La primera impresión que me causó este libro de Rolando Rensoli fue que seguramente empezó a escribirlo muchos años antes de su publicación por Ediciones Extramuros (La Habana, 2008) y quizás continuará escribiéndolo después de las re-ediciones impresas que ha tenido en 2015 y 2018.
Al abrir las páginas de La Habana, ciudad azul por el capítulo referido a la prensa y los medios de comunicación social en el ámbito capitalino, sentí igual curiosidad por ese tema que por la brevedad de las cuartillas en que aparece tratado, y admito que al final me convenció doblemente.
En esencia debido a su contenido, basado en múltiples descripciones analíticas sobre la evolución ocurrida desde las primeras publicaciones impresas en Cuba, iniciadas por el Papel Periódico de La Havana en 1790, hasta la inauguración del Canal Habana en 2006, donde mismo nació la televisión cubana en 1950 (los estudios de las calles Mazón y San Miguel).
Además, por la forma ilustrativa con que el autor recorre esos 217 años en sólo doce hojas, fruto de un sorprendente poder de síntesis y exposición que destaca por el tono de conversación distendida con que transcurren los dieciséis capítulos de esta obra, particularmente los siguientes:
1.- La Habana sobre el papel: historiografía regional y local 3.- Algunas reflexiones acerca de los procesos fundacionales: San Cristóbal de La Habana y otras poblaciones 6.- Los ejes viales, los medios de comunicación y transporte, y la conformación de la Gran Habana 10.- En busca de un caso análogo al de La Habana. Estudio de caso sobre Santiago de Cuba 11.- Identidades regionales y locales. El Proyecto Identidad de La Habana 13.- La Habana pelotera azul 15.- Tradiciones habaneras 16.- La Habana de refranes y expresiones populares. |
El triple equilibrio entre investigación científica, proyección pedagógica y sentido autobiográfico que sostiene a esta obra se revela incluso en una sencilla nota al pie, como la incluida en la página 307 para confiarnos: “Este autor integró el Círculo de interés pioneril de Guanabacoa en los años setenta, siendo locutor de los programas ‘Saludo Infantil’ (dos veces a la semana) y de ‘Domingo Infantil’ de Radio Guanabacoa, y además de la programación diaria de Radio Tarará que era completamente dirigida a los pioneros.”
Como asegura Pedro de la Hoz en sus palabras de presentación a la edición anterior, incluidas a modo de prólogo en esta nueva entrega:
“Rensoli nos sitúa en una realidad profunda, desde una perspectiva rigurosa pero con humildad. Reconoce los antecedentes y valiosos aportes de los historiadores, arquitectos, urbanistas, economistas, demógrafos, antropólogos, testimoniantes y cronistas, incluso de los no siempre considerados activistas que en su momento dieron vida a las monografías históricas de los municipios capitalinos”.
Algo que el propio autor corrobora desde el capítulo inicial de La Habana, ciudad azul. Metrópolis cubana:
“En 1987 se inicia el Proyecto Nacional de historias provinciales y municipales dirigido por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, a través del Instituto de Historia. Durante tres lustros en la entonces provincia de Ciudad de La Habana se desarrolló un amplio movimiento investigativo, el cual alcanzó su clímax entre los años 2002 – 2005, en que fueron terminadas y publicadas sus historias municipales.
El Proyecto Identidad, emprendido en el 2004 bajo la dirección del Comité Central Provincial del PCC, y dentro de su programa ‘La localidad en que vivimos’, fue el promotor en esa etapa de tan loable empeño.
Las historias locales se publicaron íntegramente en la multimedia en cuatro tomos: ‘Ciudad de La Habana. La identidad de la provincia y sus municipios’, elaborada por un equipo de realización de la Oficina de Asuntos Históricos del Comité Provincial del PCC de Ciudad de La Habana y la Publicitaria Imágenes de CIMEX, encabezados por Rolando Julio Rensoli Medina (compilador), Luis E. Cubela González (programador) y Yuri Oliver Landa (diseñador); La Habana, 2006.”
Hace pocos días asistí al programa de entrevistas PÁGINA PRIMERA que conduce Gerardo García Barceló (profesor de Literatura en la Universidad de Ciencias Pedagógicas ‘Enrique José Varona’ y presidente de la Sección de Educación en la Sociedad Económica de Amigos del País) habitualmente en ese recinto distintivo de la cultura nacional que es el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, en coordinación con la Asociación Hermanos Saiz. Entonces el invitado de Gerardo era el propio investigador y profesor Rensoli, con quien sostuvo un diálogo animado e inteligente sobre esta obra, entendida en su texto y contexto, ante un nutrido público que no sólo pudo escuchar al autor personalmente, sino también adquirir estas 335 páginas de intenso azul habanero -genuino regalo a la lectura personal y compartida-, gracias al mayor suceso editorial cubano que constituye en sí misma la Feria Internacional del Libro de La Habana.
Los dos anexos acerca de las capitales cubanas, seguidos de la bibliografía y otras fuentes consultadas, completan este libro con edición a cargo de Yanelis González Leyva. La labor de ella y de todo el equipo de Ediciones Extramuros, Colección Ceiba, del Centro Provincial del Libro y la Literatura de La Habana, fue reconocida por Rensoli en las cuartillas finales que denomina Un libro que no tiene epílogo:
“...Hay que agradecer a la primera editora, Elicer Godínez el sugerente título del libro, pues ni comentar con el que lo había bautizado este autor cuando aún era un proyecto: ‘Ciudad de La Habana. Génesis e identidad de una provincia.’ Y a Baragaño -en la primera edición- y a Damaris se les debe la belleza con que ha llegado a las manos de los lectores y lectoras. Loly Guerra encabezó la zaga de prologuistas y Dulce María Sotolongo jugó el doble rol de editora y prologuista en la segunda versión. Muchas manos han tenido que ver con la obra y por eso no es mía en exclusivo, es una obra colectiva. Y es que La Habana, ciudad azul es más que un texto, es el reflejo de la metrópolis cubana y ella nos pertenece a todos.
Al cabo de sus quinientos años de historia, La Habana fue reconocida por concurso mundial como una de las ciudades maravillas del mundo. El Centro histórico urbano de la ciudad de San Cristóbal de La Habana y su primer sistema defensivo es Patrimonio Cultural de la Humanidad; otro Centro histórico urbano (CHU), el de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de Guanabacoa, es Monumento Nacional y también lo es la Unidad Vecinal No. 1 de La Habana del Este, en la Ciudad Camilo Cienfuegos, mientras ostentan la condición de zonas urbanas de protección: los CHU de Regla, Cojímar, Campo Florido, Vedado, Carmelo y Miramar, así como la calzada del Cerro y sus inmediaciones; y del patrimonio natural: Rincón de Guanabo, las presas de la Zarza y la Coca, la laguna de Itabo, el estuario del río Cojímar, la cuenca de la Bahía de La Habana, el Gran Parque Metropolitano de La Habana y el Parque Ecológico Monte Barreto, unidos al Anillo Verde de la ciudad: Jardín Zoológico Nacional – Parque Lenin – Jardín Botánico Nacional. Es La Habana una región metropolitana legalmente protegida, cultural, histórica y ecológicamente reconocida, pero con varios retos de gran urbe por resolver y como asignaturas pendientes: el mantenimiento constructivo, la higiene, el ruido y el respeto de las regulaciones urbanísticas, resumidas en lo que llamo gobernabilidad de la ciudad.
´La Habana puede ser la capital más bella de América Latina. La Habana sí, sí, que sí…´ popularizó el maestro Juan Formell y su orquesta Los Van Van, y cuando arriba a su medio milenio casi nadie lo niega. Un cumpleaños extendido en el lustro entre 2014 y 2019 teniendo en cuenta los tres asentamientos fundacionales. Una ciudad que se revaloriza siguiendo la marcha de gigantes del Plan Maestro de la Oficina del Historiador y su artífice Eusebio Leal, que inaugura una obra nueva cada mes prácticamente transformando la fisionomía del centro histórico y el hábitat de sus pobladores, nuevas inversiones de megahoteles de ciudad, algunos haciendo resurgir con nuevos rostros y estructuras institucionales de antaño: Packard, Regis, Grand Hotel, 5ta Avenida, Isla de Cuba, New York… otros de nueva factura como Sol Habana donde alguna vez estuvo el Hotel Miramar Malecón, Manzana -el primero cinco estrellas plus- en el legendario edificio de la Manzana de Gómez Mena, y otros proyectados en El Vedado, Monte Barreto y Playas del Este.
Nuevas comunidades habitacionales para hacer desaparecer los llamados albergues o comunidades de tránsito y los asentamientos espontáneos e irregulares como la Ampliación del Roble en Guanabacoa o la Tercera Ampliación de Alturas de Luyanó, junto a la Autopista Nacional, en San Miguel del Padrón. Una ciudad que experimenta un reordenamiento integral del transporte urbano y la remodelación de instituciones artísticas, asistenciales de salud, educacionales y de gastronomía.
Una ciudad que nació y crece, que no duerme, ni descansa, ni muere; una vetusta quinceañera, una dama maravillosa e inquieta; un destino de ensueño y un pueblo nativo e inmigrante, autóctono y cosmopolita que cuando lo veo bailando rumba en Atarés, Jesús María, Belén o Los Sitios, comparseando en Regla o El Canal, o marchando en la Plaza de la Revolución un primero de mayo, me doy cuenta de que existe un sueño habanero por vivir. Una ciudad que no tendrá epitafio.”
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