Las historias de los esenciales hombres habitan en un nicho de envoltura imprecisa. No se reciclan como sentencian los ensayistas de temporada, emergen con sabias escrituras desde los cerros de las palabras.
La memoria las abriga como celoso guardián para descubrirlas, “cual si nada”, en un presente tardío. Transitan entonces hacia un futuro imposible de bocetar, que será narrado alguna vez, desde otro pasado pretérito.
Los más precisos relatos se nos revelan con encendidas voces de nítidos aires de luz, por ese afán que le apremia a la metáfora de ser parte de algo sustantivo. Emergen tejidos en un llano discurso, en muchos otros, como diálogos cruzados. Labrados por el transitar de muchas otras vidas convergentes.
Son historias tocadas como unidades significantes. Se tejen en una pátina encendida con el verso templado de sustantivas verdades, puestas en jerarquías e icónicos trazos que son los acentos del reverso autoral.
Desde este pliegue filosofar la cineasta y educadora estadounidense Catherine Murphy, construyó su documental, Silvio Rodríguez: Mi primera tarea (Estados Unidos-Cuba, 2020).
Asistimos con ella a los pasajes de un poeta que comparte sus archivadas vivencias, materializadas en la colectividad de muchas otras vidas anónimas. Es la historia de un hombre que labró su destino con la entereza de sus valores y las urgencias de sus circunstancias.
En esta pieza documental la cámara se posiciona observante. Fotografía el gesto contenido, la sosegada articulación de manos o el fondo taciturno de un espacio tardío. Un escenario interior que resulta impreciso frente a la lente, testigo excepcional de sus narraciones veladas.
El tomavistas fílmico se empeña en dibujar, y lo logra, el humanismo del personaje. Son recortes de plurales retratos, de dispares fotos cuyos encuadres se advierten en sincronías de luces, resueltas por cálidas texturas.
La cercanía de un dialogo íntimo, los acentos de medulares momentos dibujados en planos de muchos retornos son parte del discurso narrativo de esta entrega documental, edificada para sostener y legitimar una pieza de envoltura biográfica.
Son meditadas las narraciones que habitan en el “celuloide”. Se posicionan sus vitales anécdotas, las del músico cubano más biografiado por el cine documental. Emergen entonces sus encendidos recuerdos, los de su participación en una epopeya: destronar el analfabetismo en Cuba en el preludio del año 1961.
Catherine Murphy, acompañada por el probado montador Daniel Diez Jr., edifica un filme documental de paralelismos, de metamorfoseadas soluciones. Los planos y secuencias están resueltos como sustantivas crónicas de dos tiempos. Confluye en todo el pietaje documental parlamentos de acusados vocablos, sostenidos por palabras de llano anclaje.
En una carrilera cinematográfica los halos de colores secundan la entrevista a Silvio. Estos legitiman su dialogo vital, certero, apasionado, definitivamente profundo. En la otra, los renovados tonos de pulcras gamas del blanco negro de nítidas vestiduras. Son las partes figurativas de la memoria y la historia de la nación cubana.
Fragmentos tomados del imprescindible Noticiero ICAIC Latinoamericano, que dirigió el cineasta Santiago Álvarez, son incluidos en esta narración de apuntes resignificados. También, fortalecido por las entregas del Archivo fílmico del ICAIC, más otras fuentes documentales, que, superpuestas en los telares de la película, posicionan ese pasado en un presente contextualizado.
Con estos cortes de memoria histórica esta pieza contribuye a ubicar al espectador cautivo en los estamentos que compulsaron una contienda educativa de trascendencia social. La virtud en esta no ficción, no es solo el renovar imágenes icónicas que son parte de la memoria de varias generaciones de cubanos. Mi primera tarea, nos revela además, otros documentos fílmicos inéditos, que posicionan una historia esencial para el curso testimonial de la Revolución cubana.
La documentalista estadounidense subraya con penetrante lectura los matices históricos, políticos, educativos y culturales que desataron la Campaña de Alfabetización, que impulsó el líder de la Revolución cubana Fidel Castro. Son entrecruzados momentos que convergen entre ese pasado y los puntos significantes del dialogo del biografiado, cuya línea conductora es la entrevista de cercanía, de corta distancia.
Silvio Rodríguez es un testigo excepcional de esta gesta, sus canciones son parte de las huellas de una era fundacional. No solo porque la protagonizó junto a muchos otros miles de adolescentes empeñados en ser parte de algo mayor. El trovador es dibujado en esta pieza fílmica, como el otro narrador de aquella ejemplar contienda que revolucionó los estamentos de la nación.
El protagonista de este filme no solo comparte sus vivencias personales, sus más intrincadas historias familiares. Nos revela también los hechos que revolucionaron aquella década, marcada por la sostenida y creciente hostilidad del gobierno de los Estados Unidos contra una isla, declarada socialista, el 16 de abril de 1961.
El asesinato del joven brigadista Manuel Ascunce Domenech, perpetrado por bandas financiadas por Agencia Central de Inteligencia (Cia) o la derrota de la brigada mercenaria 2506 en Playa Girón, son contados por Silvio como esenciales apuntes de la historia. El telar de esta narración fílmica de velado valor histórico, es aprovechado por la realizadora para representar medulares pasajes.
La música del filme entronca horizontal en los firmamentos narrativos de su evolución documental. La cineasta remezcla el Himno de la Alfabetización, capital simbólico de esta epopeya, compuesto por el destacado músico y compositor cubano Eduardo Saborit.
Es este un acertado subrayado para posicionar al lector audiovisual en las postrimerías de una cruzada contra la ignorancia, aferrada por décadas en un país donde la educación y la cultura eran un privilegio de las elites y las clases que podían sufragar sus costes.
Los temas La Maza y Locuras, ambos de la autoría de Silvio Rodríguez son resignificados por la cineasta en los anclajes de la entrega.
Se incluye en Mi primera tarea, otro tema, también compuesto por Silvio, La nueva escuela, banda sonora del largo documental de igual título, realizado por el cineasta cubano Jorge Fraga en 1973. Catherine Murphy resuelve con esta pieza musical la génesis de la hazaña educativa que años después tuvo otro punto de giro en la cultura cubana. La inclusión de esta canción de autor, en su filme, destaca el compromiso del cantautor con la obra pedagógica, también cultural, de la Revolución, materializada desde la praxis.
La incorporación de Talking to the universe, tema de Aldo López-Gavilán, solventa los necesarios aires de contemporaneidad y logradas transiciones presentes en los pilares del filme. La virtuosidad del joven compositor cubano, también interprete, es parte de los recursos trazados por la autora documental, que no se aferra a lo ya remachado en estas entregas cinematográficas del género, que han abordado la epopeya.
Un esencial pasaje integrado en el filme es el encuentro del trovador con la comunidad donde desarrolló su labor educativa. La realizadora escribe con esos planos de paralelismos (entrevista y archivo documental), las acusadas diferencias de dos escenarios.
Por un lado, los de Silvio en una capital revolucionada y participante de las nuevas transformaciones políticas y sociales de la Revolución. Por la otra, la de los campesinos humildes, dispuestos a recibir de esos jóvenes su voluntad de quebrar el analfabetismo sistémico y reciprocarles con la sabiduría popular, con sus más humildes posesiones. También con sus profundas historias de vida varadas en los más intrincados parajes de la geografía nacional.
Esta es parte de la justificación cinematográfica, más bien es otro “pretexto” para narrar la contienda desde lo personal, desde el monólogo compartido de un hombre dispuesto a hacer por la obra de todos. Su fascinación ante lo desconocido, ante lo nuevo, es fotografiado con esa misma cámara de medulares asientos. Sus palabras vuelven a ser protagonistas. Son los pasajes de un hombre moral.
Los archivos de la memoria, los textos fílmicos del blanco negro engrosan en trazo de apoyatura, las confesiones del biografiado. Nuevamente nos salva de olvidarnos de ese pretérito tiempo, narrado como planos de fortalecidas respuestas. La yuxtaposición es parte del cerco de esta pieza autoral, donde los otros creadores que participan suman estéticas y soluciones de un arte auténticamente colectivo.
Tomar nota sobre lo simbólico es también parte de los atributos de este filme. Desde un primer ángulo se significan dos elementos icónicos de esta gesta: la cartilla y el manual.
En el tercio final del texto fílmico, Catherine Murphy incorpora los archivos que revelan la llegada triunfal de los brigadistas a la Plaza de la Revolución, el escenario de las victorias y los hechos posibles. No es su pretensión regodearse sobre lo conocido, es una resuelta manera de jerarquizar la voluntad política y la unidad, como estrato de toda hazaña redentora.
Silvio apunta, asienta, señala con palabras sustantivas sobre los argumentos de este hecho histórico. Son sus narraciones veladas, secundadas por respuestas colectivas. El autor de El necio, un himno de varias generaciones de cubanos, no esconde su alegría, su fascinación, su orgullo de haber sido parte de una tarea de gigantes, su primera tarea.
Con el documental Silvio Rodríguez: La primera tarea, la cineasta narra un capítulo esencial de la vida del cantautor, un ícono para muchos. Pero lo despoja de toda aureola, desde la sobriedad de un guión escrito para significar el compromiso callado de un hombre de su tiempo, de ese tiempo esencial que fue la batalla contra el analfabetismo.
Catherine Murphy ha realizado y producido una docena de películas. Entre ellas, El Gran Fellove, dirigido por Matt Dillon; Will the Real Terrorist Please Stand Up?, de Saul Landau y Desde el pueblo fantasma a La Habana, de Eugene Corr.
Se le reconoce su labor como investigadora de archivos para las biografías de Harry Belafonte y de Susanne Rostock; Sing Your Song; y subtitulados de Stealing America, de Dorothy Fadiman; The Greening of Cuba, de Jaime Kibben; y Out and Refusenicks, de Sonja de Vries.
De acuerdo con Cubainformación.tv, la cineasta fue productora senior en la oficina de TeleSur TV de Washington y productora de contenidos para PBS, TeleSur, Avila TV, Pacifica Radio National, WBAI y KPFA.
Es fundadora de Tres Musas Producciones, una casa de producción colaborativa de productoras independientes que trabajan el cine, la música y la literatura. Se incluye en su biografía, cuatro cuentos basados en sus entrevistas publicadas en el penúltimo libro del escritor uruguayo, Eduardo Galeano, titulado «Espejos». Maestras, un filme del año 2012, es otra de sus piezas documentales de probado valor estético y narrativo.
Ficha técnica
Título en inglés: Silvio Rodríguez: My First Calling
Título en español: Silvio Rodríguez: Mi primera tarea
Dirección y Producción: Catherine Murphy
Productores: Josué García, Ángel Piedra y Ana Laura Pereira
Producción: Rubén Carreño y Ricardo Figueredo
Fotografía: Roberto Chile
Montaje: Daniel Diez Jr.
Cámara adicional: Yamil Santana
Sonido directo: Salvador Combarro
Editor asistente: Osmar Romero
Diseñador: Marcelo Martin
Corrección de Colores: Marcelo Martin
Asesora: Lily Suárez Rodes
Investigación de Archivos: Micaela Ovelar
Asesor legal: Bill Martínez
Publicidad: María Julia Romeu y Paula Salinas
Outreach: Aisha Cort, Alison Kibbe, Angelica Salazar y Gabriela Luz Sierra
Traducciones: Denisse Beltrán, Aisha Cort, Johan Misler, Joseph Mutti y María Julia Romeu
Subtitulaje: Marcelo Martin y Maria Julia Romeu
Música: Silvio Rodríguez “La Maza”, Silvio Rodríguez “Locuras”, Silvio Rodríguez “Canción de la Nueva Escuela”. Aldo López-Gavilán “Talking to the universe”
Fuentes de archivo: Noticieros ICAIC, Archivo fílmico del ICAIC, Museo de la Alfabetización, Oficina de Santiago Álvarez, Archivo de Revista Bohemia, Archivos de Revista Granma
Agradecimientos especiales: Estudios Ojalá, Mirtha Almeida, Rochy Ameneiro, Amin Blanco, Jackson Browne, Luisa Campos Gallardo, Roberto Chile Studios, Lázara Herrera, Marguerite Horberg, Lilian Lombera, Johan Misler, Joseph Mutti, Ernesto Pérez-Zambrano, Alejandro Ramírez, Xenia Reloba, Susan Sillins, Joel Suárez, Kofi Taha & Shanti Kleiman y Heyleen Williams
Producido por: El Proyecto de Alfabetización, La Rueda Films, Producciones Caminos Del Centro Memorial Martin Luther King, Buenas Obras y Tres Musas
Año: 2020
País: Estados Unidos, Cuba
Tiempo: 25 min.
(Tomado de Cuba en Resumen)
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