En relación con el valor patrimonial atribuido a un objeto, la antropóloga Laurajane Smith desestima “su mayor o menor antigüedad y belleza”, conceptos “meramente subjetivos y basados en prejuicios” que, paradójicamente, siguen vigentes no solo en el ámbito cotidiano, sino también en el académico. En lugar de ello, otorga Smith esencialidad a la medida en que dicho objeto “nos informa de los aspectos históricos (económicos, sociales, de mentalidad, etc.) de la época que se pretende enseñar”.[1]
¿Bajo qué criterios, apenas iniciado el recorrido por el Acueducto de Albear, en los manantiales de Vento,[2] coloqué la obra entre los cimeros exponentes del Patrimonio Cultural de la Nación en Cuba? La respuesta no requiere meditación alguna; he de destacar, en primer lugar, el placer retiniano que causa su paisaje, el cuidado de su jardinería y el estado de conservación de sus bienes; en segundo, los cuatro pilares sobre los cuales, según indica el cartel de presentación, se ofrece la bienvenida al “Museo Acueducto de Albear”: 1) Fundado en 1893, 2) Maravilla de la Ingeniería Civil en Cuba, 3) Monumento Nacional y 4) Miembro de la Red Global de Museos del Agua de la Unesco. Acercarnos desde la teoría crítica contemporánea a cada uno de ellos, puede ser un punto de partida para convertimos en defensores convencidos de los valores patrimoniales atribuidos al Acueducto de Albear.
Fundado en 1893. ¿El Museo o el Acueducto? ¿Antigüedad como signo de autenticidad? En cualquier caso polémico si se tiene en cuenta que la génesis del proyecto emerge en 1852 con la designación del teniente coronel de ingenieros Francisco Albear y Fernández de Lara en función de “presidente de una comisión encargada de estudiar cómo abastecer de agua potable a La Habana”; que cuatro años después, en 1856, redacta Albear el “pormenorizado documento”, donde expone y fundamenta la conveniencia de tomar el agua de los manantiales de Vento; informe aprobado por la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos de Madrid el 17 de noviembre de 1857, admisión que secunda Leopoldo O’Donell, capitán general de la isla de Cuba, en octubre de 1858; que el 26 de junio de 1861, se coloca la primera piedra de su ejecución; y en 1878, “por sus valores excepcionales, el proyecto de este acueducto recibe medalla de Oro en la Exposición Universal de París.
Se suma a ello su puesta en funcionamiento 21 años antes de su inauguración, cuando en 1872 el canal terminado hasta esa fecha se conecta con la vieja red del Acueducto de Fernando VII para el suministro del agua proveniente de Vento a la ciudad.[3] Se ha de tener en cuenta, cual si se tratara de un organismo vivo, las ampliaciones e intervenciones posteriores.
¿No constituyen esos acontecimientos hitos de legitimidad en la comprensión no solo del ingenioso talento del autor en su tiempo histórico, sino también en el proceso de patrimonialización de la obra? Con deliciosa maestría, José Antonio Yáñez Balbuena y Alexei Díaz Mantilla, guías del recorrido, hicieron del tiempo anterior a la inauguración del acueducto, el 23 de enero de 1893, el escenario temporal de anécdotas personales, familiares, económicas y sociales (culturales); que acompañaron la gestación y ejecución de esta obra. Ante las circunstancias que acompañaron a sus protagonistas, desbordando el papel de Albear y las adversidades para abastecer de agua a La Habana, estamos ante una obra de ingeniería que deviene auténtico patrimonio documental, y, por tanto, un exponente ante el que difícilmente puede visitante alguno resistirse.
Maravilla de la Ingeniería Civil en Cuba y Monumento Nacional. He aquí dos de los peldaños que acompañan al Acueducto de Albear en su patrimonialización; el primero de ellos, promovido por la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC) entre 1996 y 1997, expresión de una comunidad con manifiesto interés por la valoración histórica, técnica y artística de la obra y, por ende, interesada en su investigación, conservación y divulgación; el segundo, por la Comisión Nacional de Monumentos del Ministerio de Cultura de la República de Cuba que, mediante Resolución no. 202 de 2007, incluye esta obra en el Sistema de Acueductos de La Habana.
Inspirados en las Siete Maravillas de las Construcciones, la Arquitectura y las Artes que nos legara el arte antiguo bajo el principio de “obras extraordinarias que despertaran admiración” o “algo que ver: listado de monumentos o lugares dignos de ser conocidos”,[4] la UNAICC convocó a sus miembros a votar por las Siete Maravillas de la Ingeniería Civil en Cuba, tomando como fundamentación la trascendencia de la construcción, complejidad en la ejecución de la obra y las soluciones técnicas aplicadas. Sus resultados, dados a conocer en 1997, revelan, cronológicamente organizados, la vanguardista postura de los cubanos en el devenir histórico: el Acueducto de Albear (1876–enero de 1893), el Sifón bajo la bahía del alcantarillado de La Habana (septiembre 1908–septiembre 1915), la Carretera Central (20 de mayo de 1927–24 de febrero de 1931), el Edificio Focsa (febrero de 1954–junio de 1956), el Túnel de la Bahía de La Habana (1955–31 de mayo de 1958), el Puente de Bacunayagua (1956–1959) y el Viaducto de La Farola (14 de mayo de 1964–26 de julio de 1965). Para el caso que nos ocupa, el Acueducto de Albear, se argumenta:
Construcción de gran precisión técnica, integrada por las obras de captación en los manantiales de Vento, el túnel en el río Almendares, el Canal de Vento, los depósitos de Palatino y el sistema de distribución. Fue considerada una de las obras más sobresalientes de su tiempo a escala mundial. Actualmente, continúa suministrando alrededor del 15% del agua requerida por la ciudad.[5]
Al margen de obras de suma magnitud realizadas con anterioridad, entre las que se encuentran el sistema de fortificaciones de La Habana, por ejemplo, la obra, en su condición de “Maravilla”, despierta elogios inconmensurables, prueba de su autonomía para despertar sentimientos de afecto y admiración. Mario Cano enunciaría en el 2020:
El llamado Acueducto de Albear es la más antigua de las maravillas arquitectónicas cubanas […]” // La construcción del famoso acueducto fue toda una proeza, debido a las limitaciones que tuvo que sortear el ingeniero y fue considerado una obra maestra de la ingeniería, obteniendo diversos premios internacionales.[6]
De la comunidad responsable de este reconocimiento se ha de tener en cuenta la tradición del Colegio Nacional de Arquitectos de Cuba (fundada el 13 de marzo de 1933) de entregar Medalla de Oro Anual a la mejor obra construida en el año anterior, empeño al que da continuidad la UNAICC (creada el 13 de marzo de 1993). El Salón de Arquitectura, donde no solo se concursa en proyecto de obras e intervención en bienes muebles patrimoniales, sino también en la categoría “Publicaciones, teoría y crítica”, exigencia de la investigación y la reflexión teórica de la sociedad contemporánea[7], es ejemplo.
Un espacio que otorgó visibilidad a la inclusión del Acueducto de Albear entre las siete seleccionadas lo constituyó el texto del investigador Juan de las Cuevas Toraya Las siete maravillas de la ingeniería civil cubana,[8] obra que recibió el Premio Nacional de la Crítica Científico-Técnica 2011. La información acerca del mismo en EcuRed da cierre al argumento del libro en los siguientes términos: “Estas edificaciones son ejemplos tangibles de la inteligencia y destreza humanas, de cómo pueden los sueños de los hombres convertirse en obras de indiscutible valor artístico y social”,[9] expresión de la transferencia de sus valores técnicos al ámbito del patrimonio cultural. Aportó también al afianzamiento del conocimiento sobre esta obra, la profesora e investigadora Arq. María Victoria Zardoya Loureda, quien publica en la revista Arquitectura y urbanismo el sustancioso artículo “El Acueducto de Albear, obra maestra de la ingeniería cubana”, en el año 2013.
La referencia de Monumento Nacional (MN) está directamente relacionada con la Resolución 202 de la Comisión Nacional de Monumentos, firmada el 20 de noviembre de 2007 por Eusebio Leal Spengler, en función de Presidente, y Nilson Acosta Reyes, Secretario Ejecutivo. Mediante ella se declara MN “al Sistema de Acueductos Históricos de la ciudad de La Habana, comprendiendo en el mismo: los elementos de la Zanja Real, el Acueducto de Fernando VII y Acueducto de Albear […], incluyendo aquellos bienes desplazados de su lugar de origen por cualquier razón”.
Con la enunciada pretensión, de los cinco POR CUANTO del documento, los tres primeros presentan un resumen de la información histórica de los tres elementos que forman el Sistema y las evidencias existentes. Se destacan aquí solo las de carácter histórica. De la Zanja Real, su primacía como “obra hidráulica de envergadura construida en la América Hispánica”, “único acueducto de la ciudad de La Habana por espacio de 260 años y que continuó en uso hasta comienzos del siglo XX”, “construida por Francisco de Caloma entre 1566 y 1575 y concluida por Juan Bautista Antonelli en 1592”; del Acueducto de Fernando VII, haber sido el primero “que condujo el agua por tuberías a la ciudad de la Habana” y su alimentación del río Almendares; y, en el caso que nos ocupa, el de Albear, su reconocimiento como “extraordinaria obra de la ingeniería hidráulica de fama internacional”, la autoría del Ing. Francisco de Albear y Fernández de Lara “a cuya obra dedicó gran parte de su vida”, su construcción entre 1857 y 1893, terminada por el ingeniero Joaquín Ruiz tras la muerte del autor (en octubre de 1887) “siguiendo fielmente los planos de su predecesor”, y su funcionalidad: “este acueducto aún lleva el agua por gravedad a una buena parte de la ciudad de La Habana” a lo que añade: “posee altos valores desde el punto de vista estético”.
Del lugar que ocupa el Acueducto de Albear en el Sistema da muestra el POR CUANTO 4: “Pese al deterioro ocasionado por el tiempo, el desuso y las acciones destructivas, los valiosos elementos de los dos primeros acueductos que permitieron el desarrollo de la ciudad de La Habana son testimonio inapreciable de la evolución histórico-constructiva de este género de construcciones. Asimismo, el Acueducto de Albear, obra maestra de la ingeniería hidráulica representó el colofón de este Sistema de Acueductos Históricos”. Por su integridad, incluso enriquecida ante los desafíos modernos, el Acueducto de Albear constituye el centro de dicha declaratoria.
Un análisis de las cinco placas conmemorativas que acompañan la tarja en bronce colocada por el Ministerio de Cultura en la fachada del edificio y que lo distingue en su condición de MN, revela las etapas en su intervención y sus principales protagonistas: 1) inauguración de la construcción “en Vento el 28 de noviembre de 1858”, por “el insigne ingeniero” Francisco Albear y el homenaje que se le rinde colocándose su nombre a la obra por acuerdo del 7 de noviembre de 1887; 2) la inauguración del acueducto, el “23 de enero de 1893” y el papel jugado en su ejecución por Joaquín Ruiz y Ruiz, director de obra entre 4 de febrero de 1890 hasta la terminación; 3) inauguración de las ampliaciones el 20 de mayo de 1926, a cargo del ingeniero Enrique J. Montoulieu y de la Torre; 4) conmemoración del centenario del Acueducto, el 23 de enero de 1993, y el “respeto y admiración a la figura del ilustre ingeniero D. Francisco de Albear y Lara, que concibió y ejecutó gran parte de esta magna obra” y 5) el agradecimiento a la contribución financiera del Fondo Saudita de Desarrollo para su rehabilitación, sin que conste en ella fecha alguna.[10]
Dentro de las intervenciones del siglo XX merecen atención aquellas que enriquecieron estéticamente el Acueducto de Albear con elementos arquitectónicos y artísticos propios de la primera mitad de esta centuria. Las columnatas que hacen galas en sus capiteles de clasicismo y su combinación con fuentes y bancos distinguen los jardines de Vento, proyecto que encuentra equilibrio en el Jardín de las Estaciones, una obra que tiene por centro una ceiba a la que acompañan palmas reales. Un himno de auténtica cubanía que dignifica, aún más, el Acueducto de Albear en su concepto de Maravilla de la Ingeniería Civil Cubana y Monumento Nacional.
Miembro de la Red Global de Museos del Agua de la Unesco. En el ámbito del patrimonio cultural la condición del Acueducto de Albear resulta incuestionable. Téngase en cuenta que se trata de un bien cultural de probado respaldo en su investigación, divulgación y conservación, es decir, de una comunidad interesada en su protección, y, se ha de sumar a ello, su declaración como Monumento Nacional, al amparo de la Ley no. 2 del 4 de agosto de 1977, hecho que conlleva a su inscripción como Patrimonio Cultural de la Nación.
Sin embargo, su legitimidad como institución museal resulta prácticamente desconocida en la red de instituciones adscriptas al Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, de ahí la necesidad de ahondar en el tema y para ello me apoyaré en la entrevista realizada para la Agencia Cubana de Noticias por Iris Armas Padrino a Evelyn Garriga Arias, especialista de la Dirección General de Gestión Integrada del Agua, del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH).[11]
Para introducir el tema, Armas Padrino presenta el Acueducto de Albear a partir de los elementos que lo integran, subraya el uso por vez primera de aguas subterráneas para un sistema de acueducto, y admira su funcionamiento tras 130 años de su construcción; luego, establece la relación entre el bien cultural y el papel del organismo encargado de su gestión en términos del desarrollo sostenible, en particular en la “necesidad de crear espacios de diálogo para preservar la memoria del agua y promover la cultura de su uso racional y eficiente”, fórmulas que desde el Programa Integral de Desarrollo Hidráulico apuntan al cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible no. 6 (ODS6) correspondiente a la Agenda 2030. Es sobre esta base que emerge la propuesta de incluir a Cuba en la lista de la Red Global de Museos del Agua de la Unesco.
¿Cómo insertar el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos a la Red Global de Museos del Agua de la Unesco? ¿Qué potencialidad aporta el Acueducto de Albear? Las respuestas a tales interrogantes tienen solidas raíces. Evelyn Garriga comenta que desde noviembre de 2022 la institución desarrolla la investigación histórica “Memorias del agua en Cuba”, tema que no escapa al devenir de la hidráulica en la Isla y, en base a ello, está en marcha “el desarrollo de planes y programas encaminados a la preservación, concientización y divulgación de la gestión de las aguas terrestres a través de la historia en la formación y desarrollo de la sociedad, así como la difusión del legado del Patrimonio Hidráulico atesorado en el país”.
En el ámbito museológico, la investigación “Memorias del agua en Cuba”, permite registrar y catalogar el conjunto de bienes y evidencias que, en su valor documental, tributan a la comprensión del modo en que comunidades cubanas hicieron uso del agua y establecieron relaciones con la naturaleza y sus conciudadanos. Memorias del agua desborda la historia tecnológica para penetrar en los intersticios de la cultura del agua, un recurso cuya disponibilidad marca, en gran medida, los orígenes de los primeros asentamientos en la Isla.
Desde tales perspectivas Evelyn señala tres líneas estratégicas de trabajo: “Las rutas del agua”, la Iniciativa para incorporar el Acueducto de Albear como propuesta de “Museo del agua” a la lista de la Red Global de Museos del Agua de la Unesco; y las “Memorias hidráulicas”.
El 16 de diciembre de 2022 el INRH ingresó como miembro asociado a la Red Global de Museos del Agua de la Unesco, aprobado por la Asamblea General de esa agrupación, y en marzo último se oficializó la candidatura de la República de Cuba a dicha Red, en saludo al Día Mundial del Agua, celebrado cada 22 de ese mes.
¿Se trata de hacer del Acueducto un “Museo del agua”? ¿De crear en sus predios una institución museal? Un asomo a los museos del agua, en proyecto o ya ejecutados, en Occidente o en América Latina, lejos de apostar por una tipología en particular destaca el fundamento sociocultural que les motiva, es decir, el papel institucional en el logro de la concientización hacia una protección del preciado líquido, misión a la que se puede responder desde diferentes posturas. El Proyecto del Museo del Agua en el municipio de Suchitoto, El Salvador, por citar un caso en gestación, anuncia:
Visionado como un proyecto de municipio, con impacto para todo el país, el Museo incluirá un bello Jardín Botánico y estará situado en el corazón del Embalse del Cerrón Grande para propiciar el encuentro directo con la naturaleza y el agua. Su diseño en construcción promete ser un espacio innovador, sustentable, ecológico y amigable con el medio ambiente, con recursos contemporáneos de museografía y tecnología actual para convertirse en una experiencia lúdica y de aprendizaje. // La generación de un proyecto de esta envergadura requiere de mucho trabajo y esfuerzo compartido, es por ello que el Museo del Agua pretende y busca la participación del sector público y privado, nacional e internacional que lo convertirán en un recinto único, un lugar de reflexión y encuentro con la fuente irremplazable de vida: el agua.[12]
Y en similar coordenada se inscribe Yaku Parque del Agua, inaugurado en Quito, Ecuador, el 5 de diciembre de 2005; una instalación a la que distingue una proyección social en base a un programa de exposiciones permanentes y temporales, programas educativos y de meditación comunitaria, al tiempo que genera espacios de reflexión, diálogo y participación sobre nuestra relación individual y colectiva con el agua en sus distintas dimensiones.[13]
Los dos casos anteriores distan de un museo del agua con centro en el Acueducto de Albear ¿Se inscribe en esta arista el Museo del Alcantarillado de París, abierto al público el 16 de noviembre de 2000?[14] Dos ejemplos en circunstancias parecidas a las del caso cubano serían el Museo del Agua y del Patrimonio Hidráulico en Madrid y el Museo del Agua de la Historia Sanitaria, en Buenos Aires, Argentina. El primero de ellos, toma como escenario principal la Mancomunidad del Embalse del Atazar, organizando recorridos por el pasado, presente y futuro del potencial hidráulico del entorno, a través de paneles y maquetas realizadas a gran escala, que dan a conocer las numerosas infraestructuras e instalaciones hidráulicas realizadas, en su mayor parte, por el Canal de Isabel II;[15] el segundo, el “Palacio de Aguas Corrientes” o “Gran Depósito Ingeniero Guillermo Villanueva”, un inmueble construido entre 1887y 1894 que aloja los tanques distribuidores de agua corriente más grandes construidos hasta entonces, un bien cultural que mediante el decreto 325 adquiere la condición de patrimonio cultural con su declaratoria de Monumento Histórico Nacional en 1989:
Fue gracias al desarrollo de políticas de gobierno fundadas sobre corrientes higienistas que se empezaron a diagramar las primeras trazas de servicio de agua corriente y cloacas. En 1871, el Presidente Domingo Faustino Sarmiento contrató al ingeniero inglés Bateman para realizar el Proyecto: La construcción de un gran tanque de distribución de agua por gravitación, ubicado en la zona más poblada de la ciudad, y se proveería a la misma de caños subterráneos, con la voluntad de que el edificio del depósito fuera un edificio fastuoso.
¿La obra a crear se inscribe en el concepto decimonónico de Museo? ¿En un espacio expositivo de bienes a los que se les ha atribuido un rancio valor en término de antigüedad y autenticidad? La experiencia vivida en el recorrido desde Vento hasta Palatino resulta irremplazable y en el ámbito profesional trae a la memoria tipologías como el Museo de Sitio o el Centro de Interpretación,[16] en ocasiones reducidas a asentamientos arqueológicos o vistas con recelo por nociones detenidas en el tiempo, al margen de la dinámica social contemporánea.
Asomarse a los paradigmas existente en la Isla y a escala internacional solo ofrecerá saldos positivos si se les presta atención desde el pensamiento crítico en las coordenadas del siglo XXI, perspectiva en la que “Las rutas del agua”, del proyecto “Memorias del agua en Cuba”, ofrece sólidos resultados para incorporar a la Red Global de Museos del Agua de la Unesco una digna instalación en el laberinto de la contemporaneidad. Téngase en cuenta que entre dichas rutas se encuentra la Ruta del agua en el acueducto de Albear.
Las Rutas del Agua son un conjunto de itinerarios que discurren por el Centro Histórico de La Habana intramuros y extramuros. Constituyen la materialización de un sueño que surgió durante la clausura de la edición 22 del proyecto sociocultural Rutas y Andares para descubrir en familia, que organiza y conduce la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH). Se enmarcan dentro de los alcances trazados en la Red Global de Museos del Agua (WAMU-NET) de la UNESCO para promover la educación sobre la sostenibilidad del agua.[17]
Ante el reto de crear un Museo del Agua, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) de Cuba, tiene en el Acueducto de Albear un estimable potencial, un auténtico exponente histórico cultural en diálogo permanente con el desarrollo urbano de la capital en la Isla y, por tanto, un documento al que ha de prestarse atención desde perspectivas holística.
Pensar un Museo del Agua en los predios de dicha obra demanda ingeniosidad y creatividad, si de ofrecer a la comunidad cubana una opción que nos enorgullezca se trata. Las lecciones de la antropóloga Laurajane Smith apuntan en esa dirección.
[1] V.: Laurajane Smith: “El espejo patrimonial. ¿Ilusión narcisista o reflexiones múltiples?, Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología, (12):39-63, enero-junio, Bogotá, 20 de abril de 2011.
[2] El 20 de enero, como fruto del curso “Habilitación de Museos”, coordinado por el Museo Municipal de Centro Habana en coordinación con el Centro Provincial de Superación para la Cultura de La Habana “Félix Varela y Morales”, se organizó un recorrido por el Acueducto de Albear en el que participaron estudiantes y profesores de dicho curso y especialistas de la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural de La Habana. La acción fue auspiciada por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y Empresa Aguas de La Habana, representada por la Ms. C. Evelyn Garriga Arias., especialista de este instituto y alumna del referido curso.
[3] V.- María Victoria Zardoya Loureda: “El acueducto de Albear, obra maestra de la ingeniería cubana”, Arquitectura y urbanismo, 34(3):78-85, La Habana, 2013.
[4] Dicho enunciado está más cercano a la noción de patrimonio cultural del que se suele suponer. La Gran pirámide de Guiza y el Faro de Alejandría, en Egipto; Los jardines colgantes de Babilonia, en Irak; el Templo de Artemisa y el Mausoleo de Halicarnaso, en Turquía; y, la Estatua de Zeus en Olimpia y el Coloso de Rodas, en Grecia, integran las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. En el ámbito académico es arraigada la asociación del término Patrimonio con el significado que se le otorga en el Derecho Romano, de ahí que nuestros estudiantes inicien su definición con la frase “lo heredado del pasado”, criterio al margen de la teoría crítica que demanda la formación científica en la Enseñanza Superior. Desde la contemporaneidad, es aceptada la tesis del Patrimonio como una construcción sociocultural y, paradójicamente, se defiende el valor patrimonial intrínseco en los bienes culturales. Es tradicional el préstamo de términos de una disciplina a otra, pero eso debe acompañarse de un análisis epistémico que revele el sentido que adquiere en el ámbito operacional de la que se apropia del mismo, en este caso, el Patrimonio Cultural.
[5] Jesús Jank Curbelo: “Las siete maravillas de la Ingeniería Civil en Cuba”, Granma, 10 de abril de 2018.
[6] Mario Calvo: “Siete Maravillas de la Arquitectura en Cuba”, Caleidoscopio, La Habana, 15 de septiembre de 2020, en Radio Habana Cuba, https://www.radioohc.cu
[7] Afectos particulares me unen a esta categoría. En el III Salón Nacional de Arquitectura Cubana, con sede en Santiago de Cuba (marzo de 2002), mi texto De la Plaza de Armas al Parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados (Ed. Ácana, 2001), recibió Mención, hecho que posibilitó la participación en la 5ta Bienal de Arquitectura del Caribe con sede en Martinica en noviembre de 2002; y, en el V Salón, (Santa Clara, diciembre de 2005), el Premio al libro La ciudad como texto cultural. Camagüey, 1514-1837 (Ed. Ácana, 2005).
[8] Juan de las Cuevas Toraya: Las siete maravillas de la ingeniería civil cubana, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2011.
[9] “Las siete maravillas de la ingeniería civil cubana (libro), EcuRed, https://www.ecured.cu/Las_siete_maravillas_de_la_ingenieria_cubana_(libro) [23-1-2025].
[10] V.: El Fondo Saudita para el Desarrollo, fundado en septiembre de 1974, inició su colaboración con Cuba en el año 2010 y el proyecto de rehabilitación de la red de agua potable en la ciudad de La Habana en marzo de 2013. “Cuba felicita al Fondo Saudita para el Desarrollo por su 50 aniversario”, CubaMinrex, 1 de septiembre de 2024, https://misiones.cubaminrex.cu/es/artticulo/cuba-felicita-al-fondo-saudita-para-el-desarrollo-por-su-50-aniversario [27-1-2025]. “[…] estamos intensificando la colaboración con Cuba en el agua y el saneamiento, por ser este un sector que lo requiere, ya que aunque existe este líquido en el país se pierde una parte por la antigüedad de las redes, bombas y plantas de tratamiento y otros medios”. “Fondo saudita financia proyectos de desarrollo en Cuba”, Cubadebate, 11 de noviembre de 2016, https://www.cubadebate.cu/noticias/2016/11/11/fondo-saudita-finacia-proyectos-de-desarrollo-en-cuba, [27-1-2025].
[11] V.: Iris Armas Padrino: “Hacia la creación del primer Museo del Agua en el Caribe”, Agencia Cubana de Noticia, en Tvsantiago, 4 de mayo de 2023. https://www.tvsantiago.icrt.cu/2023/05/hacia-la-creacion-del-primer-museo-del-agua-en-el-caribe-fotos/ y https://cuba.cu/otras/2023-05-03/hacia-la-creacion-del-primer-museo-del-agua-en-el-caribe/62759, [27-1-2025].
[12]Museo del Agua y Jardín Botánico Suchitoto, El Salvador CA”, https://museodelaguasv.wordpress.com [24-1-2025].
[13]“Yaku Parque Museo del Agua”, Museo en Quito, Ecuador, https://yakumuseoagua.gob.ec/sobre-yaku // [24-1-2025]
[14] “Museo del alcantarillado de París”, Guía turística de París.
[15] Museo del Agua y del Patrimonio Hidráulico. El Berrueco. Sierra Norte de Madrid, // Tur4all, https://www.tur4all.com/resources/museo-del-agua-y-del-patrimonio-hidraulico-elberrueco-sierra-norte-demadrid [24-1-2025]
[16] V.: Manuel Gándara Vázquez y Leticia Pérez Castellanos: “Museos de sitio y centros de interpretación: ¿excluyentes o complementarios?”, Revista INAH, México, [PDF], https://revistas.inah.gob.mex [22-1-2025]
[17] Evelyn Garriga Arias (coordinadora): Las Rutas del Agua, p. 5, Institutito Nacional de Recursos Hidráulicos, La Habana, 2025. Los recorridos incluyen la Plaza de la Catedral, el Palacio del Marqués de Arcos, el Callejón del Chorro, la Antigua Casa de Baños, la Cortina de Valdés, El Malecón, la Fuente de Neptuno, el Sistema de Alcantarillado de La Habana, la Casa del Agua La Tinaja, la Casa de los Árabes, la Plaza San Francisco de Asís, la Zanja Real, el Hostal los Frailes, la Plaza Vieja, el Palacio de los Condes de Jaruco, el Museo de la Farmacia Habanera Sarrá o La Reunión y la Plazuela de Albear.
Deje un comentario