¿No es el primer deber del que busca la verdad dirigirse directamente a la verdad sin mirar a diestra o siniestra?
K. Marx
A estas horas la Prensa, con todos sus medios y sus modos, debe abrirse paso para que las gargantas, emancipadas y emancipadoras, canten tempestades de insurrección bien pensada y organizada. Prensa primero ética que estética; científica, con tecnología avanzada, veloz y ubicua, ancha e irreductible. Una forma moral de la lucha… un álgebra superior de la organización, profunda y concreta. Quien abrase el trabajo de la Prensa como arma de la verdad, en lucha, dejará que beba de la Revolución y nos impulse para salir de los marcos desesperantes de la vida miserable; de la debilidad y la impotencia; de la desinformación y las falacias periodísticas burguesas. De la dictadura ideológica con que el capitalismo ahoga a los pueblos.
La Información es un Derecho inalienable. Al menos tres tareas se imponen en la coyuntura actual: 1. Desenmascarar farsas y farsantes. 2. Elevar el nivel de la organización revolucionaria. 3. Destacar las luchas emancipadoras. El arsenal mediático de la burguesía, subordinado al proyecto capitalista, ataca con furia todo aquello que implique avance organizativo, claridad política y moral de lucha. Hay que estar preparados.
Todos los manuales de acción directa, y desde abajo, deben ser actualizados bajo la presión de la dinámica objetiva que impone la lucha de clases. La Historia de la humanidad cuenta con más personas empobrecidas (más que nunca), más enriquecimiento acaparado por menos manos. Debe ser revisada toda la sintaxis rutinaria, las frases hechas y el facilísimo narrativo. Debe ponerse en crisis nuestro modo general de contar la Historia para exigirle que se renueve y exigirle que esté a la altura de la contienda y al lado de los pueblos con la parcialidad ética de la justicia social concreta. Nada de esto implica apología de la petulancia expresiva ni del oscurantismo léxico. Todo lo contrario. La claridad es la ética. Que la ética sea la estética de la información.
Hay que revolucionar toda la estantería bibliográfica, las referencias teóricas y los santorales académicos. No rendir pleitesías hereditarias. No tolerar fanatismos eruditos. Aprovechar lo mejor del caudal teórico con las herramientas metabólicas del pensamiento crítico forjado en las condiciones concretas de la lucha en movimiento. Se trata de una guerra semiótica, hacia adentro y hacia afuera de la Prensa, que no es nueva pero que se ha sofisticado con la concentración de monopolios de medios y la proliferación de laboratorios de guerra psicológica desde donde se pelea, párrafo a párrafo, la producción del sentido.
Ellos despliegan falacias, calumnias y linchamientos contra los líderes y las luchas emancipadoras. Ellos eligen palabras y las blindan con algoritmos de horarios, de edades, de regiones, de género y de poder adquisitivo. Ellos llaman “conflicto” a la represión; le llaman “desigualdad social” a la explotación inhumana de la clase dominante sobre una inmensa clase oprimida. Ellos pintan su mundo de injusticias como si fuese el paraíso de las oportunidades y niegan, a muerte, la igualdad de condiciones. Invierten millonadas en consolidar la realidad patética donde los pobres (enfermos de individualismo y consumismo) odian a los pobres mientras desorganizados defienden a los poderosos. Y creen que eso es democracia.
La información se produce en el seno de la vida social. No es independiente de ella. No es propiedad de la Prensa. La Prensa es intermediaria salvo cuando relata sus propias luchas internas e identifica su lugar en la lucha de clases. En todas sus dimensiones, la producción de información tiene un carácter intermediario entre los hechos, su complejidad y multifactorialidad. Entre el conocimiento y la enunciación; entre la realidad y las subjetividades. En cada una de tales dimensiones es imprescindible la crítica y la autocrítica. Es imprescindible explicar desde qué lugar de las contradicciones sociales se informa. Siempre está en juego el control y la dirección que están comprometidos, indisolublemente, con las intereses de la comunidad y la vida buena para todos. Es un compendio de esto el vínculo y la obra de John Reed con Lenin. Reed dice: “Al relatar la historia de aquellos grandes días me he esforzado por observar los acontecimientos con ojos de concienzudo analista, interesado en hacer constar la realidad”.
En el mercado de las noticias la palabra publicada se vende como “palabra santa”. Es una lucha larga devolverle su lugar al escrutinio social ante la Prensa, reponer el carácter crítico de todos los actores en la relaciones de producción informativa que no deben excluir, ni reducir, el rol del interlocutor como protagonista clave del proceso informativo, como es norma excluyente de la prensa burguesa. Es imprescindible terminar con el imperio intermediario de la prensa como creadora de la realidad, demiurgo mercachifle, según los intereses del mercado y del mercenarismo “periodístico”. Hay que repetirlo siempre.
Eso implica exigencias programáticas, organizativas y disciplinarias cuya base es la lucha de clases y cuya praxis debe desarrollarse al lado de las luchas emancipadoras de la clase trabajadora. Ya basta de que cualquier “payaso informativo”, capaz de publicar sus canalladas, bajo cualquier método y medio, se haga llamar “periodista” a costa de degenerar la verdad que es de todos. Frenarlos en seco. Eso implica impulsar escuelas nuevas, estilos nuevos, sintaxis, comunicación y conciencia revolucionarios. Eso implica impulsar generaciones nuevas de trabajadores del periodismo y del derecho a la información, emancipados de la lógica del mercado informativo. Emancipados para emancipar.
Esa Prensa, la revolucionaria, debe aparecer como un lenguaje nuevo de guerra poética en su más hondo sentido renovador, que no podrá entenderse más que hundiendo sus raíces en el humus revolucionario de los obreros y los campesinos para nacer como una planta nueva siempre. Entonces poblaremos la sintaxis con una militancia nueva que se prolongará en la sangre que cultivaremos sobre el surco de un arado de luz y luchas dignificantes y dignificadas. En el examen de la historia no solo hay que saber, sino que hay que saber de una cierta manera combativa. Estamos en pie de guerra contra las máquinas de guerra ideológica disfrazadas de “Prensa Libre”. Debemos operar con un doble sentido táctico y estratégico que, mientras desarma territorios minados con explosivos ideológicos, tome el cielo por asalto convertido en Comunicación revolucionaria. Con el entusiasmo intacto.
Es revolucionaria la verdad, la seriedad de la información, la certeza en los documentos, los archivos y las estadísticas. Son revolucionarios los datos duros del lugar, la fecha y los responsables de emitir o reproducir toda información. Asumir las responsabilidades y los derechos de la información. Es revolucionario consolidar y hacer explícito el marco teórico desde donde se produce y reproduce la información. Respetar el vigor de las luchas, no contaminarlas con nuestros vicios. Democratizar la documentación actualizada de fuentes científicas y consensuales. Impulsar la formación periodística permanente, talleres de crítica y autocrítica. Combatir las contrarrevoluciones en las cabezas y en los corazones.
Será nueva la prensa que haga lo que no se hace hasta el presente. Sin olvidar los logros alcanzados. Será nuevo vincular los hechos concretos a las luchas del movimiento mundial de la clase trabajadora, producir enseñanza profunda y solidaria basada en los hechos, de lo simple a lo complejo, de lo particular a los general y viceversa. No limitarse a los hechos, a secas, y sí reproducir el pensar y el sentir de las luchas, sus deliberaciones y decisiones en la construcción de su dirección transformadora. Interpelar y combatir a la ideología opresora que se sedimenta las deformaciones de la “información” burguesa.
Consolidemos un forma humanista de la información por medio de una Prensa, esta vez, atada a las luchas de los obreros, las huelgas obreras, y todas las formas de combate emancipador en el seno del proletariado contra todas las manifestaciones de la opresión. Nuestra Prensa debe ser correa de transmisión auxiliar de la organización revolucionaria, no su sustituto, ayudar a desarrollar la organización emancipadora, despertar y cultivar la consciencia, elevar su nivel permanentemente, no contentarse con el “descontento”, no lloriqueo como métodos de lucha y poner las energías en fecundar el movimiento revolucionario de los pueblos.
Insistamos. Prensa basada en los hechos de la lucha, en las opiniones enriquecedoras y en las conclusiones producidas en función de los objetivos finales de la emancipación humana expresadas en las políticas de los pueblos en lucha. Hombro con hombro, no encima no debajo. Expresar a las masas en lucha, el más alto nivel de la conciencia política; poner de relieve a los sectores más combativos y propagar sus líneas programáticas. Reflejar fielmente la lucha de clases, la disputa material y la disputa ideológica donde se transparenten las tendencias ideológicas y políticas con carácter realmente de clase.
Consolidar desde el corazón de las luchas una fuerza, sí un arma teórico-práctica para las batallas de hoy y del futuro. Nos urge una revolución semiótica, de acción periodística directa, por todos los medios, para producir los anticuerpos culturales indispensables que exterminen, en plazos cortos, las influencias tóxicas de los medios y los modos burgueses para manipular conciencias. No hay tiempo que perder.
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