Fake news y desinformación, los nuevos retos del periodismo


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No es menos cierto que el nuevo escenario que trajo la proliferación masiva del uso de Internet estimuló la rápida “viralización” de noticias falsas. En redes sociales la velocidad con la que circula una Fake News en muchos casos puede superar ampliamente la difusión de una noticia verdadera. Esto, apoyado por la crisis de credibilidad que hoy viven muchos de los grandes consorcios informativos del mundo.

Hay quienes aseguran que tener más información a la mano no es sinónimo de estar bien informado, y es cierto, si tenemos en cuenta que mucho del contenido que circula es producto de las tergiversaciones que van aumentando como una bola de nieve a medida que circula por la red de redes.

La desinformación no es algo nuevo en el mundo de la comunicación, incluso en los propios medios tradicionales han incurrido en la promoción de noticias falsas en pos de conseguir algún interés político.

No hay que ir muy lejos, ejemplos sobran. Campañas presidenciales que se han beneficiado de las falsas noticias como la del mandatario brasileño Jair Bolsonaro, o las insinuaciones en cuanto a la manipulación de los medios estadounidenses sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001, ponen en evidencia este fenómeno.

Un caso también emblemático fue la difusión en 2008 de una noticia sobre la salud del magnate estadounidense de las comunicaciones Steve Jobs, publicada por el sitio de periodismo ciudadano iReport de la Cable News Network (CNN) –un portal que carece de filtros-. La información difundida aseguraba que el presidente de Apple había sufrido un infarto. Esto fue interpretado más tarde como una estrategia para jugar con las acciones de la empresa y se utilizó como argumento para desacreditar al periodismo ciudadano.

Las imágenes no escapan a esta realidad, muchos recordarán la icónica fotografía El buitre, de Kevin Carter, que llegó a ser portada del periódico The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. La opinión pública interpretó la foto como una alegoría de la situación de Sudán, de modo que el niño representaba la hambruna y la pobreza; el buitre era el capitalismo; y Carter la indiferencia del resto de la sociedad.

La imagen fue manipulada por la opinión pública, dándole una connotación que no respondía a la realidad.  Foto: Muhimu

Pero, en realidad, la historia era otra: el niño no estaba moribundo, sino defecando como consecuencia de las diarreas que padecía; en su mano derecha llevaba una pulsera de plástico correspondiente a una estación de comida de la ONU que lo identificaba como enfermo de malnutrición severa; el buitre solo estaba merodeando la zona, no acechando al niño; Kong Nyong, como se llamaba el pequeño, no murió en ese momento, sino varios años después, en 2007, enfermo de fiebre.

Hacerle frente a la desinformación generada por las noticias falsas no es fácil, en especial en un escenario como el actual, en el que coexisten redes sociales abiertas como Facebook, Twitter e Instagram, donde se puede monitorear el contenido, y otras cerradas como WhatsApp y Telegram, cuya información se transmite de manera privada entre los usuarios.

Además, no toda la población mundial tiene acceso a una pluralidad de canales informativos que le permita contrastar la información, de modo que muchos dan crédito a los contenidos que reciben de personas de confianza y lo replican sin cuestionarlo.

Haciendo historia

Aunque cada país tiene un día nacional para celebrar el trabajo de los profesionales de la prensa, cada 8 de septiembre se celebra el Día Internacional del Periodista, jornada en la que se reconoce la labor de los periodistas a través de premios, foros, charlas educativas, conferencias y reconocimientos.

La fecha rinde honores al periodista y escritor checo Julius Fucik, ejecutado por los nazis en 1943. La celebración fue instaurada en 1958 durante el IV Congreso de la Organización Mundial de Periodistas (OIP) en Bucarest, capital de Rumanía.

Julius Fucik plasmó su firma en periódicos como Rude Pravo y la revista Tvorba, ambos de ideología comunista. Su militancia procomunista y en contra del fascismo hicieron que fuera detenido varias veces, hasta que la Gestapo lo encarcelara en la prisión de Pankrác, Praga, donde fuera torturado y asesinado.

Fucik es autor del trabajo periodístico llamado Reportaje al pie de la horca, escrito durante sus últimos días como prisionero antes de ser decapitado por los nazis.

El caso de Fucik, 78 años atrás, pudiera compararse con los de miles de periodistas que han sido asesinados a lo largo de estos años por ejercer su profesión, pues aún los profesionales de la prensa son objeto de persecución cuando quieren alzar sus voces para defender la verdad.

(Tomado de Telesur)

 


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