La memoria nos honra


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Los ojos de Omar Valiño, director de la Biblioteca Nacional José Martí, brillan con más intensidad cuando explica en su despacho el origen de este venero cultural como parte del patrimonio espiritual de la nación.

“El aniversario 120 de nuestra institución lo celebramos apenas a 48 horas del Día de la Cultura Cubana (20 de octubre, en homenaje al estreno público del Himno Nacional en 1868), y representa el reflejo de un esfuerzo azaroso en el tiempo porque la fundación no es más que una fecha tomada, afirmó en entrevista exclusiva a Cuba Internacional.

“Es el hito marcado por el nombramiento que el gobernador militar norteamericano firmó en 1901 a favor de Domingo Figarola Caneda como director de la Biblioteca Nacional de Cuba ocupada, que no existía”, aseguró el también joven dramaturgo, crítico y profesor del Instituto Superior de Arte.

“Con justicia se asume esa fecha cual acontecimiento fundacional -acotó-, porque Figarola Canedo, guerrero y apasionado como todos los bibliotecarios, llevó sus fondos personales hacia el Castillo de la Fuerza, inmueble que le destinaron, y esa acción constituyó el acto inicial”.

Valiño observó que, a pesar de todos los grandes dramas de la insidia republicana con el centro que todavía no se llamaba José Martí, sí se cumplió algo muy importante intrínseco a su función: el desarrollo del arsenal bibliográfico con mucha conciencia de preservar los tesoros de la nación.

“Paulatinamente, él y quienes vinieron después fueron acumulando una impresionante cantidad de volúmenes, documentos y otro tipo de material, que forma parte del cumplimiento esencial de nuestra tarea: la preservación de los fondos documentales y bibliográficos de la nación, estar atentos tanto a lo que tenemos como al renuevo natural por la producción poligráfica en particular de libros y del resto de los documentos impresos en cualquier formato, eso es algo cumplido a lo largo de la historia a pesar de dificultades varias, que sería largo de enumerar”.

Añadió que, como objetivo esencial, esa idea tiene mucho que ver con la importancia de la institución en el momento actual.

“Aquí se guarda una riqueza que no está en otra parte en el sentido de que otros organismos tienen un patrimonio singular de mucha importancia, sin embargo, en esas instituciones y en esta se encuentra un contenido alejado de los clichés sobre Cuba, verdadero, es lo que somos y hemos sido a lo largo del tiempo, y es el refugio de un conocimiento sin el cual no hay asideros, no hay interpretación historiográfica ni fijación de identidad, y no podría haber un posicionamiento de esos grandes objetivos del país sin la reverberación de ese saber acumulado”, sostuvo Valiño.

Sentenció el intelectual que, de tal manera, la Biblioteca no por llevar los nombres de Nacional de Cuba y de José Martí, sino por ese objetivo prístino de atesorar, conservar y difundir protege nuestra soberanía, identidad, cultura, independencia y justicia.

UN GRAN CENTRO CULTURAL

Al aclarar que no constituye un descubrimiento personal, Valiño enfatiza en que siente la institución como la gran labor de su misión natural, y también como un gran centro cultural.

“Lo es ya de oficio por todo cuanto atesora, pero no basta poseerlo, también se necesita difundirlo, y este techo de prácticamente todos los saberes tiene ese derecho y esa posibilidad muy hermosa de diseminar la cultura del país y universal no solo dentro de las artes y la literatura, sino en el sentido más verdadero y amplio posible.

Al respecto ratificó la voluntad de promover publicaciones, organizar encuentros, presenciales y virtuales, y exposiciones para cumplir los objetivos antes descritos.

Subrayó que ese ha sido parte del propósito de la celebración del 120 aniversario con la publicación del libro Ese sol del mundo moral, de Cintio Vitier en ocasión del centenario de su natalicio, además de la conmemoración del aniversario 60 del discurso del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, conocido como Palabras a los Intelectuales, y de los 35 años de existencia creativa de la Asociación Hermanos Saíz, vanguardia artística y literaria de la juventud cubana.

Exposiciones con una muestra de volúmenes de Vitier y del artista de la plástica Pedro de Oraá, la reinauguración de la sala teatro de la Biblioteca con el nombre del fallecido héroe revolucionario y brillante pensador Armando Hart, así como el rescate de la Sala Infantil Eliseo Diego, creada precisamente por este insigne poeta cubano, aportaron contenido a las festividades por la efeméride.

ANTE LA GUERRA CULTURAL DE EEUU

Valiño enfatizó en el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra su tierra natal con más de 240 represalias adicionales introducidas por el presidente Donald Trump y mantenidas por su sucesor, Joseph Biden, en medio de la pandemia de la Covid-19, lo cual generó en el último bienio serios perjuicios.

“No es casual que, aunque siempre han estado ahí los ataques de Washington, hoy el territorio principal de esa agresión está en la cultura, tanto artística y literaria como contra todo cuanto apunte a la identidad y a los valores de significación como cubanos de los habitantes de esta ínsula”, apuntó.

Insistió en que se trata de una guerra cultural en toda su extensión y se pretende demoler y desvalorizar paradigmas propios en la búsqueda de una victoria en ese conflicto simbólico contra los cubanos.

Opinó que, si esa degradación ocurre en el plano de la identidad, de la creencia en los valores históricos y presentes propios, incluidos los familiares, la otra parte gana terreno por encima de cualquier símbolo nacional.

“En este contexto -expuso como una tarea primordial-, la Biblioteca tiene que sustentar un edificio muy fuerte de esos valores en disputa, en una clara contraofensiva”.

Al respecto confirmó que, como otras instituciones dentro y fuera de Cuba, la José Martí avanzó hacia el mundo virtual, al trabajo en redes en el cual diariamente se destacan efemérides, significaciones de la cultura toda; “pareciera que no tiene un sesgo político, y muchas veces es así en un plano primario, pero lo concerniente a la protección de nuestros valores, todo apunta a una defensa de la “poli” de nosotros los cubanos, con Internet como playa de desembarco”.

Como parte de esa “resistencia creativa”, la institución incrementó los servicios en respaldo a la elaboración de libros, documentales y películas de ficción, programas televisivos y proyectos de todo tipo orientados a la “defensa inteligente de la patria” y al verdadero conocimiento de la historia, sin dejar de “combatir” en las redes sociales.

“El libro Ese sol del mundo moral constituye un símbolo de esta batalla; no por gusto lo elegimos, pues sabíamos que era importante volverlo a poner en manos del lector cubano, particularmente de los jóvenes y adolescentes, y no imaginábamos que el momento de su salida sería tan idóneo para una obra de defensa y combate de la patria. De esa forma rendimos homenaje a Cintio Vitier en su centenario”.

Confesó sentir satisfacción parcial porque en el bienio transcurrido la institución logró ubicarse en la zona frontal del diferendo cultural con una participación más directa, más evidente y conocida por la población en general, a pesar de no estar en pleno funcionamiento por el cierre pandémico; “esa ganancia de la voz de la Biblioteca es parte de nuestros objetivos”, describió.

DE CARA A LA NUEVA NORMALIDAD

Para ser del todo franco, el líder cultural opinó que lo primario de la institución, la prestación de servicios, resulta un reto en los inicios de la nueva normalidad del país tras largos meses de interrupción, por lo cual orienta encarar la reapertura no solo como una oportunidad sino también como un desafío que demanda esfuerzos del colectivo.

“No se trata de una expresión retórica, nos hemos estado preparando de una manera real, y pretendemos que esas prestaciones encuentren una nueva condición también en la virtualidad, lo cual habíamos perdido desde hace algún tiempo”, advirtió.

Indicó que la ambición de promover la cultura deberá fructificar como cedro en tierra propicia en el teatro, remodelado completamente, la galería y los muy diversos espacios en los que se incrementarán los encuentros con usuarios y lectores habituales, así como su calidad, acuñada con la firma distintiva de la Biblioteca Nacional José Martí.

Gran expectativa genera la reciente inauguración de una Sala Infantil y Juvenil, desaparecida desde hace 12 años, la cual lleva el nombre de Eliseo Diego, su fundador, animador e inspirador con una metodología de trabajo que creó en los inicios de la Revolución.

“Esa inversión completamente nueva tiene un horizonte más cercano a los niños y adolescentes de hoy, donde los libros conviven con juegos didácticos digitales y el incentivo de una confluencia hacia el conocimiento por todas las vías posibles”, dijo Valiño como si acariciara un sueño.

Calificó de estratégica esta idea de la Biblioteca para justamente contribuir a una mejor formación de las nuevas generaciones, quienes desde las más tempranas edades conocerán la importancia de tener estos instrumentos como una herramienta de cabecera en la vida diaria.

El también crítico y profesor del Instituto Superior de Arte evocó Palabras a los Intelectuales, cuya sede fue precisamente la Biblioteca Nacional hace sesenta años y trazó el derrotero de cómo la Revolución debía trabajar en el terreno cultural; así como la campaña de alfabetización, que igualmente conmemora su sexagésimo aniversario en 2021, y “sin la cual los cubanos no seríamos quienes somos, pese a cualquier deterioro por el tiempo y las más recientes carencias”.

Insistió en que tales acontecimientos aportaron una reverberación cultural a Cuba y a sus ciudadanos y un conocimiento general profundo de las realidades, que es admirado en todo el mundo, aunque algunos cubanos no sean conscientes de cuántos saberes poseen en diversas áreas.

Valiño elogió una idea que se puso en práctica a propósito del centenario de Cintio Vitier, consistente en identificar con su nombre y el de su esposa y también excelsa poetisa, Fina García Marruz, el cubículo donde trabajaron durante mucho tiempo, “la habitación dentro de la casa”, según expresó.

“Como muchos investigadores de la cultura cubana invirtieron años de su vida en la Biblioteca -confirmó el director-, abriremos esos espacios renombrados con su identificación, al igual que las sillas de la Sala Cubana donde tantos estudiosos nos regalaron documentos imborrables de su creación intelectual”.

Reafirmó Valiño que así ocurrirá en todas las áreas de la Biblioteca Nacional José Martí, en homenaje a quienes tuvieron un destacado papel a lo largo de 120 años aquí, desde los tiempos fundacionales hasta los más actuales.

“La memoria nos honra, sin ella no estamos completos”, concluyó el joven intelectual en referencia a la línea estratégica de la institución que encabeza.


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