniciando el recorrido con la solemnidad del homenaje, y terminando con excelentes versiones de Tu fiel trovador y A Bayamo en coche.
Brayan Álvarez.
Brayan Álvarez y Rodrigo García.
Para el cierre, Rodrigo García reservó al maestro Frank Fernández, Premio Nacional de Música 2005, para arropados por la orquesta; interpretar dos obras del invitado: Joropo y el Tema de amor de La gran Rebelión. Al concluir, el público emocionado le despidió de pie, entre aplausos.
Frank Fernández.
Frank Fernández y Rodrigo García.
Liberando emociones, Rodrigo llamó nuevamente a su agrupación Ceda el paso, para cerrar la tarde, con otra obra suya nombrada Mi danzón; para lo cual volvieron a contar con el apoyo de la Orquesta de cámara de La Habana.
Terminaba así una memorable velada, que afortunadamente, quedó en registro audiovisual para la posteridad, por cuenta del sello cubano Bis Music.
Solamente unos 20 minutos, separaban la terminación de esta presentación, del concierto inaugural del Jazz Plaza; que a las 9:00 PM, sucedería en la Sala Avellaneda del propio teatro.
El comienzo, muy esperado por los asistentes, tuvo como protagonista al pianista y compositor cubano (radicado en Estados Unidos) Ignacio “Nachito” Herrera, quien obtuvo renombre durante sus años de trabajo con la orquesta del show del cabaret Tropicana, durante su pertenencia al proyecto Cubanísimo (creado en la década del 90 del pasado siglo por el trompetista Jesús Alemañy); así como por sus colaboraciones con el proyecto Afro Cuban All Stars. Herrera regresaba a los escenarios cubanos, luego de un tiempo de ausencia, lo cual, para él suponía una gran carga emocional y un elevado compromiso artístico.
Nachito Herrera.
Según el itinerario de viaje hacia La Habana, Nachito sabía que no tendría tiempo previo al concierto para ensayar con los músicos locales que le acompañarían, y por eso escogió a varios consagrados instrumentistas con los que le unen lazos musicales y de amistad. Entre ellos, Juan Carlos Rojas en la batería, Jorge Reyes en el contrabajo, Reinaldo Melián en la trompeta y Alfred Thompson en el saxofón.
Luego de la presentación de rigor, Nachito llegó hasta el piano, y tras saludar al auditorio, mostró credenciales con su sonido limpio y potente en el piano. La primera pieza no podía ser otra que combinara mejor su lugar de nacimiento y su actual residencia que Estella va a estallar, un viejo y explosivo arreglo de Chucho Valdés para su banda Irakere, inspirado en el estándar jazzístico Stella by startlight, compuesto por el estadounidense Victor Young (en 1944). En esta obra, en adición a Herrera, obtuvo relevancia como solista, el trompetista Reinaldo Melián.
Nachito Herrera.
Mostrando otra de sus facetas como instrumentista y líder de este grupo de músicos, Herrera decidió invitar a uno de sus compañeros de estudios, el conocido violinista Dagoberto González, quien durante varios años ha militado en las filas de la emblemática. Orquesta Aragón. Con él decidió fusionar tres temas del género Chachachá: La engañadora (de Enrique Jorrín), El bodeguero (de Richard Egües) y El alardoso (también de Jorrín). El último de estos fragmentos posibilitó que Dagoberto González diera rienda suelta a la improvisación desde su violín; mientras que quedaba espacio para similar improvisación de Yoandy Agudín en el trombón.
Dagoberto González.
Nachito Herrera y Dagoberto González.
Dagoberto González, Jorge Reyes y Jorge Luis Rojas.
Para el siguiente tema, Homenaje a Chano Pozo (del también cubano José Caridad “Perico” Hernández) decidió traer a escena a Juan Carlos Villegas Alfonso, cantante de la Orquesta Aragón. En esta pieza, destacó el percusionista Tomás “Panga” Ramos en las congas.
Volviendo íntegramente al jazz latino, Herrera provocó una especie de jam session, a partir de su tema West side latin jazz (que aparece en su disco Liveat the Dakota vol. 2, del año 2006). Allí hubo espacio para improvisación solita de Alfred Thompson en el saxofón barítono, de Jorge Sergio Ramírez en el saxofón alto, de Luis Valiente Marín “Betún” en la paila y de Tomás “Panga” Ramos, en las congas.
Como colofón, Nachito Herrera decidió versionar la conocida pieza A Puerto Padre, original del desaparecido pianista cubano Emiliano Salvador. En la misma, el líder del proyecto mostró nuevamente su calidad de ejecución e improvisación, mientras que dejaba espacio para el trombón de Yoandy Agudín.
El aplauso final, y el resultado musical obtenido, les permitieron (entre sonrisas) abandonar el escenario, dejando libre el espacio para la segunda parte del espectáculo, a cargo del maestro Bobby Carcassés.
Roberto Arturo Carcassés Cuza, conocido por todos como Bobby Carcassés, es considerado el Padre del Jazz Plaza (y por este y otros tantos aportes a la cultura nacional cubana, recibió el Premio Nacional de Música en el año 2012).
Bobby Carcassés.
Como es habitual en el certamen, Bobby mantiene su espacio en la gala inaugural, para presentarse junto a su proyecto Afrojazz, con el cual trata de vincular a múltiples músicos, consagrados y noveles. En esta ocasión, en adición a su formato musical habitual, incorporó una orquesta de vientos, dirigida por él y por el saxofonista Jorge Sergio Ramírez.
Mientras se escuchaban las notas introductorias, comandadas desde el piano por Adrián Estévez, aprovechó para dedicar su segmento a la memoria del recién desaparecido trompetista cubano José Miguel Greco.
La primera propuesta llegó con un tema de Bobby Carcassés titulado Cubana y sensual, que aparece en su disco Blues con montuno, del año 2017. Para su interpretación requirió de los servicios de Tanmy López Moreno, en el violín y la voz (junto con él). Durante la obra, hubo otros momentos de alta intensidad, con improvisaciones de Julio Padrón en la trompeta, Emir Santa Cruz en el saxofón barítono y Héctor Quintana en la guitarra eléctrica.
Tanmy López Moreno.
Para la siguiente pieza, titulada Canción de los niños (de la autoría de la cubana Tania Castellanos); Bobby Carcassés tuvo la voz líder e invitó a escena, a un estudiante de saxofón del conservatorio Guillermo Tomás, junto a la flautista Belinda Guerra, a la violinista Laura Valdivia, y nuevamente a Tanmy López Moreno.
Belinda Guerra.
Al concluir, Adrián Estévez cedió el piano a Roberto Carcassés, y Ángel Octavio Cotán asumió la guitarra eléctrica; para interpretar otra obra de Bobby nombrada Blues guaguancó (que aparece en el disco Jazzcuba vol. 16, del año 2006, y que luego fuera versionada por Arturo O’Farril para su disco del año 2016).
En esta pieza, hubo interpretaciones solistas de Tommy Lowry en la trompeta, de Delvis Ponce en el saxofón alto, de Carlos Álvarez en el trombón; de José Raúl Machado en el bajo, así como de Ángel Octavio Cotány Roberto Carcassés.
Para cambiar el color del sonido en escena, Bobby cedió el escenario a la cantante y compositora Zule Guerra; quien regaló la interpretación de su tema El viaje, obra que da título a su disco del año 2020, donde hace gala de su técnica de scat.
Zule Guerra.
Para terminar la noche, regresó el anfitrión de la velada a escena, con su versión propia de Caravan (conocido estándar compuesto por el puertorriqueño Juan Tizoly el estadounidense Duke Ellington, en 1936). Para la ocasión, convocó en roles protagónicos al saxofonista César López, junto a los flautistas Orlando Valle “Maraca” y Belinda Guerra; quienes protagonizaron una animada controversia. También resultaron relevantes las improvisaciones solistas de Yasek Manzano y Alejandro Delgado en las trompetas y de Ángel Octavio Cotán en la guitarra eléctrica. Como animación en la parte final, se incorporó el vistoso baile de Reinaldo Baró.
César López.
Orlando Valle "Maraca".
Yasek Manzano, Tommy Lowry, Julio Padrón y Alejandro Delgado.
Faltaban 20 minutos para la medianoche, cuando cesó la música, y los asistentes, bajo la luna llena en una fría noche habanera, volvían a casa repletos de inolvidables momentos, deseando que pasen las horas y vuelvan a abrirse las cortinas del jazz, en su segunda jornada.
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