A veces me pregunto: ¿para qué sirve la poesía? Se han preguntado, se preguntan, se preguntarán en todos los tiempos.
Y la poesía sigue, acompaña y alumbra, incluso a aquellos que no la conocen, creen, necesitan, sufren, hacen, sin saberlo.
Quien no sabe leer, ¿necesita la poesía? Quien hunde sus manos en la tierra y pone la semilla y ruega por agua, ¿necesita la poesía? Quien abre el pecho a una bala, el grito a una violación, la respiración al fuego, ¿necesita la poesía? Y quien cierra el cerebro y el corazón a los ojos cegados y segados, a la mirada honda de un niño que mira la guerra... quien se vuelve punzón de hielo ante la empatía, la solidaridad, el respeto, las culturas diversas, para no verlas, para que el país de su mente siga teniendo el tamaño de una marca, de su egoísmo, de su metro circular: ese, esos ¿necesitan la poesía?
La palabra es también nuestro túnel y nuestro puente; el poema está más allá del poema.
Sí, necesitamos la poesía: está en la gente y la semilla; acompaña la muerte para que sea menos muerte. Acompaña la vida para que sea más vida.
Y en todo lo vivido y lo por vivir, el poeta multiplica y dice: Veo una voz y estoy en ella.
Me sumo: ¡Hasta la poesía siempre!, hermanos.
¡Viva Cuba!
(Tomado del perfil de Teresa Melo en Facebook)
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