¿Cuánto queda de aquel estudiante de Química que un día decidió buscar su camino definitivo a través del desempeño en las artes plásticas?

Creo que sigo siendo ese mismo estudiante, solo que 23 años más viejo y con un poquito más de experiencia. La química es la alquimia, somos pura química movidos por la física. No he dejado de experimentar, de indagar, de descubrir, con éxitos y desatinos, como cualquier químico, como cualquier ser humano, pero nunca derrotado, porque de los errores aprendemos también. Tanto en la química como en el arte siempre me ha gustado salirme de esa zona de confort. La ciencia y el arte son expresiones de nuestra necesidad de decir, de descubrir.

¿Crees que, para alcanzar la madurez propia de un profesional respetado, has tenido que atravesar por el empeño de tantos proyectos diversos que marcan tu vida?

La vida es fruto de acciones y consecuencias: algunos lo llaman destino, otros le llaman camino. La mía en particular ha sido extremadamente rica, diversa, y mi creación también. Creo que si de alguna manera me han reconocido, debe haber sido porque he vivido y trabajado mucho, he sido honesto, y a mi entender ese es el único camino para ser respetado; ni las exposiciones, ni los likes en Facebook, ni las grandes ventas… La constancia y el sacrificio lo representan todo.

¿Pudieras mencionarme aquellas personalidades extranjeras y cubanas que han dejado una huella en tu quehacer profesional?

Son muchos los artistas que han marcado mi vida profesional, vivos y ya fallecidos, jóvenes y no tan jóvenes, cubanos o no. Ahí están René Portocarrero, Jean-Michel Basquiat, Tomás Sánchez, Christo and Jeanne Claude, Kcho, Gerhard Richter y Roberto Fabelo, por solo mencionar algunos.

¿Tu presencia como parte esencial de la Brigada Martha Machado ha sido decisiva no solo en tu formación profesional, sino también como un mejor ser humano?

La Brigada Martha Machado representa mucho para mí. Siempre he dicho que hay un antes y un después de la Brigada. Subir lomas hermana hombres, dijo Martí; la brigada Martha Machado, también. Es un orgullo para mí haber sido uno de los fundadores junto a mujeres y hombres que hoy somos como familia. Se trata de uno de los reconocimientos espirituales más importantes que me ha dado la vida.

Serie “Árbol genealógico”, 180 X 300, pastel seco/lienzo Foto: Tomada del sitio web del artista
 

Aparte de la búsqueda de nuevos caminos de expresión como parte de tu necesidad de renovarte constantemente, has dedicado tu tiempo para enseñarles a niños los secretos de la pintura. ¿Qué satisfacción te produce esta entrega a los demás, al relevo más joven?

Después de dejar la pedagogía en la Academia de Bellas Artes San Alejandro en el año 2003, seguí dando clases en la sala y en la azotea de mi casa. Nunca cobré por esto y no solo enseñé a niños; tuve bajo mi tutela también a adolescentes que ya hoy están marcando su nombre en la extensa lista del arte cubano. Esa es la mayor recompensa que puedo tener. Es mi legado, mi grano de arena. Nunca dejaré de enseñar porque es para mí una necesidad, como también te digo que nunca dejaré de aprender.

Se ha hablado, pero no lo suficiente, de la única galería submarina que tiene Cuba, la Galería Transeúntes en la Ciénaga de Zapata. ¿Qué pueden esperar de semejante instalación quienes decidan visitarla?

La galería submarina, tristemente, no ha tenido la promoción y el apoyo que debería. Cuba tiene una galería submarina y un artista que está dispuesto a transmitir y compartir estas experiencias, y no le ha costado un centavo al país. Pero la distancia (200 km desde mi hogar), trabas económicas y la burocracia que aún existe en los lugares menos imaginados, no me acompañan. Pero bueno… yo seguiré adelante con este proyecto; creo en él y creo además que el país lo necesita para enriquecer ese ajiaco que es nuestra cultura. A aquel que la visite le puedo asegurar que será una experiencia maravillosa, de esas que, para bien, no se pueden olvidar.

“Seguiré adelante con este proyecto; creo en él y creo además que el país lo necesita para enriquecer ese ajiaco
que es nuestra cultura”. Foto: Tomada del perfil de Facebook de Galería Transeúntes

 

En La Habana, específicamente en el Centro Histórico, hay otra sede de la Galería Transeúntes. ¿Es allí donde se exhibe la mayor parte de tu obra?

En Habana #203 entre Empedrado y Tejadillo, aparecen exhibidas cerca de un centenar de obras de mi autoría, de diferentes técnicas, años, soportes, dimensiones y materiales. Es también donde en ocasiones me refugio para trabajar (porque sigo prefiriendo mi hogar); pero también en Soplillar, una pequeña comunidad de la Ciénaga de Zapata. Esto es posible gracias a que las maravillosas familias que allí habitan, me han acogido como parte de ellos y cada día doy gracias a la vida por esto.

La realización del documental Yoruba soy marcó un momento de singular significación en tu vida.

Yoruba soy fue un ejercicio de los más duros que me he propuesto. Cuando empecé a filmar, me di cuenta de que no sabía en lo que me estaba metiendo. Pretendí hacer un pequeño material promocional; pero a medida que descubría la historia narrada por sus propios protagonistas, me di cuenta de que cinco o diez minutos no serían suficientes. Había mucho que contar. Hacer un documental sin saber nada del género —además, un documental nada menos que sobre la Asociación Cultural Yoruba de Cuba—, parecía en aquel entonces una utopía. Pero soy un hombre de fe. Por eso te puedo asegurar que, si hay un resultado, fue gracias a los vivos, pero también a los Orishas. Este es uno de mis humildes legados a la historia y a la cultura cubana. No me arrepiento de casi nada, mucho menos de esos dos años de trabajo en los que abandoné el dibujo para dedicarme a crear este material audiovisual. Me siento muy orgulloso de haberlo logrado. Podrá tener mil defectos, pero se hizo y como único sé hacer las cosas: con mucho sacrificio, pero sobre todo con el corazón.

“La casa de Olofin”. Detalle de escultura monumental en proceso.
Foto: Tomada del perfil de Facebook de Galería Transeúntes

 

Como una proyección de la Galería Transeúntes, has creado exposiciones online de diferentes artistas bajo el nombre de Distancias conectadas. ¿Cómo surge esta idea? ¿Qué perspectivas se podrían asumir en etapas posteriores?

Distancias conectadas fue un motivo para sentirnos útiles. De Galería Transeúntes hablé en plural porque somos un equipo. La Licenciada en Historia del Arte, Claudia González Machado, y la artista visual Yari Delgado, me acompañan hace una década, y desde hace unos meses se nos unió la joven fotógrafa Bellatriz Pérez Rivero. Ya la página estaba creada en Facebook exclusivamente para promover nuestro arte y el que nos interesa compartir. A raíz del confinamiento debido a la COVID-19, vimos cómo surgieron varias iniciativas y nos sumamos a ellas, pero con una dinámica y un enfoque muy diferentes y sin el más mínimo apuro. A nosotros nos siguen en las redes aquellos que realmente se interesan por el buen arte, instituciones, coleccionistas y artistas de nivel, y cuando digo de nivel no me refiero a que sean reconocidos o no, pero son auténticos y eso es lo más importante. Hoy en día veo cómo algunas de nuestras galerías tienen nóminas, dejando afuera de esta manera a miles de creadores. Eso está bien para una galería privada, pero nuestras galerías son de todos y para todos. Por eso Transeúntes hace y seguirá haciendo lo que considere; somos libres y solo nos interesa promover arte, sea como dicen algunos, “comercial” o no…

Sabemos que tanta laboriosidad desplegada por tu necesidad de crear, ha sido acompañada por más de una persona. ¿Puedes mencionarme los nombres de algunas de ellas?

Mi sagrada familia; a ella se lo debo todo. A los que me han acompañado en las buenas y en las malas; los que confiaron en mí, no quiero mencionar nombres porque sería muy injusto de mi parte. ¡Ellas y ellos saben quiénes son y con eso me basta!

A estas alturas de tu carrera como reconocido artista de la plástica cubana, ¿qué pensamientos les dedicarías a aquellos maestros en San Alejandro que nunca dudaron de la capacidad para entregarte por completo a inspiraciones que podrías convertir en realidades?

San Alejandro me cambió la vida para bien. Tuve excelentes profesores que se convirtieron en amigos. Doy gracias a esa escuela, a esas maestras y maestros, me siento en deuda de por vida con ellos. Por eso San Alejandro puede y podrá contar conmigo siempre, para lo que sea. ¡Solo puedo decirles gracias, gracias, gracias, siempre!