Leer: Del son a la Revolución (I)
IV
Entre octubre de 1949 y junio de 1950 se celebró en La Habana el Encuentro “Actualidad y destino de Cuba”, organizado por el programa de radio “Universidad del Aire”, de la CMQ. Su coordinador —el intelectual Jorge Mañach— aludiendo al clima social existente, citaba el comentario popular “¡Qué relajo, caballeros!” como una expresión significativa de la época, y subrayaba, además, que “relajo” indica un “modo especial, casi frívolo de estar relajado, de haber perdido la tensión en los tejidos sociales y morales”.
A la democracia cubana se la comparaba con los ideales de los fundadores de la República y con los que iluminaron el gran movimiento de 1930 –comenta, por su parte, el pensador Jorge L. Martí—, pero ahora aquellos ideales están no sólo falseados, sino escarnecidos, burlados y traicionados y sólo pudieran cambiar por la acción providencial de maestros dignos de imitación.
El pensador social-demócrata Juan Antonio Rubio Padilla cree que la crisis se ha generalizado, y que en los años 30 no podía haber una situación distinta de la que hubo antes, caracterizada por la violencia. “A mí no me tumban con papelitos”, había dicho Machado. Y, en cambio, aquel luminoso día de 1935 se pudieron instaurar, al fin, la nueva Constitución de la República y un sistema político realmente democrático y republicano. Aunque se cometió un costoso error –señala, por su parte, Medardo Vitier—porque se separaron lo material de lo moral, sin percatarse de que el hombre es unitario, y en un sentido, todo lo material se trasmuta en valor moral. “Cuando el hombre satisface las necesidades de sus hijos, en los menesteres cotidianos, se actualizan en él determinados goces que son valores elevados, y quedarían en potencia, inactivos, sin el concurso de los bienes materiales”.
Bien mirado, todavía no son cosas tan lejanas las llamadas épocas de las Vacas Gordas o de la Danza de los Millones, como se llamaron las etapas en las que se produjo un súbito aumento del precio del azúcar y del tabaco en el mercado mundial. Y, de hecho, la Revolución del 30 produjo cambios básicos orientados a la independencia nacional, la justicia social y la democracia política. La república misma, en cambio, era una sucesión de hechos vergonzosos al servicio de los grandes intereses norteamericanos. ¿Quién puede borrar de la historia de Cuba los ukases de Mr. González, la presencia de Mr. Crowder en todas las soluciones políticas de una época, el apoyo de Guggenheim a Machado? No en balde Welles y después Caffery pelearon con toda clase de armas contra la Revolución. Sabían que en ellos estaba el destino de toda una dinastía de procónsules imperiales. ¿Se advirtió algún contraste con aquella parrafada de Orestes Ferrara defendiendo el reclamo de intervención, precisamente en los momentos en que los marines americanos hollaban el suelo de Nicaragua e imponían al mundo americano la persecución de Sandino y el régimen de Somoza? ¿Para eso, para que tanto bandido disfrazado de revolucionario se haya hecho millonario de la noche a la mañana, nos pudrimos nosotros en la cárcel? Y para que tanto rufián invirtiera millones y millones de pesos en Miami, ¿se acumuló tanto dolor y se derrochó tanta sangre? La situación sociocultural era de espanto. Donde quiera que uno mete las narices, advierte Rubio Padilla, se encuentra el truco, la deslealtad, el interés más descarnado; todo el mundo va a lo suyo; a lo que se aspira en este país es a tener dinero, a tener una casa en la playa, en el reparto, en Miami, un yatecito, una cuenta en el Banco para gozar la vida.
La intervención de la pedagoga Dolores Guiral, dedicada a los nuevos ricos, también parte el alma. La Mujer le da tono e imagen al curso cotidiano de la vida, afirma. Y añade la conocida frase inglesa: “It takes a woman to make a man”. Pero ya no basta con hombres, se necesitan también hogares. Una participante en el evento interroga a la doctora Guiral: ¿No cree usted que los males del hogar cubano dependen de que ya no tenemos hogares propiamente dichos, de que las madres viven en el club, almuerzan en el ten-cents, y tal vez la facilidad de los viajes a Miami nos está llevando a hacer en la práctica un hogar para el que no estamos preparados?
Y una joven se anima a preguntar: “¿En qué medida somos, los cubanos, responsables de esta destrucción que es una consecuencia del siglo XX en el mundo entero? ¿En qué medida podemos hablar de una crisis cubana que es una crisis universal? ¿En qué medida podemos sentirnos culpables de esta crisis?”. Interviene Medardo Vitier, con la propuesta de una alternativa sensata: “¿No habría que pensar en una reorganización del sistema democrático?”. Comentario de Mañach: “La tragedia de Cuba es que está inscripta en una serie de círculos viciosos. No hay buenos políticos porque no hay buenos ciudadanos. No hay buenos ciudadanos porque no hay buenos políticos. No hay moral porque no hay sana economía. No hay una economía adecuada porque no hay una moral cívica sana”.
Del fondo de la asamblea surge un lamento que se verá acompañado de una protesta. Las apetencias espirituales y morales no pueden desaparecer jamás de la mente, pero el problema es que están siendo sometidas a lo que Márquez Sterling llamaba la dictadura rígida del dinero. De esa dictadura, que equivale a una insondable tristeza, habría que buscar la manera de librarse. Don Manuel Azaña, ese gran español de los últimos tiempos, decía que hacer política era realizar algo con ella, que no había políticas de hombres desengañados, de hombres tristes, hábiles solo para demoler y criticar. Asumamos el reto. Es necesario creer para crear. (Publicado en el Centro Pablo de la Torriente Brau. Imagen destacada: Dary Steyners).
Anexos
Guía sucinta de los años 30
1933 Rebelión de los Sargentos, encabezada por Fulgencio Batista. Los sublevados toman los principales cuarteles del país.
1933 El 10 de septiembre se establece la llamada Pentarquía, que dura una semana. El 8 de noviembre los Sargentos asaltan el Hotel Nacional y desalojan a tiros a los oficiales sublevados que se alojan allí.
1933-1934 Entre mediados de septiembre y el 14 de enero del año siguiente se establece el Gobierno de los Cien Días bajo Ramón Grau San Martín y Antonio Guiteras.
1935 Muere Guiteras.
Una “Bibiohemerografía básica”
BARCKHASEN-CANALE, Christiane: Verdad y leyenda de Tina Modotti. La Habana, Casa de las Américas, 1989.
CAIRO, Ana. Mella, 100 años. 2 vols. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2003.
DUMPIERRE, Erasmo. Mella, biografía. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1977.
HATZKY, Christine. Julio Antonio Mella (1903-1929).Una biografía. Santiago de Cuba, Instituto Cubano del Libro/Editorial Oriente, 2008.
MELLA, Julio Antonio. Documentos, artículos. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
PADRÓN, Pedro Luis: Julio Antonio Mella y el movimiento obrero. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1980.gg
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