Eusebio entre ciclones


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Eusebio Leal Spengler, historiador de la ciudad de La Habana. Foto: Alejandro Azcuy Domínguez

A propósito del paso del huracán Michelle por Cuba, fenómeno meteorológico que devastó las islas del Caribe en noviembre de 2001, el Historiador de la Ciudad de La Habana explicó:


"Otros tienen el terremoto que solamente presienten las hormigas y ciertos animales, o el volcán con el signo de la fumarola. Este es un pueblo fuerte, resistente. Hay que serlo frente al huracán. Nunca tentamos a la naturaleza, invocamos su favor".

- ¿Qué piensa Eusebio Leal cuando se avecina un huracán a su ciudad?

Pienso en toda la ciudad, porque la historia, como tantas veces he repetido, no se detuvo en el tiempo ni dentro de las murallas de la Habana Vieja. Es la historia de toda nuestra, "mi ciudad". Pienso en cuántos pueden estar sufriendo, cuántos afrontan dificultades con su vivienda, en los ancianos y niños, y en tantas personas... Y pienso también en los monumentos y los edificios, que ahora sí tienen una esperanza a medida que avanzamos con la restauración. Pero más que nada, en la vida humana. Porque los monumentos y la cultura nacen de las personas. Para ellas trabajamos. No se trata de una cuestión etérea e impalpable, pero lo que se cae y se rompe, podemos reedificarlo y lo volveremos a reedificar si se vuelve a caer. Este pueblo es el más amparado, el más preparado y tenemos ese orgullo. Resistimos con fortaleza y optimismo. Lo que se perdió ahora con el Michelle, lo recuperaremos. Y la memoria no se perderá, pero nuestra gente tampoco. Cuba suele salir bastante indemne de estos lances y se debe precisamente a la solidaridad, la hermandad, pero sobre todo a la capacidad de organización, tan relevante si se enfrenta una contingencia como esta. No la calculo de una forma desorganizada, si cada uno trata de salvarse como puede no sería posible lograr objetivos como los de evacuar con mucha anticipación a las familias aisladas de los pequeños pueblos, los rebaños, los bienes de la agricultura, los frutos y productos... He estado estos últimos días pensando en esa bellísima pieza antológica de la música cubana, de la autoría del maestro Sindo Garay: El huracán y la palma. Comienza con la evocación del silbido de los pinos y continúa con la resistencia heroica de una palma que se inclina sobre el suelo y se levanta victoriosa para afirmar categóricamente que venció al huracán. Es como la visión de Cuba.

La entrevista nos la concedió en la emisora Habana Radio y accedió a conversar sobre sus impresiones ante la contingencia natural. Era su costumbre emplear la radio en su condición de servicio de bien público para mantener informada a la ciudadanía.

Al final del diálogo no faltó su solicitud del tema musical que hizo trascender a uno de los compositores que más disfrutó: Sindo Garay, en su versión de El huracán y la palma:

Silbaron los pinos, auxilio siniestro
Los cedros tranquilos expresan dolor,
La Ceiba frondosa temblando sonríe,
La yerba en el llano,
Sumisa a morir. Pero hay una palma
Que dios solamente,
Le dijo al cubano
Cultiva su honor.
Que erguida y valiente,
Con blanco capullo,
Que sirve de espada
Doblada hacia el suelo,
Besando la tierra
Batió el huracán


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