Altos nombres de Santiago


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Dos libros y un documental me esperaron en el Santiago de Cuba de la Feria del Libro. Tres textos culturales que dialogan entre sí de manera natural y son merecedores de mucho más que este aviso.

¡Solavaya! Confesiones de un viejo actor de provincia o del interior, según una categorización al uso, con emocionado y hondo prólogo de Carlos Padrón, no es, en efecto, un libro de memorias al uso, pero sigue el hilo profundo del itinerario y las motivaciones, de vida y arte, de nuestro Raúl Pomares. Jocoso hasta la carcajada, ético hasta el hueso, el libro, de Ediciones Alarcos, 2021, explica por qué fue un actor y creador único sin nada que envidiarle al mayúsculo Brando; el modelo que persiguió al descubrirlo en Un tranvía llamado Deseo, en el cine de la calle Aguilera.

Foto: Archivo de Granma

Nacido en la tunera Omaja sin h, al contrario de la ciudad natal de Marlon, Pomares es clave en todas las fundaciones santiagueras relacionadas con las artes escénicas y esencial en el tránsito del Conjunto Dramático de Oriente al Cabildo Teatral Santiago. Al volcar el ensamble a la calle y actualizar artísticamente (que no solo rescatar) la tradición de las relaciones, clavó un horcón en la historia del teatro cubano, caribeño y latinoamericano.

En el Cabildo galvanizaron su formación, junto al maestro sin aula que fue Pomares, la santiaguera de Los Hoyos, Fátima Patterson, y Rogelio Meneses, agramontino aplatanado en Santiago, quien arribaría ahora a sus 80 años. Del autor, actor y director del Grupo Laboratorio Palenque, apreciamos su valiosa trayectoria, múltiples aportes y entrañable humanidad en Meneses. Presencia y alma del teatro santiaguero, documental de Carlos A. Fernández y Katiuska Betancourt, con Producciones Amanda y las Artes Escénicas allí.

Foto: Archivo de Granma

En el material audiovisual Fátima señala que sin su participación en la puesta de Baroko, de Meneses, no habría venido su Mafifa. Y he aquí que en su libro Repiques para diez obras se puede leer como columna vertebral del viaje de su Estudio Teatral Macubá a través de los textos base de cada espectáculo, resultantes del proceso vivo de trabajo y no de una fría escritura de gabinete. Aquí está la mencionada piedra iniciática Repique por Mafifa o La última campanera junto a Aye n’fumbi (Mundo de muertos) e Iniciación en blanco y negro para mujeres sin color; Caballas, entre otros abordajes al mundo de la religiosidad popular, la mujer santiaguera y el valor de «los de abajo». Habría sido bueno completar la información, al pie de cada obra, en este título de Ediciones Alarcos, 2022, con los datos esenciales de sus respectivos estrenos para ampliar la visión del colectivo liderado por la Premio Nacional de Teatro 2017.

Pronto llegará un nuevo Festival del Caribe. Allí se encontrarán todos, vivos y muertos, con el infaltable Joel James, en las entrañas de la Fiesta del Fuego, como la nombró Meneses, alrededor del arquetipo de la pelea por el avance humano. Antorcha en mano, zarandeados por la conga, Pomares, Meneses y Fátima recorrerán la ciudad, más vital que un trazado físico en tierra. Santiago es una tradición, una cubanía subrayada, una autoctonía simpar. Los tres, natales o no, que la interpretaron y la hicieron florecer, son cumbres como las que se divisan al otro lado de la bahía.


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