Orlando Gutiérrez Yedra: "Marea Baja"


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La visión que turba la certeza del conocimiento. Figuraciones que proceden de la conciencia artística, en donde la intención es conceder un espacio al hacer que toma como referente sucesos que acontecen en la sociedad.

Migración y hacinamiento, escenario paradigmático en ciudades capitales del hoy, y que propicia el quehacer plástico de un artista que, tras múltiples resquicios de la contemporaneidad, transmuta esa realidad a lienzos e instalaciones, en un juego dialectico, donde se trastocan objetos, y fenómenos naturales.

El viaje es a través de la memoria, pero esta vez emplea un nuevo elemento, para introducir otras significaciones. Es entonces que, el movimiento descendente de las mareas, momento en que las aguas abandonan la orilla de las costas, y el mar alcanza su altura más baja dentro del ciclo de las mareas; es usado como testimonio visual, en el que existe un intento de recrear eventos de la sociedad; práctica que opera dada la crisis existencial de estos tiempos. Por ello, su imaginero comienza a poblarse de símbolos vivenciales, que le confieren mayor sensibilidad al objeto/calzado. Un regazo donde las disímiles posibilidades del juicio visual, es visto como una filosofía de la representación que se interesa por establecer lazos entre el arte y el mundo, o entre la obra y su referente.

Marea Baja, llega como un espíritu renovador en la obra de Orlando Gutiérrez. Temática que ha venido a vigorizar la alocución, bajo los códigos de lo que pudiera ser transitivo a nivel de las emociones y se perciben en la multiplicidad de pasajes que puede adquirir un proceder analítico, adentrándose en un tema polémico social. Un subterfugio, que voltea las miradas a lo pueda escapar al ojo inquisidor del público, acopiando actitudes, sensaciones y sentimientos. Quizás la culpa por el olvido, la añoranza del tiempo, la búsqueda de un espacio pretérito, el anhelo por los pequeños momentos que ya no están, que desaparecieron. Remembranza tal vez, a lejanía, nostalgia o perdida.

Se introduce así, un movimiento periódico de grandes masas de agua, que lleva, pero también trae; en la cual la transparencia deja ver las incidencias del acontecer insular. Zapatos desgastados emergen ante la visión como ángulo constante, un llamado al sentido de la ausencia, pero también de la permanencia. El enigma está, en la atracción que se ejerce como puente a la construcción anecdótica, dejando a la vista todo aquello que fue despojado de espacio, cuya identidad permanece flotando incisivamente en la memoria, en la historia y la cultura.

Otras visiones quizás serían el residuo de lo que va quedando o la perseverancia de aquellos que insisten en continuar; la insistencia en buscar solución desde la insularidad. Reducto que marca la relación entre el artista con una realidad que no escapa del comportamiento visual. Imágenes que transpiran experiencias de viaje y resistencia. Motivo para proponer piezas donde, lo esencial se fusiona y se manipula, en pos de romper estrechos y dejar una huella, convirtiéndose en una demanda de lo interpretativo y del advenimiento de una aproximación a la lectura capaz de activar mecanismos sensitivos. Búsqueda consciente en la práctica creadora, que da lugar al uso de la bajamar como enlace del devenir de las personas.

Está en él, revalorizar el objeto de uso cotidiano, como metáfora de vida, caracterizando el contexto en un relieve desbordante de emociones. Abriendo ventanas que conduce a la esencia, y transmite la experiencia de aquel tópico que de cierta forma, refleja las inquietudes y hace que comiencen a caer los antifaces, cual juego intertextual de una sociedad que requiere cambios.


1 comentarios

Amparo
8 de Febrero de 2019 a las 18:28

Interesante y hermoso

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