La palabra y la acción como evocación


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Imagen tomada del Facebook de Reinier Llanes Márquez.
Soles bajo la luna.
Óleo sobre lienzo.

 

Palabras que no han dejado indiferente a nadie, un sanitario rocío de poemas para alentar las almas en busca de acciones reflexivas y brindar a los lectores fortaleza para tiempos difíciles. Con versos de liberación y motivación, exploremos la relación poesía y psicoanálisis que quizás contemple por estos días para no decaer, ante lo absurdo que a veces pueda parecernos la vida. El límite inefable de la palabra ante los sentidos, puede que atraviese el umbral del código del silencio. El habla como ruptura y la palpitante luz de la finitud y el instante en que se funda la poesía como definición, creación y también como acción.

 

Amor es ponerse de almohada

para el cansancio de cada día;

es ponerse de sol vivo

en el ansia de la semilla ciega

que perdió el rumbo de la luz,

aprisionada por su tierra,

vencida por su misma tierra...

 

Amor es desenredar marañas

de caminos en la tiniebla:

¡Amor es ser camino y ser escala!

Amor es este amar lo que nos duele,

lo que nos sangra bien adentro...

“AMORES” Dulce María Loynaz

 

La poesía no solo como vía, sino como materialidad, devolviendo con la palabra el misterio que está encerrado en el otro y logrando que esta haga sonar lo que se calla. No es en el acto del decir que se intenta que ese ruido que acosa al sujeto se torne en verso gustoso para su oído y su vida, es en la astucia del hombre con la poesía, donde el efecto cobra sentido, pero también es sus profundidades. En el espacio de lo imaginario, en el territorio de la realidad interior, es donde poesía y análisis buscan reafirmación.

 

Vierte, corazón, tu pena

Donde no se llegue a ver,

Por soberbia, y por no ser

Motivo de pena ajena.

Yo te quiero, verso amigo,

Porque cuando siento el pecho

Ya muy cargado y deshecho,

Parto a la carga contigo.

Tú me sufres, tú aposentas

En tu regazo amoroso,

Todo mi ardor doloroso,

Todas mis ansias y afrentas.

 

…Tú, porque yo cruce fiero

La tierra, y sin odio, y puro,

Te arrastras, pálido y duro,

Mi amoroso compañero.

Mi vida así se encamina

Al cielo limpia y serena,

Y tú me cargas mi pena

Con tu paciencia divina

…De un dolor más que tú fuerte.

¿Habré, como me aconseja

Un corazón mal nacido,

De dejar en el olvido,

a aquel que nunca deja?

¡Verso, nos hablan de un Dios

A donde van los difuntos:

Verso, o nos condenan juntos,

o nos salvamos los dos!

 José Martí

 

 

Porque la obra poética y su lenguaje pueden remitir a la terapia de la “otra orilla”, la voz es la puerta que se abre a otro mundo de significados, de sentidos y acciones de nuestros más íntimos anhelos, y más que el mundo, el halo inefable que lo cubre, el secreto que lo acompaña. Ese espacio de cultura, actualidad y análisis, lugar donde se escuchen todas las voces, donde prima la palabra y el arte, donde la ciencia es conciencia y el humor es cosa seria. Es el prisma donde la realidad es la que usted pueda elegir cómo ver, lugar que promueve el dolor de pensar.

 

¿Quién le dijo que yo era

risa siempre, nunca llanto,

como si fuera

la primavera?

(No soy tanto.)

 

…¡De qué callada manera

se me adentra usted sonriendo,

como si fuera

la primavera!

(Yo, muriendo.)

“CANCIÓN”, Nicolás Guillén

 

La poesía acontece y sucede. Es algo que ocurre y en cierto modo amparado en la experiencia analítica que haya encuentro o acontecimiento como invitación a el decir de la verdad, en tiempos que se necesita mucho amor. Pues, felices aquellos cuya fe los sostiene, sean cuales fueren los vientos, los que saben ver en la adversidad un desafío, un reto a sobrellevar y un camino a transitar.  Felices los que irradian luz, y los que creen y confían más allá de sus destinos.

 

En medio del abismo de la duda

lleno de oscuridad, de sombra vana

hay una estrella que reflejos mana

sublime, sí, mas silenciosa, muda.

 

Ella, con su fulgor divino, escuda,

alienta y guía a la conciencia humana,

cuando el genio del mal con furia insana

golpéala feroz, con mano ruda.

 

¿Esa estrella brotó del germen puro

de la humana creación? ¿Bajó del cielo

a iluminar el porvenir oscuro?

 

¿A servir al que llora de consuelo?

No sé, mas eso que a nuestra alma inflama

ya sabéis, ya sabéis, la Fe se llama.

“LA FE”, Rubén Darío.

 


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