(Año: 1875. Lugar: Estados Unidos) (1)
-¿Cuántos años tiene?
-Cumplo 19, en junio.
-De acuerdo. Voy a hacer de cuenta que usted tiene 35 o 36. ¿Dónde nació?
-En Missouri.
-¿Cuándo empezó a escribir?
-En 1836.
-¿Por qué?, ¿cómo puede ser, si usted tiene solo 19 ahora?
-Realmente, no lo sé. Parece algo curioso, de verdad.
-Lo es ciertamente. ¿A quién considera el hombre más notable que ha conocido?
-A Aaron Burr.
-Pero usted nunca podría haber conocido a Aaron Burr, si apenas tiene 19 años…
-Bueno, si usted sabe más acerca de mí que yo mismo, ¿para qué me hace preguntas?
-Fue solo una sugerencia, nada más ¿Cómo llegó a conocer a Burr?
-Bueno, me ocurrió al estar en su funeral un día, y él me pidió que hiciera menos ruido, y…
-Pero ¡por Dios! Si usted estaba en su funeral, él debe haber estado muerto, y si estaba muerto, ¿cómo podía preocuparle que usted hiciera ruido o no?
-No lo sé… Él siempre fue un hombre muy especial.
(Al final de la charla, el entrevistador quedó perplejo: “Él siempre fue una compañía muy agradable, y lamentó verlo irse”, concluyó el entrevistado).
La persona a quien entrevistaban era Mark Twain, quien, en 1875, ridiculizó de esta manera al género en su libro Encuentro con un entrevistador. Ya en ese entonces, el periodismo era un fenómeno de creciente popularidad y, dentro de él, la entrevista acaparaba la atención del público.
Así, en su evolución, este género periodístico, atendiendo a sus muchas definiciones, contiene semejanzas en cualquiera de los soportes en que se presente.
Según Leonor Arfuch es un “Género discursivo que teje redes de intersubjetividad”; “Conversación entre el periodista y una o varias personas con fines informativos”, la define Juan Cantavella; un “Instrumento del periodismo con el que se pretende presentar una historia desde el punto de vista de su protagonista”, afirma Furio Colombo; y para la Doctora Miriam Rodríguez Betancourt resulta una “Conversación en la que predomina el diálogo, base informativa que constituirá la esencia de lo que se traslada al público, y componente orgánico de géneros tales como el reportaje y el testimonio”.
De sus múltiples acercamientos, sobresalen elementos de la entrevista periodística afines a la prensa impresa, la radio y el medio audiovisual: herramienta de trabajo para la búsqueda de información, materia prima para el ejercicio del periodismo en su totalidad, escenario (refiérase también a escena, teatro) de pacto cooperado entre entrevistado y entrevistador (único género que exhibe esta peculiaridad), cuyo fin es ofrecer información de interés público atendiendo a la relevancia del tema y del personaje; singularidad en la que el denominado clima del diálogo precisará su rumbo y resultados. Y por último, expresión del contexto sociopolítico-cultural del que forma parte en tanto discurso que contribuye a la construcción de la memoria histórica y social.
Asimismo, los estudiosos establecen tipologías o clasificaciones comunes que se resumen en: informativa (o noticiosa), de opinión, de personalidad o biográfica y de retrato en atención a sus objetivos. También por el número de participantes que en ellas intervienen, suelen dividirse en dos grandes grupos: individuales y colectivas.
Completan estas similitudes las etapas de la entrevista: preparación, realización y presentación. Sus cualidades enuncian otros rasgos- mediaciones como, el desarrollo tecnológico-productivo, las características del contexto sociopolítico y las particularidades deontológicas y profesionales presentes en los personajes en duelo.
Así, la entrevista informativa audiovisual parte del concepto común del género, pero marcan su diferencia los rasgos del discurso audiovisual. Jorge Halperín, quien ha dedicado esfuerzos a encontrar las particularidades de la entrevista en los distintos medios, afirma que la mayor de las diferencias entre la entrevista de televisión, la gráfica y la radio es que la primera tiene una muy importante narración visual.
Heredero del discurso literario —teatral en su especificidad, periodístico impreso y radiofónico—, el lenguaje audiovisual imprime un alto grado de simbolismo y representación al discurso audiovisual, del que el teleperiodismo forma parte.
En la denominada hipertelevisión de la contemporaneidad —como la ha definido la estudiosa española Inmaculada Gordillo—, la hibridación de los mega géneros televisivos e informativos resulta un primer eslabón en las distinciones de la entrevista informativa audiovisual por los rasgos de alta subjetividad-ficcionalidad que le aporta.
Actualmente , la entrevista televisiva constituye uno de los géneros que hegemoniza el discurso periodístico contemporáneo al difuminar las estrictas delimitaciones que antaño tuvieron lo público y lo privado para la teleinformación, con la irrupción de la subjetividad en la narración que se construye.
Debido a ello, el entrevistado se convierte como nunca antes en el protagonista total y absoluto del discurso, y de su cualidad en el uso del lenguaje depende la empatía con el telespectador y la comprensión del mensaje de una manera determinada.
Asevera la investigadora argentina Palmira Massi, que el relato entonces constituye el eje lingüístico central de estas entrevistas y cubre un amplio espectro de funciones discursivas dentro de la globalidad del texto, tales como la evaluación, la presentación de evidencia en favor o en contra de un argumento, la recreación de una vivencia, la ejemplificación, el enriquecimiento y la profundización temática.
En la entrevista televisiva la incidencia del tercero (el público), aumenta. A diferencia de la a escrita, que es mediata, la televisiva es mediática y, por lo tanto, inmediata. Por eso, el telespectador es aludido continuamente, y este a la vez resulta implacable: exige claridad, respeto hacia por sus expectativas y demanda un lenguaje que facilite, no solo la comprensión, sino también su participación.
Hasta tal punto se le confiere importancia en televisión a la trilogía entrevistado-entrevistador-público que proliferan clasificaciones tipológicas de entrevistados y entrevistadores que determinan las distintas reacciones en el tercero.
Así están los entrevistados que se aprovechan de la conversación para publicitar sus intereses personales o institucionales; los tímidos, los niños, constituyen otra tipología por su complejidad en posición de entrevistados; os especializados o científicos, y los comunes, que responden correctamente a las preguntas formuladas y contribuyen (siempre que haya un clima adecuado) al éxito del diálogo.
Se han enunciado tipologías de entrevistadores que los enmarcan en sus cualidades más representativas. Ello condiciona, obviamente, competencias profesionales de gran importancia para la consecuencia del discurso informativo audiovisual desde la entrevista.
Y al fijarse en la dinámica de espectáculo —ajustado a los tiempos predeterminados y rígidos— del medio televisivo y a la mediación técnica, la entrevista informativa audiovisual adquiere una nueva dimensión noticiosa donde definen su rumbo los requisitos técnico-profesionales asociados a la tipología de esta, el enfoque o intencionalidad, la dimensión que ocupa en el contexto del género periodístico y/o programa audiovisual, así como las etapas, estructura, y destino-función.
En el medio audiovisual, los rasgos paralingüísticos que componen la proxémica y kinésica del diálogo, alcanzan igualmente una gran significación noticiosa y una cualidad específica del género en el teleperiodismo: gestos, entonaciones, distancia física y afectiva entre entrevistado y entrevistador, rasgos físicos y comunicativos de ambos, determinan la credibilidad del discurso que se construye.
Mariano Cebrián Herreros resalta que la entrevista periodística audiovisual aparece tal como se produjo en el momento de la grabación y aunque el montaje la puede variar, voz e imagen de los participantes mantendrán sus rasgos paralingüísticos y, por consiguiente , matizaciones, entonaciones y actitudes.
Hoy es imposible obviar la polémica sobre la llamada degeneración de la entrevista televisiva, expresada en la influencia negativa que las tendencias audiovisuales suelen subrayar y los rasgos que la hipertelevisión le imprime.
A modo de metáfora, no muy elogiosa desde el punto de vista de género, Gabriel García Márquez (1927-2001) expresó: “Otra cosa que me preocupa de las entrevistas es su mala reputación de mujer fácil. Cualquiera cree que puede hacer una entrevista, y por lo mismo el género se ha convertido en un matadero público donde mandan a los primerizos con cuatro preguntas (…) El entrevistado tratará siempre de aprovechar la oportunidad de decir lo que quiere y —lo peor de todo— bajo la responsabilidad del entrevistador. El cual, por su parte, tiene que ser muy zorro para saber cuándo le han dicho la verdad. Es el juego del gato y el ratón”.
Sin embargo, es innegable el carácter de máxima representación de la entrevista periodística en el discurso informativo audiovisual contemporáneo. Ella revela los entramados de la vida social, la prevalencia de los discursos públicos, la cualidad participativa del modelo sociopolítico y el lugar que ocupan los otros, voces-pluridiscursos de hoy, en el espacio comunicativo y el contexto específico donde se inscriben.
En ello tiene —cada vez mayor— una influencia decisiva, el desarrollo tecnológico del presente, por la capacidad dialógica que potencia y que ha transformado el discurso audiovisual —y más allá, a la hipertelevisión toda— y en el que la entrevista tiene un posicionamiento superlativo.
Nota:
(1) Esta anécdota fue extraída del texto de Jorge Halperín, La entrevista periodística. Intimidades de la conversación pública (Buenos Aires. Editorial Paidós SAICF. Pp 291-292, 1998.
Deje un comentario