En octubre de 2017 en los medios explotó la noticia del hallazgo, tras más de un mes de desaparición, del cuerpo de Santiago Maldonado. Desde el mismo instante en que se hizo público el suceso, un grupo de argentinos, cámara en mano echaron a andar una maquinaria fílmico-investigativa que no paró hasta concebir un documental de denuncia.
Lidereados por el cineasta argentino Tristán Bauer, quien tiene una larga historia con los festivales de cine de La Habana, El camino de Santiago. Desaparición y muerte de Santiago Maldonado es un documental que tras cada secuencia, evidencia reporteo y compilación de material periodístico publicado en cadenas de televisión.
Bauer, también trae al Festival una versión restaurada de Iluminados por el fuego.
¿De dónde surge la idea de documentar en sí la historia del crimen de Santiago Maldonado?
Apenas enterados de que había un desaparecido en la Patagonia, cuando por primera vez escuchamos su nombre: Santiago Maldonado. Un grupo convocado por el productor Jorge Devoto, al que se sumaron algunas figuras destacadas del medio audiovisual y otros jóvenes, muy jóvenes con muy poca experiencia, nos pusimos a trabajar, con la intención en aquellos momentos iniciales de sumarnos al reclamo colectivo: “Aparición con vida de Santiago Maldonado”.
Fue un trabajo voluntario que surgió desde la preocupación y la angustia que nos generaba esta trágica noticia. Como resultado de ese trabajo, realizado bajo la investigación periodística de Juan Alonso, se emitieron una serie de micros por la pantalla de televisión de C5N, que fueron levantados también por la web del diario Página/12. Estos micros -narrados por la voz del gran actor Darío Grandinetti- se viralizaron muy rápidamente en las redes sociales y narraron desde una perspectiva distinta la historia que se quería imponer desde las grandes cadenas de televisión y los medios hegemónicos nacionales.
A los 78 días de su desaparición, el 17 de octubre de 2017, aparece el cuerpo de Santiago a la orilla del río Chubut. Viendo el intento del gobierno de cerrar el caso con esa información y advirtiendo que teníamos un gran caudal de material fílmico, ya que habíamos estado trabajando en la zona de los hechos desde los primeros días, nos pusimos a trabajar en el documental que ahora estamos presentando.
¿Qué retos se impusieron al comenzar su propia investigación para concebir la obra?
Este es un documental de urgencia, realizado mientras los sucesos se van desarrollando, en ese sentido era muy importante mantener el rigor periodístico que el caso reclama y al mismo tiempo encontrar las claves estéticas, técnicas y de lenguaje que nos permitieran acercarnos con profundidad e intensidad dramática al tema.
¿Considera Ud este material un documental o un gran reportaje llevado al audiovisual?
Sin duda lo considero un documental. La narración periodística audiovisual que tantas veces vemos en las cadenas de televisión reclama fundamentalmente información y calidad en la presentación de esa información.
Cuando hablamos de cine documental estamos hablando de un arte nacido con la creación que a finales del 1800 desarrollan los abuelos Lumière y que se va perfeccionando y puliendo con el paso de los años y con el aporte indispensable de tantos y tantos cineastas que dejaron sus huellas en la historia. El cine documental es un arte que, aparte de calidad en la información, demanda la creación de un vínculo con la audiencia que lleve al espectador a una profunda reflexión y donde también el factor emocional esté presente. Para esto es fundamental desarrollar un lenguaje cinematográfico que toma prestado elementos del periodismo y de todas las demás artes, pero que tiene como elemento primario lo que denominamos específico fílmico. Es decir un lenguaje único que llega a lugares del individuo y la sociedad donde solamente el cine puede llegar.
Después de estar al frente de otras producciones de distintos géneros y temáticas ¿Qué le aportó a su carrera como cineasta dirigir un documental como este?
Una experiencia nueva. Mi obra cinematográfica está vinculada siempre a la historia y a la cultura argentinas. Desde la forma de la ficción o desde el documental he abordado temas como Malvinas, Borges, Cortázar, El Che o lo acontecido con el cadáver de Eva Perón, entre otros. Pero siempre he tenido ese prisma que solo te da el tiempo para reflexionar y emprender la obra.
Aquí no, como ya dije, este fue un documental de urgencia, verdaderamente no sabíamos qué iba a ocurrir al día siguiente de cada rodaje, con qué nueva realidad nos íbamos a encontrar, un desafío nuevo que estoy agradecido de haber encarado.
El otro tema para destacar está vinculado a lo tecnológico. Gracias a la digitalización de la imagen y a la nanotecnología contamos con elementos para narrar que hasta hace apenas 10 años directamente no existían. Podemos hoy elevar desde la palma de nuestra mano un drone que registra en 4K y desde ahí, como si fuera desde la mirada de un pájaro, poder mostrar esa inmensidad de belleza que es la Patagonia argentina, con sus ríos, lagos y montañas. Le mostramos al espectador de qué se habla cuando se está hablando de la lucha por la tierra o registrar con nuestras cámaras una represión, pero al mismo tiempo tener el registro que hacen las fuerzas policiales con sus GOpro, o los pueblos originarios con sus celulares, y así armar las secuencias con las distintas perspectivas. Todo esto nos permite desarrollar un nuevo lenguaje que solo es posible gracias a encontrarnos en esta nueva era de las comunicaciones que estamos viviendo.
¿Cambió de alguna forma el sentido inicial del documental luego de la filmación o las primeras recopilaciones de información?
Podemos decir que todo el proceso se desarrolló en vivo, al calor de los acontecimientos. Esto nos llevó a una dinámica de reflexión y acción permanente que detuvimos solamente cuando nos propusimos llegar a concluirlo en una fecha precisa, es decir, la conmemoración del primer aniversario de la desaparición. Y ahí sí, en esa etapa, con un poco más de calma, hicimos la reflexión y el análisis necesario. Pero volviendo a lo concreto de tu pregunta no hubo cambios en cuanto al sentido de la obra, siempre estuvo vinculado a lo que Rodolfo Walsh nos enseñó: dar testimonio en tiempos difíciles.
¿Cómo han sido las reacciones durante la proyección en Argentina?
En Argentina la película la han visto más de 45.000 espectadores. Se ha pasado en cines, pero también en teatros, centros culturales, iglesias, escuelas, organizaciones barriales, museos… de alguna manera retomando en el siglo XXI las experiencias de Cine Liberación de los años 70, de las cuales me tocó ser partícipe como proyectorista cuando era pequeño.
Muchas de las proyecciones fueron acompañadas por debates intensos y profundos; las funciones cerraban con un fuerte aplauso y mucha emoción. Indudablemente, Santiago Maldonado es una herida abierta en la sociedad argentina y la película funcionó como un catalizador de esos sentimientos.
También hubo algunos pocos actos violentos atacando la película y amenazas de bomba que por suerte nunca interrumpieron la realización de una función. En el día del estreno, luego de la crítica que a través de los medios manifestó la Ministra de Seguridad de La Nación, Patricia Bullrich, curiosamente sin ver la película, fueron destrozados a piedrazos los vidrios de la sala donde se estaba presentando, un episodio que nos recuerda a los nazis cuando rompían vidrieras o quemaban libros, o a los tiempos de la dictadura cívico militar argentina en que se quemaban teatros, se censuraban las películas y se perseguía a los actores, actrices y cineastas.
Según su perspectiva, ¿cuáles son los desafíos de hacer un documental en el que se cruza el cine con temas recientes de la historiografía como el cuerpo y la memoria?
Son siempre los mismos. Los mismos desafíos que se presentan en el momento en que uno empuña una cámara, ya sea para la realización de una ficción o de un documental. Ser fiel a uno mismo y como artista estar a la altura de los tiempos que te toca vivir
¿Qué representa para usted volver a irrumpir en cines de Cuba con esta propuesta?
La alegría de compartir un nuevo trabajo con el público cubano y las felicitaciones y agradecimientos al festival que durante estos 40 años supo ser lugar de encuentro y reflexión de nuestro cine. Sin duda el más importante de nuestra América en ese sentido.
En su andar, Bauer apuesta por seguir haciendo cine en Latinoamérica, trasciende los limbos de las clasificaciones e hilvana historias a través del documental y las realidades construidas.
Aunque para la mayoría de espectadores cubanos la muestra de documentales que se exhibe en el festival no sea de la preferencia, sería válido apreciar esta otra arista del cine para dialogar con la realidad pura del continente y los panoramas mundiales.
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