La Consagración por Danza Contemporánea de Cuba


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La Consagración de la primavera (1913), fue la pieza que produjo uno de los cambios más radicales en la historia de la música y la danza. Según documentos, Diaghilev había encargado a Igor Stravinsky la composición de un nuevo ballet, quería rendir homenaje a su tierra natal, con la creación de una pieza que contara las tradiciones de la Rusia ancestral. El resultado fue una obra con un carácter y originalidad que sorprendío a toda una generación, pues abrió otra ventana al lenguaje musical que se venía haciendo, pero también, tuvo repercusión en la danza, ya que marcó el inicio del cambio de lo clásico a lo contemporáneo.

El argumento estuvo basado en el ritual de sacrificio de una joven virgen, elegida para celebrar la llegada de la primavera, la cual tenía que bailar hasta la muerte ante su tribu. Es esta historia la que condiciona a Stravinsky para diseñar una obra llena de nuevos recursos rítmicos. Y es ese carácter vanguardista de la música y la coreografía, la que causó sensación, considerada como una de las obras musicales más influyentes del siglo XX; luego de un tiempo de incomprensión y críticas desfavorables.

Con nuevos matices, esta es la pieza que Danza Contemporánea de Cuba (DCC) escogió para realizar una serie de funciones en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”. La compañía retoma la coreografía de los franceses Chistophe Beránger y Jonathan Pranlas–Descours, y realiza una propuesta acudiendo a la conciliación con nuestra cultura, para aunar en un mismo espacio, lo moderno, lo neoclásico y lo contemporáneo.

Plurales componentes expresivos y con profunda libertad, abordaron a través del movimiento, temáticas como la angustia y el espacio. Siendo uno de los retos como los bailarines danzaron con el rostro velado.

DCC, emprendió un viaje músico-danzario que integra diversas formas de expresión artística y la brillante interpretación de la Orquesta del Gran Teatro de La Habana.

La agrupación que dirige el maestro Miguel Iglesias, Premio Nacional de Danza, se alzó con una obra más cercana, con movimientos de hombros, torso y caderas. Con la soltura y sensualidad, llevados de una sólida técnica en que se estructura danza e interpretación.

Donde la insularidad de la Mayor de las Antillas se convirtió en coreografía; donde la cubanía fue en cálido regazo para imprimirle a cada bailarín flexibilidad, movimiento, fuerza y energía.

 


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