Las deudas de Emilio Vega


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Emilio Vega; por obra y gracia de su talento, el bagaje acumulado y la impronta paterna; está destinado a pagar el tributo necesario a ciertas zonas de la música cubana. Consciente de tal penitencia cultural –que asume con agrado—vuelve como productor musical a revisitar la historia de la Orquesta Jorrín, uno de los tantos patrimonios musicales que algunos demiurgos condenaron en cierto momento al ostracismo en nombre de una modernidad que se atreve a negar el pasado; como si renunciar a ciertos vasos comunicantes dentro de cultura fuera cosa de cortar y recomenzar.

Ciertamente una charanga como la orquesta Jorrín puede ser considerada como “cosa de viejos”, “música desactualizada que no está conceptualmente dentro de los gustos masivos”. Puede ser. Es discutible siempre y cuando no esté presente Emilio Vega.

Digo lo anterior mientras disfruto a plenitud esta propuesta musical de BIS MUSIC titulada “A lo Jorrín” y que a mi juicio cierra un ciclo importante no solo en la carrera del músico y productor y coloca a este sello discográfico en una posición ventajosa en materia de promoción del patrimonio sonoro nacional.

Es importante, antes de emitir cualquier criterio referido a este fonograma, hacer una breve reseña de los protagonistas de esta historia: la orquesta de Enrique Jorrín, y de su fundador.

Enrique Jorrín, violinista, formó parte de dos importantes orquestas cubanas antes de fundar la suya: Las maravillas de Arcaño y La américa en la que definió los patrones fundamentales del cha cha chá como género. Según algunos estudiosos será el tema Central Constancia el primer tema de eso que con el tiempo se considerará el último –por ahora—de los hijos del Danzón.

Pero será a partir de 1953, con la fundación de su orquesta, que su nombre será una referencia obligada en imprescindible dentro de la música cubana. Cada uno de sus temas conocidos: A Prado y Neptuno (también conocido como la Engañadora), El túnel, El alardoso y Cógele bien compás, entre otros tantos; alimento el espíritu de una época y fueron integrándose al imaginario popular con una fuerza tal que han logrado sortear el juicio del tiempo y de algunas generaciones.

Pero Jorrín iría más allá. Fue pionero en el uso de trompetas en el formato charanga. Como lo afirmo. El riesgo corrido al tomar tal alternativa fue refrendado en el tema Trompetas en Cha cha chá; un camino que se ha vuelto recurrente en estos tiempos y que quienes lo cruzan ignoran quien puso la primera piedra.

Con estas premisas, y sabiendo que la música no envejece, sino que se reinterpreta y se transforma –lo mismo que la materia—Emilio Vega convoca a conocidos interpretes a que le acompañen en esta aventura musical; y lo más importante: se limita a readaptar o a ajustar el sonido de la orquesta a las cualidades vocales de cada uno.

Si aplicamos la premisa del ganar/ganar se podrá estar de acuerdo (o no) en que la gran virtud de esta orquesta, La Jorrín, es un organismo vivo y que el paso del tiempo, las sucesiones generacionales y algo importante su espíritu musical permanecen inalterable. Suena fresca, ajustada a los tiempos que corren lo que demuestra su vitalidad.

Entre algunos de sus signos distintivos de siempre estuvieron el piano de Rubén González y la flauta del “viejo O´Farill; pasado el tiempo y a pesar de sus ausencias ese encanto no se ha perdido y la responsabilidad recae en Landy al piano y de Renecito en la flauta de madera; por cierto que es este el último de los ejecutantes de ese instrumento en Cuba.

Después están los cantantes convocados. Ninguno vino a este fonograma a demostrar sus cualidades vocales, a superponerse sobre el otro. Para nada. Funcionan como una unidad complementaria de la esencia cultural y social que fue y es el cha cha chá.

Importante en toda la producción es el rescate o la reinserción musical de una voz como la de Mundito González para hacer lo que mejor sabe: cantar boleros. Sin embargo; Emilio Vega va más allá y le confía un tema clásico del género: El túnel y honestamente fue acertada la apuesta.

Un punto importante es el desempeño de las cantantes Osdálgia Lesmes y Tania Pantoja. Ellas, dueñas de una personalidad musical y artística de una gran fortaleza subordinan su histrionismo vocal a un empeño superior: ser parte de la historia de una de las mejores orquestas charangas de Cuba.

Y a manera de voz líder, acertada propuesta, esta Mayito Rivera. Sabiendo la ductilidad de este cantante para el son y la guaracha los productores le confían la apertura y el cierre del fonograma y no defrauda. Estamos ante otra cara de Mayito Rivera. Es un Mayito Rivera reposado, consciente de su responsabilidad musical y de que él es el gancho para atrapar el favor de aquellos que no vivieron los años de esplendor de la orquesta en la que las voces de Tito Gómez y Farah María marcaban el paso de los seguidores de esta orquesta.

El cha cha chá es la cosa… alguien lo definió hace ya tiempo. Emilio Vega lo sabe y por ello ha dado riendas sueltas a sus demonios y los acompaña con sus vivencias, su talento y la confianza de BIS MUSIC que sabe deslindar donde comienza y termina la buena música. Esa que es, en resumen, la auténtica música cubana y que nos enorgullece.

Él, en solitario y en principio, está pagando parte de nuestra deuda. Agradezcámosle.


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