Ya se encuentra en producción el nuevo filme de Fernando Pérez, que lleva como título de trabajo Riquimbili o El mundo de Nelsito, y está producido por el ICAIC en conjunto con la española Wanda Films. El largometraje parte de un guion coescrito por el realizador junto con Abel Rodríguez, quien repite colaboración con el célebre cineasta luego de que trabajaran juntos en Últimos días en La Habana (2016).
La historia tiene como escenarios locaciones que se extienden a todo lo largo y ancho de la geografía capitalina, principalmente Alamar, donde viven los protagonistas, pero también Boyeros, Plaza de la Revolución, Habana del Este y 10 de Octubre.
El pivote dramático de la historia resulta ser un accidente automovilístico. Quizás las calles de La Habana ocupen un espacio importante en esta nueva película, como también ocurre en Madagascar, La vida es silbar, Suite Habana o La pared de las palabras. En esta última, el protagonista (Jorge Perugorría) padece también un accidente de tránsito en un momento trágico.
En la sinopsis oficial del filme se cuenta que la víctima del accidente automovilístico es Nelsito, un adolescente autista de 16 años que ha logrado fugarse de su casa. Mientras todos se precipitan en torno al joven accidentado, sus grandes ojos van registrando cada detalle, porque desde su imaginación, Nelsito ve más allá. Así, el muchacho nos contará también del lado oscuro, recóndito y oculto de los personajes que lo rodean.
Vuelto a casa y ya recuperado, Nelsito será recibido por los personajes que el espectador ya conoce, pero entonces cabe preguntarse cuáles son los auténticos, los que estamos viendo o los que el muchacho nos presentó a través de su subjetividad. Porque se trata de comunes mortales que Nelsito imagina a su manera, tal y como ficcionaba, con los personajes de su cotidianidad, el actor y escritor que protagonizaba la incomprendida Madrigal.
El personaje protagónico, o por lo menos el que rige el filme con su mirada e imaginación, está interpretado por el joven José Raúl Castro, sin experiencia actoral previa. Él se une a dos de las actrices de presencia invariable en el cine de Fernando Pérez: Isabel Santos (Clandestinos, La vida es silbar, La pared de las palabras), que interpreta a Ana, la madre de Nelsito; y Laura de la Uz, reconocida dentro y fuera de Cuba por sus interpretaciones en Hello Hemingway, Madagascar y La pared de las palabras, y que interpreta a Carmela, representante de Ana, que además de ser la madre del protagonista es una pintora internacionalmente conocida.
Además, están en el elenco Jacqueline Arenal, Carlos Enrique Almirante, Paula Alí, Edith Massola y Omar Franco, entre otros. De regreso al cine cubano, luego de larga estancia en Colombia, Jacqueline Arenal interpreta el papel de Vivian, una intelectual de vida más o menos cómoda, esposa de Daniel (Carlos Enrique Almirante, que trabajó con Fernando en las anteriores Madrigal; José Martí, el ojo del canario y La pared de las palabras). Vivian y Daniel también son parte de un accidente automovilístico, otro, y luego son chantajeados por Manolo, el personaje a cargo de Omar Franco.
Edith Massola interpreta a Julia, la doctora que atiende a varios pacientes en el hospital donde llega Nelsito. Además, Ana, Carmela y Julia son amigas, al parecer, desde que eran niñas. Paula Alí es una anciana con demencia senil llamada Esperanza, de quien se encarga Loreta, interpretada por Yerlín Pérez.
Estos personajes, y algunos otros que renunciamos a describir por no hacer demasiado larga la relatoría, protagonizan las diversas historias que imagina Nelsito, desde su camilla en el cuerpo de guardia hospitalario, donde lo atienden después del accidente. Cada personaje tiene sus propios conflictos en cada uno de los cinco cuentos que narra el filme, pero todos los segmentos parecen signados por el deseo del realizador de que el espectador nunca pueda diferenciar lo que es la realidad o la imaginación del protagonista-narrador.
A juzgar por todos estos elementos, estaremos en presencia de un filme no solo coral, sino también episódico, con abundantes toques de humor negro, este último un recurso pocas veces pulsado por el realizador, más inclinado en sus obras anteriores a la tragedia, el melodrama, lo histórico y lo onírico-surrealista.
En la documentación oficial sobre el nuevo proyecto, Fernando Pérez asegura: “Riquimbili aspira a ser un juego. Un juego de estructuras narrativas y un juego de personajes. Ambos (estructuras narrativas y personajes) se funden (y confunden) en la realidad y en la imaginación del protagonista, que transforma todo lo que ve en historias que juegan al melodrama, al absurdo, al humor negro”.
La posproducción del filme ocurrirá en los meses finales de 2021, y si todo sale bien, se estrenará en algún momento del primer semestre de 2022. El nuevo proyecto del ICAIC cuenta con fotografía de Raúl Prado, producción de Daniel Díaz, dirección de arte de Fernando Cruz y Laura N. Díaz (que también se ocupa del diseño de vestuario), el sonido directo correrá a cargo de Velia Díaz, y la banda sonora será diseñada por Sheyla Pool, mientras que del casting se encargó Gloria María Cossío, una de las más frecuentes colaboradoras de Fernando Pérez.
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