Entrevista a Giraldo Alayón García


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Giraldo y Aimé en Galápagos.


San Antonio de los Baños es una ciudad pequeña y apacible, perteneciente a la actual provincia de Artemisa. Un oasis de verdor, refugio de la vida agitada y bulliciosa de la gran urbe. San Antonio es el hogar de un hombre sencillo, y a la vez uno de los mayores exponentes de las ciencias biológicas en Cuba.

Su currículo de investigaciones, labor educativa, reconocimientos y contribuciones a la biología es asombrosamente extenso. La pasión del profe Alayón son las arañas. Las colecciones que resguarda como curador del Museo Nacional de Historia Natural de Cuba y aquellas que atesora en su estudio personal pondrían los pelos de punta a más de uno. Su conocimiento enciclopédico de este grupo le ha permitido recorrer el mundo, y poner en alto el nombre de Cuba. Sin embargo, su terruño natal, su querido San Antonio, sigue siendo su niña mimada y la causa de sus desvelos. Actualmente, sus energías están encaminadas a devolverle al río Ariguanabo su esplendor de antaño, y salvarlo de la desidia de algunos.

Las aves cubanas, otras de sus grandes pasiones, también están en el centro de las preocupaciones de Alayón. La Fundación Ariguanabo se ha hecho eco de un grave flagelo que amenaza las poblacionesde muchas especies: la captura y el tráfico ilegal de aves cubanas. Sobre este tema Juvenis sapiens quiso conversar con él, y, sin dudarlo, haciendo un espacio dentro de su apretada agenda de trabajo, nos dedicó una valiosa parte de su tiempo. 

Profesor, ¿en qué momento de su vida académica e investigativa se enfrenta por primera vez al problema de la captura y tráfico ilegal de especies en Cuba? 

Desde niño, como en muchas casas de cubanos, vi jaulas con aves en mi casa, pues mi padre era un aficionado a tenerlas. En 1973 leí el libro Primavera silenciosa, de Rachel Carson, y me convertí en un conservacionista. Precisamente ese año, en octubre, concluí mis estudios de licenciatura en Biología y comencé a cuestionarme la afición de mi padre. Pude convencerlo de que la abandonara y así puedo afirmar que a partir de la fecha comencé a cuestionar esta práctica. 

Prácticamente todos hemos visto alguna vez un ave enjaulada en nuestros entornos sociales. Muchas personas mantienen que esta es una tradición firmemente arraigada en nuestro país. Entonces, ¿por qué como nación debemos enfrentar este y otros ejemplos de uso de nuestra biodiversidad nativa? ¿Cuál es el alcance real del problema y sus implicaciones ambientales, políticas y sociales? 

Esa es una tradición importada, a mi entender, pues la trajeron los españoles cuando colonizaron nuestras tierras y estos la adoptaron de los árabes. Pero parece que es oriunda de Asia donde aún se practica muy extensamente. El naturalista alemán Juan Gundlach, que vivió 50 años en Cuba y estudió profusamente nuestra fauna en el siglo XIX, describió esta práctica en algunos campesinos y pueblerinos cubanos de aquellos tiempos. Pero eso sucedió en una época en que la población de nuestro país era mucho menor, que teníamos, todavía, grandes extensiones de bosques primarios; por lo que la presión humana sobre las poblaciones de aves silvestres no era muy grande. Actualmente, la situación ha cambiado: somos más de 11 millones de cubanos, los bosques primarios de llanura no existen y la masa forestal prístina o casi primaria se encuentra en zonas montañosas o en regiones de área mínima. Esos factores han influido en la disminución del número de aves, ya que disponen de menos lugares para desarrollar sus variadas actividades (alimentación, cortejo, apareamiento, reproducción, etc.). Y si le sumamos que el número de “cazadores” se ha disparado en los últimos 20 años, la situación es bien seria. Lo que trae problemas de tipo social (mala actitud hacia nuestra fauna) y políticos, pues nuestro país ha firmado varios tratados que protegen el tránsito de especies migratorias en nuestro territorio, además de mantener una política, por muchos años, de protección y de divulgación de la necesidad de cuidar nuestros entornos, que contrasta notablemente con esta situación actual. 

En su opinión, ¿cuáles son los principales factores que contribuyen al mantenimiento del comercio ilegal de especies en Cuba? 

Es una pregunta compleja. En primer lugar, hay que hacer cumplir las leyes y resoluciones ambientales ya en vigor; en segundo lugar, mejorar estas, pues por ejemplo, la “tenencia” de aves silvestres por personas particulares o en establecimientos no está contemplada en la ley; fortalecer la educación ambiental, con informaciones científicas actualizadas en toda la población (desde niños hasta personas de la tercera edad) por todos los medios disponibles; involucrar a la enseñanza primaria y secundaria; fortalecer en sus programas de educación los problemas ambientales y particularizar que vivimos en un archipiélago con poblaciones reducidas y muy frágiles; fortalecer y capacitar a los guardabosques y guardaparques; introducir en todas las carreras universitarias los problemas ambientales (quizás en la forma de seminarios o de alguna asignatura); involucrar y capacitar a las personas que trabajan en las aduanas sobre las particularidades y la nocividad de este comercio ilegal. 

¿Qué iniciativas y esfuerzos se han desarrollado a lo largo de los años para combatir este flagelo? ¿Cuáles han sido las principales fortalezas y trabas con las que hemos contado a la hora de buscar soluciones? 

Para serle franco no se ha hecho mucho. Otras prioridades ambientales han primado. De manera casi individual, algunos biólogos han escrito y presentado informes de esa situación, pero sin encontrar un respaldo o una comprensión real de la magnitud del problema de parte de las instituciones que les correspondía. 

¿Cómo usted valora la recepción gubernamental que tuvo la reciente declaración conjunta de varias sociedades científicas y organizaciones ambientalistas cubanas, entre ellas, la Sociedad Cubana de Zoología y la Fundación Ariguanabo, acerca del comercio ilegal de especies silvestres en Cuba? ¿Qué caminos abre en esta lucha por la preservación de nuestra biodiversidad? 

La valoro grandemente, pues fue un modesto esfuerzo y alerta de un grupo de organizaciones no gubernamentales que hace un buen número de años estamos tratando de lograr una máxima del Dr. Antonio Núñez Jiménez: “Hacia una cultura de la naturaleza”. 

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, publicó a raíz de la mencionada declaración un tuit en el que afirma que “defender nuestra Patria es también defender su fauna y su flora”. ¿Cómo cada persona, a través de acciones sencillas, puede contribuir a defender nuestro patrimonio natural? 

Bueno, pienso que la respuesta fue rápida y muy apropiada y valoro en extremo el apoyo de nuestro Gobierno en esta tarea que tiene bastante complejidad dada su extensión. Por supuesto que sí estoy de acuerdo con lo que escribió nuestro presidente. La biota cubana nos antecede, al menos en 42 millones de años. Han estado en estas cambiantes geografías durante mucho más tiempo que nosotros los humanos. Son parte indisoluble de nuestra patria, pues muchas de ellas han evolucionado acá y se han convertido en lo que son gracias a la historia natural por la que ha transitado nuestro archipiélago desde sus de forma permanente. Si logramos que cada uno de nosotros comprenda y cuide nuestra biota y comprenda sus particularidades y exclusividades, entonces podremos decir que esta batalla estaría ganada y la situación superada. 

Desde su perspectiva y experiencia como profesor universitario, ¿de qué forma usted considera que los profesionales del magisterio pueden contribuir a la divulgación y concientización sobre este tema? 

Hemos insistido en la importancia de los maestros y profesores para cambiar las apreciaciones erróneas y perjudiciales sobre nuestra biota y, en especial, nuestras aves silvestres (nativas y migratorias). Hacer comprender a sus alumnos la dimensión de este problema ambiental, al menos en Cuba, y la necesidad de que ellos se sumen con iniciativas, talleres, acampadas, charlas, clases y todo tipo de actividades que forjen una verdadera conciencia ecológica en los niños de la educación primaria y en los adolescentes y jóvenes de la educación secundaria.

Cuestionario sapiens

¿Cuál es su organismo favorito? 

Las arañas. 

Si no fuera biólogo, ¿qué fuera?

Biólogo. 

¿Cuál es su libro favorito? 

“Especie animal y evolución” de Ernst Mayr. 

Si reencarnara, ¿qué animal le gustaría ser? 

No creo en la reencarnación. 

¿Qué superpoder le gustaría tener? 

Pensar mejor. 

¿Cuál es su sonido preferido? 

El concierto de clarinete de Mozart. 

¿El sonido que más odia? 

La gritería de los humanos. 

El rasgo principal de su carácter

Perseverancia. 

Su sueño de felicidad 

Ver que todos respetemos a los demás. 

Su héroe de la ficción 

Spiderman. 

Personaje de la historia que más desprecia 

Adolfo Hitler. 

Hecho militar que más admira 

El rescate de Julio Sanguily por Ignacio Agramonte. 

¿Cuál sería su mayor desgracia? 

Dejar mi trabajo e investigaciones

Sus héroes de la vida real 

Charles Darwin, Alejandro de Humboldt, Albert Einstein, Leonardo da Vinci, Tranquilino Sandalio de Noda y Ernst Mayr. 

Su consejo

Siempre ser empático y respetar la vida. 

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Fuente: Juvenis Sapiens, revista trimestral de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana [año 2, nº4, 2021] (pdf)

Tomado del Blog Segunda Cita.


 

 

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