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*Publicado originalmente con motivo de su 75 cumpleaños, hoy por la noticia de su lamentable fallecimiento. La música cubana y el bailador de muchas generaciones están de luto. Buen viaje maestro.
Quien observe y, sobre todo, ponga oído a la trayectoria artística de César de las Mercedes Pedroso Fernández, convendrá que 75 años después de haber nacido en La Habana el 24 de septiembre de 1946 ha sido grande y bueno lo que ha aportado a la música cubana.
Sin ir muy lejos, recién salida del horno, la más reciente producción discográfica de la banda que fundó y dirige, Pupy y Los que Son Son, Re-percusión (Egrem, verano 2021) confirmó el compromiso del pianista, compositor y arreglista con las esencias populares de su arte, cercano al bailador, a la alegría de la danza, a una identidad festiva que mucho tiene que ver con la vocación resistente y la fidelidad raigal de tantísima gente de esta tierra.
No es gratuito el título: cada una de las 11 piezas, debidas a Dayan Carreras, Gustavo Cabañas, Rodolfo Cárdenas, Alcibiades Durruthy, Lázaro Borrego y a él mismo, resalta, de manera diversa, la función de los elementos percutivos en la configuración tímbrica y rítmica de la música popular para el baile, que define el sentimiento sonero de nuestra época, eso que se ha dado en llamar timba.
Pronto se completará el ciclo de las dos primeras décadas de Pupy al frente de su propia banda, pues la primera presentación pública tuvo lugar el 4 de octubre de 2001 en un baile público para los habitantes de Güines.
Por esos días, en Estados Unidos y varios países de la cuenca del Caribe, llamaba la atención el disco Timba: The New Generation of Latin Music, que agrupó a excelentes músicos y cantantes bajo su liderazgo, y en el que se hacía notar un punto de giro en la concepción de los arreglos, línea que trascendió al perfil de Los que Son Son.
Definitivamente despegaba una especie de segunda vida para Pupy Pedroso, que ya había alcanzado notoriedad y obtenido una importante cosecha en los largos años de ser el tecladista principal de Los Van Van y protagonizar, junto a su hermano del alma Juan Formell, una auténtica revolución en el entorno sonoro cubano.
Al repertorio vanvanero entregó obras como Seis semanas, El negro está cocinando, Será que se acabó y Azúcar, pero, más que estas y otros muchas piezas, su aporte medular fue el pianismo que se erigió, integrado a la batería de Changuito y, por supuesto, el bajo de Formell, como pilares del enorme salto de calidad encarnado por la orquesta.
Cuando el propio Pupy mire atrás, en este cumpleaños, seguramente verá la sombra tutelar de su padre Nene Pedroso, pianista de fuste; lo que tomó y asimiló de la cultura popular del barrio de Pogolotti, el crecimiento artístico en los conjuntos y orquesta que precedieron a Los Van Van, entre ellos la de Elio Revé; y el goce de las mujeres y hombres de varias generaciones que han bailado y siguen bailando con su música.
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