En un contexto tecnológico que ha revolucionado salas cinematográficas en todo el planeta y cambiado el paradigma de exhibición, en que nuevas tecnologías y redes sociales cambian vías y patrones de consumo cultural, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, o Festival de Cine de La Habana, se adapta a los nuevos tiempos y sigue buscando nuevos públicos, pero manteniendo -afirma su presidente, Iván Giroud- la coherencia con sus propósitos fundacionales.
El Festival, consolidado hace mucho y con identidad propia entre los festivales de cine del mundo, llega a su edición cuarenta. Entre el 6 y el 16 de diciembre, 15 salas habaneras formarán parte del circuito cinematográfico.
En competencia por los premios Coral estará una veintena de largometrajes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México, Uruguay y Venezuela. Además, cortos y mediometrajes, óperas primas, documentales, animados, guiones inéditos y carteles.
El número de películas que se presentan ha bajado este año desde 450 a 377, algo condicionado, dice Giroud, porque “habíamos percibido que el festival estaba sobredimensionado en filmes con respecto a las salas de que disponíamos para hacerlo”.
“Todo viene muy asociado al cambio de paradigma en la exhibición. Pasamos del cine analógico al digital, y por ahora los únicos cines que tienen capacidad técnica para exhibir las películas como hoy en día se producen, los formatos de exhibición que se emplean, son los que integran el circuito de la calle 23, además del cine Acapulco, en la avenida 26, y el cine Infanta, en la calzada del mismo nombre”, explica.
El ajuste en la lista de filmes que forman parte de la muestra del Festival tiene otra arista práctica. “Resultaba un poco incoherente presentar muchas películas, a veces traer una película de muy lejos y, como había tantas en la muestra, y el número de cines disponibles era limitado, solo darle un pase. Con esta reducción estamos tratando de dar más oportunidades al público y que una película pueda ser proyectada tres o cuatro veces. De otro modo, la gente puede tener la expectativa de ver algo y luego quedar defraudada pues a veces hay una única oportunidad de ver un filme.
“Creo que hemos logrado en este festival que la proporción de filmes sea coherente con la cantidad de salas”.
CD -¿Cómo ha impactado el cambio de paradigma tecnológico de exhibición en el Festival?
IG -El tema tecnológico ha impactado de manera muy visible a nivel global, no solo en Cuba. De un año para otro el cine ha cambiado, como está pasando también con la televisión, algo que cada uno está viviendo en su casa, el paso de la televisión analógica a la digital.
“Estos cambios exigen grandes inversiones tecnológicas y una adecuación de las salas de cine del país, que también son salas muy grandes. Es un tema tecnológico y financiero que requiere grandes recursos del país; entre tantas prioridades que hay, el cine tiene también su espacio.
“El cambio de paradigma trajo la reducción pero también nos ha enfrentado a una manera de ver el cine, que hoy en día tiene mayor impacto visual. Los cines que hemos podido llevar a ese nivel tecnológico tienen una proyección de mucha mayor calidad, de 4k, una muy alta definición, un sonido que envuelve toda la sala. La experiencia del espectador es mucho más intensa, orgánica.
“En momentos en que el cine puede consumirse en otros formatos y en muchos espacios, en muchas plataformas, el reto tecnológico y el esfuerzo están en equipar los cines que tenemos con una capacidad técnica cada vez mayor, de manera que sigan propiciando esa experiencia tan esencial que es compartir una película entre muchas personas, una experiencia que es única en las salas de cine; que no decaiga esa experiencia, y que no decaiga tampoco el interés, que se siga viendo como un momento excepcional.
“El festival se convierte en eso también, en un momento de excepción en la exhibición cinematográfica nacional porque tiene la posibilidad de presentar un programa con lo más importante que se hace en el cine de América Latina y también en el mundo. Es prácticamente la única oportunidad que un espectador tiene hoy en día, de ver tanto cine de calidad en poco tiempo, porque después se demoran estas películas en llegar a las salas cinematográficas e incluso a la televisión.
CD -Esta vez está disponible la apk Festival Dcine, que permite informarse sobre la programación y enviar comentarios. Hay concursos vía SMS, y están teniendo una mayor presencia en las redes sociales.
-La nueva campaña, está muy enfocada en dialogar, en comunicarnos con los públicos más jóvenes, con esos públicos que comienzan a emerger, que todavía no conocen el Festival y empiezan a descubrirlo como un evento, que están muy asociados con la práctica de no ir al cine sino de apreciarlo en otros formatos y espacios, en computadoras, tablets, teléfonos.
“Todo el trabajo en las redes sociales ha estado encaminar a dialogar con esos públicos nuevos, a empezar a interesarlos; a conectarnos con nuevas audiencias, con gente joven; lograr que asuman el Festival, que se apropien de él también. Porque es muy importante incidir en ese público, que es el público del presente y del futuro”.
CD -El Festival de Cine de La Habana llega a cuarenta ediciones y mantiene su convocatoria y mucho público… ¿Cómo lo ha logrado, pasando por épocas y contextos complejos, promoviendo un cine que no está entre los más buscados y distribuidos en los grandes circuitos comerciales internacionales?
IG -Creo que una de las grandes virtudes del Festival ha sido mantener una línea coherente desde su concepción, un propósito bien claro de qué se proponía, lo cual era, en primer lugar, crear un espacio de confluencia para los cineastas y el cine de América Latina, un espacio de encuentro, pero también crear nuevos públicos para ese cine.
“Es una de las grandes obras del Festival, el público que ha formado durante estos cuarenta años viendo y apreciando cine latinoamericano. Creo que Cuba es el único país de América Latina que hoy tiene, a nivel de público, masivo, ese conocimiento de una cinematografía como la latinoamericana.
“Pero, además, tampoco nos hemos quedado aislados en América Latina. Aprovechamos el Festival para hacer conexiones entre el cine latinoamericano y las otras grandes cinematografías, de ese cine no comercial, cine de autor, que es siempre una alternativa al cine mainstream, comercial, que normalmente prevalece en los circuitos de distribución en otras partes del mundo.
“Esa coherencia le ha permitido al Festival ir luchando, bregando con todos los contratiempos que pueden surgir, que son de muy diversos orígenes y de muy diverso carácter.
“Algunos de los retos que afrontamos hoy parten de generaciones nuevas que emergen en la cinematografía. El Festival tiene que tener la suspicacia, la inteligencia para saber descubrir dónde están esos talentos, marcarlos, darlos a conocer, y poner a dialogar esas nuevas generaciones de cineastas con los cineastas que tienen una obra consolidada y son parte esencial del Movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano.
“Esa vocación del Festival de no quedarse estancado, sino de ir todo el tiempo dialogando con la realidad, con el cine mismo, es lo que le ha permitido, a pesar de estar a veces en medio de circunstancias económicas difíciles por las que ha pasado el país, no perder su esencia, porque tiene un punto al que siempre hay que mirar.
“Es, creo, lo que nos ha permitido llegar a cuarenta años con salud”.
El núcleo del Festival siguen siendo el cine y los cineastas de América Latina
Como cada año, hace ya cuarenta diciembres, en La Habana coinciden por estos días miles de espectadores en busca de lo novedoso y lo mejor del cine latinoamericano e internacional, mientras cineastas y actores, algunos de ellos rostros hace mucho sembrados en el sistema internacional de celebridades, aprovechan para venir a la capital cubana.
Además de cine en las salas, habrá eventos teóricos, se entregará un Coral especial al Hotel Nacional de Cuba, que ha sido durante tantos años la sede del Festival, y se rendirá homenaje a la obra y el legado de Tomás Gutiérrez Alea y Fernando Birri.
El presidente del Festival señala que “en un evento como este confluyen tres elementos esenciales: el público, la obra y los autores… Vienen al Festival casi todos los directores de las películas en competencia, y esa es una experiencia que se comparte, es una experiencia única. En pocos días uno puede hacerse de un programa y hacerse una idea de qué es lo que está pasando en el cine. Es un termómetro muy importante.
“No es que no nos interese que nos visiten grandes figuras del cine internacional, de todas partes del mundo, pero nuestro corazón, nuestro núcleo -y sería incoherente que no fuera así- está en los cineastas de América Latina, los veteranos, los que ya son muy reconocidos, y los jóvenes.
“Y en ese sentido se va a celebrar un evento muy interesante con los jóvenes cineastas de América Latina, lo organiza la Casa de las Américas, para discutir qué está pasando hoy con el cine, cómo ven ellos el cine, cómo piensan que se debe producir, cuáles son sus expectativas. Para nosotros es fundamental la presencia y el diálogo con los cineastas de América Latina.
“En cuanto a las presencias internacionales, nos van a visitar figuras del cine mundial, actores tan renombrados como Matt Dillon, el actor protagónica de la última película de Lars von Trier; estará Ignacio Ramonet, que participará en el panel por los cuarenta años del Festival; estará Emir Kusturica, uno de los pocos directores que han ganado dos veces la Palma de Oro de Cannes, que va a presentar en la noche inaugural su documental El Pepe, una vida suprema, sobre el gran líder uruguayo y latinoamericano Pepe Mujica…
“Y vendrán otros más, habrá algunas sorpresas en la medida en que avanza el Festival, incluso algunos actores famosos de telenovelas brasileñas que actúan en cintas que tendremos en el programa.
“El jurado de Ficción estará presidido por el argentino Luis Puenzo, el director de filmes como La historia oficial; también estará Jorge Fons, el director mexicano del filme que ganó el Gran Premio Coral, El callejón de los milagros. Vamos a tener muchas figuras, algunas que cuando ya falta poco para que comience el Festival nos han escrito y nos dicen que quieren venir, que van a llegar…
Porque el Festival de Cine de La Habana, concluye Giroud, “es una fiesta. Sobre todo, es una fiesta muy esperada por los cineastas de América Latina en general, y es una fiesta para los que nos han acompañado durante todos estos años”.
Deje un comentario