En octubre de 1963 el ciclón Flora que azotó a Cuba reportó en 93 horas mil 840 milímetros de agua, la muerte de unas 2 mil personas, la destrucción de 11 mil 103 viviendas, averías a otras 21 mil 486, destrucción de cuatro mil caballerías de arroz y grandes afectaciones a la agricultura, la electricidad, la telefonía y las carreteras y caminos. Fue un ciclón atípico, que afectó a la región oriental de la Isla. Todavía Cuba no contaba con los servicios meteorológicos, los planes de contingencia y el elevado el número de embalses que después se convertirían en referentes para todo el Caribe.
En aquellos días, las imágenes de la tragedia sirvieron también para explorar el impacto de lo ocurrido, más allá de la zona oriental de la isla. Junto a la proeza humana de miles de personas socorriendo y ayudando a los demás, estaba la de decenas de camarógrafos y reporteros cubanos que arriesgaron sus vidas en el registro de los acontecimientos.
A poco tiempo de la tragedia, en el propio octubre triste de la isla, nació el documental Ciclón. De aquellas imágenes colectivas emergió una de las obras paradigmáticas de la documentalística cubana: el documental Ciclón del realizador Santiago Álvarez, quien con todo el material filmado, incluido el suyo, construyó una obra que es hoy estudio obligado en cualquier escuela de realización documental.
El crítico Juan Antonio García Borrero ha dicho que Ciclón, filmado indistintamente por camarógrafos del ICAIC, del Noticiero de la Televisión y los Estudios de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, propone, bajo la dirección de Santiago Álvarez, no un reality show de la tragedia humana.
Ciclón muestra desde la eticidad indiscutible. “El uso inicial de la voz en off del locutor describiendo los logros colectivos del país, y la exposición de esas imágenes pre-ciclón preparan de manera muy inteligente la atmósfera de tragicidad que se irá viviendo in crescendo, y en este sentido es que puede hablarse de Santiago como el artista capaz de descubrir esos hilos íntimos que movilizan al espectador de cualquier parte del mundo ante la grave realidad que se ofrece.”
Fue Ciclón tal vez un punto de giro en la obra de Santiago Álvarez, en que las imágenes y el sonido ambiente, la música y el silencio, movilizan y conmueven; comprometen. Ciclón está realizado para el ensamblaje del tejido social; su discurso cinematográfico deviene plataforma para la construcción de algo mayor; que no es quejumbroso ni lastimero. Ciclón enseña: el dolor, la actitud humana solidaria, el compromiso más allá de sí mismo; avizora el cambio. Los silencios de Ciclón, con su uso intencionado en el documental están llenos de por qués… Ciclón está ofreciendo la mirada coral de sus camarógrafos y ese enunciado llega hasta la obra terminada como expresión, también coral, del coraje/imaginario colectivo de una isla, en un período, en los siempre tiempos que la ha llevado adelante hasta hoy. Ciclón fue uno de sus comienzos.
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