Diversidad y calidad en Jazz Plaza 2019


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La gran expectativa que me creó conocer, a inicios de diciembre, los participantes previsibles en el 34 Festival Internacional Jazz Plaza, decayó al pasar de los días ante ausencias de las que supe de forma fortuita, pero de fuentes confiables. Por suerte, por esa misma vía, supe de otros excelentes músicos que llegarían a la ya tradicional cita cubana.

Es de lamentar que figuras de relieve mundial como el saxofonista Branford Marsalis y el flautista Hubert Laws –por segunda ocasión anunciadas su asistencia a un Jazz Plaza y luego no concretadas— o el cubano Hilario Durán, multipremiado en Canadá pero con mucha historia entre nosotros, no concurrieran al jolgorio que está a punto de comenzar en La Habana y Santiago de Cuba.     

Conocí las razones de algunas de esas ausencias, como las de músicos cuyas invitaciones formales no llegaron a tiempo para gestionar patrocinadores que les permitieran concurrir a esta fiesta musical, en la cual sus asistentes corren con sus gastos de viaje y no reciben remuneración por sus presentaciones.    

Para este acto de suprema solidaridad artística aún fallan mecanismos organizativos, imprescindibles en un entorno de por sí difícil, como es la propaganda anticubana que mella el ánimo en algunos, las limitaciones que impone el bloqueo estadounidense –recrudecido en los últimos tiempos— y la falta de estímulo económico que resulta decisivo para otros.    

De todas formas, más allá de los ausentes, los concurrentes rebasan las ganas de satisfacer el gusto por el jazz del creciente auditorio cubano y sus visitantes, por su diversidad, calidad y número de escenarios.     

Pocos lugares en el mundo, salvando los gigantescos North Sea Jazz Festival y otros similares, se pueden dar el lujo de ofrecer tantos escenarios simultáneos y durante tantos días como el Jazz Plaza 2019.     

No voy a relacionarlos ni reproducir el programa que ya puse en el sitio de Cubarte www.decubajazz.cult.cu, que refleja también el simultáneo XIV Coloquio Internacional de Jazz, encabezado por la musicóloga Neris González Bello y que comienza el próximo lunes 14 en Santiago de Cuba.    

La abrumadora cantidad de concurrentes, más de 100 del extranjero, según mi cuenta, proceden de Estados Unidos, España, Argentina, Italia, Colombia, Uruguay, Brasil, Alemania, Noruega, Austria, Canadá, Ecuador, Australia, Gran Bretaña, Suecia, Puerto rico, Mali y Bélgica. A ellos se suma una pléyade de residentes en la Mayor Isla del Caribe. Entre ellos hay estrellas que ellas solas hacen cabeza de festivales en cualquier lugar.     

Desde el baterista Dave Weckl, el bajista Jeff Berlin, el flautista Néstor Torres, el pianista Arturo O´Farrill,  el baterista Dennis Chambers y la cantante Joss Stone al saxofonista Víctor Goines, la cantante Patricia Kraus (hija del famoso tenor), la guitarrista Leny Stern, los pianistas Jordi Sabatés y Adrián Iaes (también director del festival de jazz de Buenos Aires), y la Preservation Hall Jazz Band son atracciones de punta en el mundo del jazz.    

A ellos se le añaden cubanos residentes en el extranjero, cuyas carreras se iniciaron en su terruño, como Dafnis Prieto, Román Filiú, Yosvani Terry, Felipe Cabrera,  Julio Montalvo y otros más que cada año incrementan su número.     

Y no por último menos importantes los radicados en Cuba, capaces de hacer por ellos mismos un Festival, en mayúscula, e imposibles de relacionar ante el temor de omitir a un valor esencial del jazz cubano. No por ello puede dejarse de mencionar al fundador del Jazz Plaza y Premio Nacional de la Música, el multinstrumentista Bobby Carcassés, y al pianista Roberto Fonseca, quien ha asumido la dirección artística de este festival.     

Hasta aquí llego en una rápida panorámica de la próxima máxima cita del jazz en Cuba, que no excluye que por estos días se realicen encuentros de este género musical en Camagüey y que haya otras plazas, como la propia Santiago de Cuba, en las que el jazz es materia cultural en cnstante efervescencia, que merita atención y estímulo.     

Entre las cosas que me preocupan en este campo es la falta de articulación de nuestro movimiento jazzístico con otros entornos. Eso explicaría que el Jazz Plaza coincida con el que desarrolla en Panamá el pianista Danilo Pérez, una gloria mundial del jazz hecho por latinos.     

Hubo momentos que nos visitaron organizadores del anual que se realiza en República Dominicana con el propósito de trabajar en pro de crear un Circuito del Jazz del Caribe, que vincularía al de ellos con el de La Hanana, el de Cancún (México) y el de Isla Margarita (Venezuela) y que estimularía la creación de cruceros especializados,  los que ya por entonces surcaban las aguas de nuestra región. Ese es un expediente pendiente.     

Toca a quienes se preocupan y ocupan de esta materia –en tanto no hay nada institucional en Cuba que articule el movimiento jazzístico en un cuerpo único, llámese asociación, federación u otro mecanismo— seguir trabajando porque el jazz y su imbricación cultural, como fenómeno creciente y de amplia aceptación entre la joven generación de creadores, siga cosechando éxitos y los amplíe.


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