Érase una vez la salsa: !Cómo suena esto mamá… cómo suena!


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Buena Vista Social Club.

Se ha preguntado usted alguna vez cuánta música cubana se consume en el mundo. O para ser más exactos: cuánta está presente en los circuitos de presentaciones más importante de Europa, Asia, los Estados Unidos y Latinoamérica. Son los músicos cubanos las grandes atracciones en estos eventos.

Definamos que hay distintos circuitos de presentaciones que podemos clasificar de la siguiente manera: festivales de jazz, circuitos de conciertos en grandes teatros, conciertos masivos y salas de baile de gran prestigio o impacto. Lo que no excluye espacios pequeños de presentaciones tales como restaurantes, teatros de ensayo, clubes de jazz y otros; que se pueden clasificar como un gran etcétera.

La industria de la música a nivel global tiene como presupuesto fundamental trabajar con contrataciones a mediano y largo plazo, en dependencia del impacto tanto a nivel de mercado o mediático de la figura que se trate; lo que no excluye las conocidas acciones sorpresas “que no es otra cosa que anunciar a última hora la presencia repentina de tal cantante o agrupación de moda que no estaba previsto”.

La logística de producción que hoy acompañan a la organización de grandes eventos musicales implica esa planificación minuciosa que, por norma general, está sujeta a la confirmación de los patrocinios, el pago de los honorarios a los artistas y la venta de boletos.

En el caso de los músicos cubanos sus conciertos en directo no se hacen acompañar de grandes despliegues tecnológicos, ni dependen de la voluntad de un patrocinador que garantice los fondos suficientes para tal acontecimiento.

No es secreto para nadie que en los últimos tiempos los músicos cubanos son parte sustancial de la cartelera de los festivales de jazz más importantes del mundo. De hecho, considero que es donde mayor es su presencia y su reconocimiento a nivel global. Los organizadores saben que existen compatriotas que garantizan con su nombre la suficiente afluencia de públicos y medios. Pero es también la plataforma de lanzamiento de nuevos talentos de la Isla. Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Omar Sosa, Rolando Luna, Harold López Nussa y otros tantos nombres, son parte fundamental de este entorno y se les reclama constantemente.

El segundo circuito de presencia de la música cubana es el que implica la presentación de formatos de música tradicional. Y aunque no es tan extenso como el del jazz, sí está conformado por un público de variados intereses culturales y que responde a un modelado de mercado, en el que intervienen desde un gusto preconcebido por la industria hasta el peso de las redes sociales –hay más de un reto viral que se hace acompañar de un tema del dúo Los Compadres—. Y es en este circuito donde funcionan las reediciones del Buenavista Social Club, el Septeto Santiaguero, el grupo de Compay Segundo, Eliades Ochoa o propuestas como el Septeto Acarey o Los chicos del Changüí; por solo citar algunos nombres.

Los integrados en este circuito son también llamados a los festivales de jazz que les consideran atracciones interesantes, sobre todo por la capacidad de integración de los mismos a las diversas tendencias dentro del jazz contemporáneo.

El mundo de la música popular bailable, aunque no es tan profusa su presencia en los grandes circuitos de presentación, sí tiene un público definido, fundamentalmente constituidos por emigrantes cubanos y su círculo cercano de amistades, a los que ha involucrado en sus gustos de consumo de música cubana. Y es que para ese segmento de público, la música, lo mismo que ciertos platos de la cocina cubiche, son el cordón umbilical para enfrentar el desarraigo.

Por años España e Italia fueron los grandes destinos de las orquestas de música popular bailable. Sin embargo, Perú se ha convertido en el nuevo dorado de la música popular bailable cubana, en especial para la timba y el sonido fusionado de una agrupación como Los 4. De alguna manera el público peruano, especialmente los habitantes de Lima, la capital, han devuelto el orgullo sonoro a muchas orquestas y músicos cubanos. Ese desplazamiento de lo popular bailable ha comenzado a extenderse hacia Colombia, en especial la ciudad de Cali, donde comienza a intensificarse la demanda de la música popular bailable cubana del momento.

Paralelo a los acontecimientos antes señalados –que no son los únicos— hay dos fenómenos musicales que tienen su basamento en la música cubana y de los que poco se habla, a pesar de constituirse como hechos trascedentes y son el espectáculo Soy de Cuba que por más de quince años ha dirigido el compositor Rembert Egües y que realiza giras anuales por los más importantes teatros de Europa; y el proyecto Sindicato del ritmo dirigido por el trombonista Demetrio Muñiz que ha concentrado su trabajo en versionar grandes éxitos del pop y del rock internacional con acento cubano, teniendo como eje central a los intérpretes originales de los mismos.

Dos acontecimientos también están signando la presencia de la música cubana a nivel internacional, aunque uno de ellos tiene su epicentro actualmente en el estado de la Florida en los Estados Unidos y el otro de manera silenciosa comienza a extenderse por algunos lugares del mundo. La música urbana, en especial eso que conocemos como “reparto” y la pedagogía.

Sobre ellos volveremos.

 


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