El agradable rostro de Gastón Pauls le es muy familiar al público de la Isla. Su desempeño en películas como Nueces para el amor o Nueve reinas, lo hacen inolvidable. Pero, si no bastara, el actor argentino hizo su aparición en el último capítulo de la telenovela cubana De amores y esperanzas, transmitida en el verano de 2018.

En el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano su presencia es habitual. Ahora lo hace acompañando dos películas: la coproducción chileno-argentino-belga El Príncipe, de Sebastián Muñoz; una de las aspirantes a los Premios Coral en el apartado de Ópera prima; y La espuma de los días que, dirigida por el cubano Fernando Timossi, se exhibe fuera de concurso.

Con el también protagonista en Argentina de la popular teleserie Montaña rusa (1995) y la no menos agradecida telenovela Alas, poder, pasión (1998), el Blog Cubarte sostuvo un diálogo que dio inicio por su debut en el cine cubano.

“Fue una experiencia hermosa; la filmamos hace un par de años ya. Bueno, como todas las experiencias en Cuba, en La Habana.

Desde el año 2000 hasta acá llevo diecisiete viajes. O sea, ya me siento un cubano más y entonces cuando en la película de Timossi tenía que interpretar a un cubano, sentía que tenía mucho de mi vida ahí.

Me sentí muy cuidado. Con un equipo de gente muy profesional y, por sobre todas las cosas, apasionados. Los cubanos son apasionados en todas las cosas de la vida. Son viscerales, con el corazón siempre en la mano. Y eso fue para mí: una experiencia increíble. Laboral, pero por sobre todas las cosas, personal”.

Tanto El príncipe como La espuma de los días abordan el tema de la libertad…

“En las dos hay algo que tiene que ver con la libertad, fundamentalmente; y también con la esclavitud. En El príncipe, concretamente, la película transcurre dentro de una cárcel; en La espuma de los días el personaje sale de la cárcel y se habla más de la libertad en todo sentido: la libertad espiritual, la libertad intelectual, la libertad física también.

Es una muy inteligente película La espuma de los días y estoy muy contento de haber participado en una película cubana”.

¿Cómo definiría a sus personajes en esos filmes?

“En La espuma de los días hago un cubano: El Loco. A estos personajes no se les conoce el nombre, sólo como se dicen entre ellos. Es un loquito tierno y bueno.

En El príncipe hago El Che; no se sabe si es argentino o chileno. Son personajes muy oscuros desde el principio; muy violentos. La película habla del Chile previo al golpe militar con que Pinochet derroca a Allende e instaló la crueldad y el asesinato sistemáticos durante muchos años en ese país.

¿Le interesan particularmente estos temas que reflejan la realidad latinoamericana?

“Muchísimo. Cuba en eso es un faro. El Festival del Nuevo Cine ha servido durante un montón de años de dictadura en Latinoamérica para que la gente pudiera expresarse, a pesar de que en nuestros países no dejaban que lo hiciera.

Entonces, para todos los que hacemos cine, no sólo como trabajo o como diversión, sino principalmente como una forma de vida y de expresión, este Festival es fundamental. Ya lo sabemos, no hace falta que lo diga yo. Todos los que venimos a La Habana sabemos que este lugar fue, es y será un faro”.

¿Como persona, qué le aporta actuar y hacerlo en ese tipo de cine?

“Es lo único que sé hacer, bien o mal. No podría hacer otra cosa, creo. Es una forma de vida también y es una forma de encontrarme con gente a lo ancho del mundo que tiene las mismas convicciones y que está buscando. Es una búsqueda, por sobre todas las cosas; y a veces, un encuentro”.

¿Cree que el Festival de La Habana tenga algo que aportar aún?

“El Festival de La Habana se reinventa constantemente. Siempre. Estuve en la apertura y fue una de las mejores en mucho tiempo. Hermoso lo que hicieron. Ahí se subió Ricardo Darín y dijo que el cine se vive en La Habana como en ningún otro lugar del mundo. Como eso va a seguir pasando, nosotros seguiremos alimentando el placer de la pasión de La Habana”.