Érase una vez la salsa: lección de piano (I)
Leonel Morales tal vez sea el más conocido, a nivel mediático, de esa pléyade de músicos cubanos que se han establecido fuera de Cuba y que ha desarrollado una excelente carrera como profesor de su instrumento, piano en específico, combinada con la de concertista; sobre todo ejecutando algunas de las obras más exigentes del repertorio clásico internacional, así como de sus compatriotas.
Leonel Morales
Hay que reconocer que “el adelantado en este proceso de internacionalizar el método cubano” de enseñanza y ejecución del piano, surgido a partir de la segunda mitad del pasado siglo, es Hilario Durán cuando se establece en Canadá a comienzos de los años noventa.
Hilario tuvo una interesante carrera como pianista de música popular y de jazz. En la música popular formó parte de la agrupación Los Papa Cun Cún, que dirigiera el percusionista y compositor Evaristo Aparicio, llamado “El pícaro”; y es justo decir que fue el primer pianista cubano que estuvo vinculado al naciente movimiento del guarapachangueo vinculado estrechamente con la evolución de la rumba como género.
Hilario Durán
Su paso por los Papa fue determinante en el trabajo que emprendiera en la agrupación Los De Siempre, junto al trombonista Demetrio Muñiz. Un formato musical que se vinculó a esa corriente de búsquedas e innovación que fueron fundamentales en la evolución de la música cubana.
Sin embargo, su momento de mayor auge fue como pianista del grupo Perspectiva que fundara el trompetista Arturo Sandoval una vez que dejara los atriles de Irakere. Fue entonces que su estilo comenzó a llamar la atención de algunos entendidos fuera de Cuba.
Formalmente Hilario no se dedicó a la docencia, una vez que se estableció en Canadá, como primera opción profesional. Fue un proceso bastante singular y en eso fue determinante su presencia en diversos proyectos musicales que lograron impactar en el complejo y discreto mundo del jazz en aquel país del norte de América.
Su estilo llamó la atención de los directivos de algunos conservatorios y universidades del país donde fijó su residencia, donde fue contratado como “profesor invitado”, proceso que no se ha detenido a lo largo de los años; y parte importante de ese trabajo “docente a medio tiempo” se ha visto reflejado en diversos proyectos discográficos, a los que ha sido convocado o que ha generado. Uno de sus grandes méritos “pedagógicos” ha sido la promoción del danzón y su relación con el jazz, género que ha definido e influido en su posterior carrera discográfica.
En Canadá, igualmente se ha establecido en los últimos tiempos Miguel Ángel de Armas, o simplemente “Pan con salsa”; que es considerado uno de los pianistas más interesante y dúctil de su generación, aunque parte importante de su carrera profesional haya trascurrido como tecladista de NG la Banda primero y de la orquesta de Manolito Simonet posteriormente.
Miguel Ángel de Armas, “Pan con salsa”
Establecido a mediados de la segunda década de este siglo en Canadá, “Pan con Salsa” entendió que el trabajo como profesor podía rendir los mismos frutos que su labor como jazzista a tiempo completo y se vinculó a diversos conservatorios, entre ellos la Universidad de Halifax, donde ofrece talleres sobre el piano popular y jazzístico desde la perspectiva cubana.
Un caso interesante de la presencia de pianistas cubanos en Canadá es el paso fugaz de Rolando Luna. Durante su estancia en ese país, Luna, siendo muy joven aún, no solo se destacó por su trabajo como pianista acompañante, sino que se imbricó en el universo jazzístico como solista y ofreció sus conocimientos de modo privado a un grupo de jóvenes que se comenzaban a interesar por la ejecución de este instrumento y se sentían atraídos por la música cubana, en especial el jazz latino y el afrocubano.
Rolando Luna
De los pianistas anteriormente mencionados, solo uno de ellos fue alumno de Frank Fernández. Es el caso de “Pan con Salsa” durante su paso por el ISA. Y será Rolando Luna quien, con su inagotable hambre musical, sirva de eslabón cultural en este proceso de asimilación de influencias; generacionalmente es el menor de ellos, pero supo desde sus comienzos profesionales entender el estilo y “las trampas de la fe” de los pianistas cubanos que le precedieron. Sobre todo, de aquellos que de una forma u otra crecieron bajo el magisterio de Frank Fernández.
Hay más en esta historia y habrá que mirar a Colombia en determinado momento.
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