Miguel Pimentel, director ejecutivo de Fomento y Desarrollo de la Artesanía de República Dominicana. Fotos cortesía de la autora.
Como parte del programa de actividades conmemorativas por el 175 aniversario de la independencia de la República Dominicana que tuvo lugar en La Habana del 20 al 28 febrero, y como cierre de estas jornadas, tuvo lugar en la Galería Mariano de la Casa de las Américas, la inauguración de la exposición «Artesanía dominicana de este siglo», de la Dirección Nacional de Fomento y Desarrollo de la Artesanía (FODEARTE) de esa nación caribeña.
Este es el tercer año en que esta institución colabora con muestras de artesanía en celebraciones similares y en esta ocasión homenajeó con la misma los 60 años de fundada la Casa de las Américas.
Antes de la apertura, el Portal Cubarte tuvo la posibilidad de conversar con Miguel Pimentel Schouwé, director ejecutivo de FODEARTE acerca del proyecto Unidades Productivas Artesanales (UPA), que coordina y dirige programas de formación en las diferentes técnicas artesanales para el desarrollo de productos asociados a la identidad cultural de comunidades dominicanas desfavorecidas con el propósito de que las mismas se inserten en el sector productivo cultural de esa nación.
Miguel Pimentel reveló detalles de este proyecto que es un aporte relevante a la memoria histórica de las comunidades dominicanas y al crecimiento del nivel de vida de sus pobladores.
¿Es suya la idea de las Unidades Productivas Artesanales (UPA)?
Sí y la estoy pensando desde 1980 cuando fui brigadista en la Campaña de Alfabetización de Nicaragua pues desde el punto de vista metodológico y participativo la técnica de la campaña podía aplicarse a algo así.
Le fui dando forma a esta idea hasta que tuve la oportunidad de acercarme al presidente Danilo Medina, y le propuse el proyecto teniendo en cuenta los que fueron lemas de su campaña: Hacer lo que nunca se ha hecho; continuar lo que está bien mejorando el producto que encontramos, y sencillamente con el paradigma de hacer algo que perdure y reforzar las raíces culturales y la identidad de nuestras comunidades es que hemos estado desarrollando el proyecto.
¿Quiénes lideran el proyecto y en qué consiste?
Nuestro equipo es un cuerpo docente diverso integrado por siete profesores entre los que hay artesanos, escultores, pintores, arquitectos, maestros ebanistas, lo cual enriquece el proyecto por el intercambio de saberes que significa el trabajo en colectivo.
Dos de los miembros del claustro, Marino Brito y Pedro Méndez, son profesores universitarios y han recibido el Premio Reconocimiento a la Calidad de la UNESCO.
Nosotros vamos a las poblaciones que lo soliciten a través de un organismo local, y que necesiten que los asistamos en la organización y formación de grupos de artesanos y en la creación de un nuevo producto artesanal.
La metodología que utilizamos es para personas adultas que tengan actitud y aptitud y que cumplan con el tiempo que determinamos para concluir el programa que es de 24 a 32 horas, 4 por jornada.
¿FODEARTE trabaja con artesanos de tradición familiar o con personas que se inician en este arte?
No, se inician con nuestra guía. Estas son comunidades ociosas que no conocen el arte artesanal, no tienen conocimiento de las técnicas, entonces nosotros tratamos de que comprendan que sí lo pueden hacer y hemos recibido grandes sorpresas de personas que pensaron que no podrían hacerlo y lo han hecho, muy bien y en poco tiempo.
¿Cómo funcionan los talleres que ustedes imparten?
Les enseñamos a utilizar los instrumentos, sin teorizar, solamente lo básico, van aprendiendo haciendo, las dos acciones van juntas y el resultado los estimula a traer a amigos y a familiares para incorporarse al grupo que a veces no da abasto porque trabajamos como máximo con treinta personas pues si añadimos muchos más se hace muy difícil el proceso de aprendizaje.
Mabel López
Mabel López, coordinadora del proyecto, profundiza en los objetivos del mismo.
Lo que pretendemos es que cada comunidad se empodere de la actividad y se sienta identificada con el producto que crea porque es un tema cultural que sus integrantes poseen en su imaginario, o sea algo intangible que al convertirse en objeto ya deviene símbolo visual del lugar, lo que es doblemente enriquecedor y les aporta más gusto al realizarlo porque les pertenece, a la vez que es una manera de desarrollar la artesanía de cara al turista, para que los visitantes se lleven un recuerdo cultural real del país y además significa un crecimiento económico para la comunidad.
Pimentel, ¿cómo determinan qué productos desarrollar?
Recientemente le hemos dado participación a una institución no gubernamental llamada Cofradía para que realice investigaciones sociológicas y antropológicas en las comunidades donde desarrollemos el proyecto.
Cuando recibimos la solicitud, esta institución hace un diagnóstico de qué elementos identitarios caracterizan a la población, si hay alguna estampa, algún suceso histórico relevante, algún personaje popular o distinguido desde el punto de vista político, social o histórico, un monumento, una casa emblemática, una festividad, un elemento de la cultura gastronómica, un animal endémico, es decir el motivo cultural que puede recrearse y con este conocimiento vamos realizando los talleres.
¿Las piezas son producto de una creación colectiva?
Sí, definitivamente, incluso no les llamamos alumnos a los participantes porque tanto aprendemos nosotros como ellos y así desmitificamos que el profesor lleve la voz cantante ya que entre todos decidimos qué temas vamos a tratar mediante una construcción colectiva que enrumba hacia lo que pretendemos como política de estado que es llevar adelante nuestra artesanía puesto que nos están inundando los productos plásticos importados que se venden como artesanías nacionales; este mercado voraz ha ido alejando cada vez más a los artesanos de la comercialización en una competencia desleal.
Miguel Pimentel y Mabel López
¿De dónde obtienen los habitantes de las comunidades los materiales que utilizan para la producción artesanal?
Como parte del análisis de todas las posibilidades de cada comunidad para producir las artesanías determinamos cuál es la disponibilidad de materias primas que existen en la localidad, de ahí que se trabaje según la existencia con fibras naturales, semillas, cuentaseca, papel, excedentes de maderas preciosas, mármoles y otros materiales.
En este sentido tenemos el apoyo del Ministerio de Medio ambiente pues no queremos provocar ningún desequilibrio ecológico.
¿Cuándo y dónde fue la primera experiencia?
En 2014 en San Pedro de Macorís y a la par lo desarrollamos en Cabrera, que es un municipio de María Trinidad Sánchez.
¿Por qué no trabajan con los niños?
Porque nuestro papel es fomentar la productividad y no podemos distraer a los niños en su etapa de formación; en los horarios en que funcionan los talleres ellos están en las escuelas, pero siempre hay alguno que viene con su mamá….
Imagino que la mayoría de las personas que integra los talleres son mujeres….
El 80 por ciento son mujeres.
¿Luego de concluidos estos talleres los artesanos continúan creando de manera individual?
Ellos son dueños de sus decisiones pero nosotros estimulamos el asociativismo, porque unidos pueden hacer frente al creciente mercado de este tipo de producto seudo artesanal.
¿En cuántas comunidades han aplicado ya esta experiencia?
El pasado año fue el más intenso; trabajamos en 12 comunidades; en total hemos incidido en cerca de 17 y a algunas hemos regresado porque había demasiados interesados y tuvimos que hacer otro grupo después con productos diferentes por eso en Montecristi, está el Machete de Máximo Gómez, las Fachadas y la Casa del Manifiesto.
¿A cuántas personas ha beneficiado hasta ahora este proyecto?
En total a 260 personas.
¿El equipo de FODEARTE realiza investigaciones para medir el impacto del proyecto en las comunidades donde se aplica?
Nosotros pretendemos elevar el nivel de vida de las zonas más vulnerables del país fomentando el desarrollo de la producción. Nos hemos empeñado en dejar sembrado algo que le quede como legado a los artesanos que existan y los que surjan a partir de ahora.
Estamos comenzando el proceso de medición del impacto del trabajo que hemos realizado, de hecho es parte de lo que nos está pidiendo el gobierno, conocer los resultados del mismo.
Tenemos ya una comunidad que ha recibido un pedido de productos artesanales, por parte de grandes grupos comerciales, por valor de 1 millón de pesos dominicanos, el equivalente a 20 mil dólares, eso va a servir para que esas comunidades logren ser sustentables y que logren regir sus propios destinos.
¿Podría comentarnos de algunos de los productos que integran la exhibición?
Son 60 piezas en total, en su mayoría tallas en madera.
Entre las piezas más importantes están, de Montecristi, histórico lugar donde se firmó el 25 de marzo de 1895 por José Martí y Máximo Gómez el Manifiesto de Montecristi, el machete de Máximo Gómez; una imagen de ambos próceres tallada en madera; la propia Casa del Manifiesto de Montecristi reproducida también en madera y la propuesta Fachadas que son casas emblemáticas de la provincia realizadas en marquetería.
Machete de Máximo Gómez, Montecristi; cuero vacuno, madera y fibra
Fachadas, Montecristi; marquetería en madera.
También de esta comunidad está La Chivirica; entre nosotros a partir del vocablo chivo utilizamos un gran número de acepciones: sacar un chivo en un examen; chivar por molestar; chivato por delator; se hace el chivo loco, y hasta al tirano Leónidas Trujillo le decían El chivo, porque usaba muchas medallas y la gente decía que solo le faltaba un cencerro.
Las Chiviricas, Montecristi; talla en madera.
En esta zona es una tradición culinaria los platos a base de la carne del chivo; existe lo que se le llama La ruta del Chivo sin ley, que está ubicada a lo largo de todo un camino que se llama La línea que llega hasta la frontera con Haití, donde están ubicados unos quiscos que dicen este slogan y donde usted puede comer el chivo en muchas variantes culinarias.
Ese componente de la fauna, tan tradicionalmente característico del lugar que es ya por esto un elemento cultural, se convierte en un producto cultural tangible.
Otro ejemplo son las figuras de los Guloyas, que son de San Pedro de Macorís; es una tradición que nos legaron los esclavos libertos que llegaban en grupos a nuestro país procedentes de las islas de las Antillas Menores. Estos grupos trajeron una danza que es Patrimonio de la Humanidad, declarada por la UNESCO en el año 2005.
Sus danzantes, con sus trajes tradicionales han sido reproducidos en madera y textil por los habitantes de San Pedro de Macorís y ya no es intangible, es parte de lo que el visitantes ve.
La Dama de La Lista es un producto de un lugar que antiguamente se llamaba El Palmar en el que durante las guerras de restauración había una lista con información sobre los muertos y los heridos, y los familiares llegaban ansiosos buscando dónde estaba la lista y así se cambió el nombre de ese sitio.
Dama de La Lista, Barahona; talla en madera
Los pobladores de este lugar crearon este personaje que simboliza un trozo de historia propia y muy conocida.
En Cabrera se han creado los Pejeca, porque allí al pez le llaman peje y de ahí y Cabrera salió el Pejeca.
Este producto ha tenido un buen impacto, ha gustado, se están haciendo portaservilletas, chaveros, canoas pequeñas y otros artículos.
Los propios habitantes de la comunidad han diversificado los productos, nosotros solo les enseñamos a tallar el peje y ellos han avanzado creativamente como puede ver en la muestra, hacen trípticos, con madera y fibra natural como adorno y varias propuestas más.
Toro Bayaguana, Santo Domingo; talla en madera y pintura
decorativa.
En lo personal, ¿cuál es la mayor dicha que le ha dado este proyecto?
¿La mayor dicha? Sencillamente, ver que la gente tiene esperanzas….que antes no las tenían.
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