Con más de 60 años, el ICAIC ostenta con orgullo un portafolio de creaciones que retratan nuestro sentir como nación, la cultura más local que nos distingue. El largometraje de ficción Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea, Titón; el documental Por primera vez, de Octavio Cortázar; y el animado de Juan Padrón Vampiros en La Habana, son algunas de las tantísimas producciones que le otorgaron prestigio al cine cubano por ser excelentes realizaciones, y cumplir uno de los objetivos cimeros del mundo del celuloide: fotografiar épocas, ser el espejo histórico que nos permite perpetuar nuestra impronta social.
Detrás de cada material coexiste un sinnúmero de personas, cada una de vital importancia para conseguir el producto definitivo. A todas ellas, a las más visibles y a las discretas, está dedicada la serie Provocaciones, de Rolando Almirante.
“Es uno de los muchos esfuerzos que el ICAIC impulsa para acompañar el confinamiento por la Covid-19”, comenta el cineasta. La presidencia llamó a sus creadores para razonar sobre el momento actual por el que transita el cine en Cuba; un contexto que por la pandemia impone además escasa programación, y así nació el proyecto”.
”Aunque deprimida —continúa—, la industria cubana del cine existe con una producción loable y muy honrosa, con alto rasgo distintivo artístico, y de ninguna manera debemos dejar que se aleje del público”. Por eso, la idea de Alma Films Producciones, con Almirante al frente, es “poner en manos del espectador testimonios, opiniones y reflexiones de quienes lo hacen posible”. La serie se centra en actores, directores, guionistas, productores, maquillistas, fotógrafos, editores, en fin, una representación de cuanto profesional interviene en el universo audiovisual del gremio.
“Visibilizar el cine cubano es un esfuerzo que haría cualquier trabajador de la cultura que se sienta orgulloso de este”. Se trata de una industria donde juntos, jóvenes y consagrados, “contra viento y marea, intentan concebir productos cinematográficos que estén a la altura de los tiempos”. Por eso vale la pena Provocaciones, para conocer a quienes lo hacen posible. Es, además, una manera válida de hacerlos corpóreos, más cercanos.
El cine hecho por el ICAIC es “una de las partes esenciales de nuestro corpus cultural —refiere Almirante—, donde están también la danza, la pintura, la literatura; y no solo lo es porque integra muchas artes en sí mismo, sino porque ha ayudado a formar ese imaginario de la nación”.
De acuerdo con su realizador, la serie tuvo limitaciones por la pandemia. Cada restricción supuso un reto, y el primero de ellos fue trabajar en equipos reducidos. “Hubo que cambiar esa manera de hacer cine en grandes grupos, y por esas circunstancias especiales algunos gestionaron sus disciplinas desde casa, y otros se alternaron en el terreno”. Sin embargo, Provocaciones no carece de excelencia, es una serie amena, dinámica, pero sobre todo destaca por sus protagonistas, y una de ellas es Gloria Rolando, reconocida por su desempeño en el cine documental.
Sobre la trascendencia de la serie, Gloria considera oportuno hablar del estatus de nuestro cine, porque “aunque existe la pandemia de la Covid-19, además de dificultades personales, económicas y sociales, el ICAIC no ha dejado de producir, y continúan los sueños para concebir proyectos interesantes. Asimismo, es importante recalcar que muchos creadores se mantienen investigando y reflexionando”. No obstante, para devolverle el esplendor a la cinematografía cubana se “necesita fondos, mucho debate y sobre todo disposición para mantener unida a la industria, y volver a ser el cine que nos caracterizó, que reflejó Cuba, y de eso también va Provocaciones”.
Por años el ICAIC fue una de las instituciones de mayor prestigio artístico e intelectual en Latinoamérica, hasta que recibió el duro golpe de una economía deprimida. A pesar de la escasez, la industria intenta sobresalir y se mantiene a flote con mucho trabajo de creadores que idean producciones de calidad. Provocaciones es una ventana de actualidad para que el público conozca por dónde va. La idea final de la serie es “que admiren a los cultores de nuestro cine y —culmina Almirante— que se fortalezca ese puente empático” entre ellos y los espectadores.
(Tomado de Cartelera Cine y Video, no. 177)
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