La legitimación del Sistema de Casas de Cultura en la mayoría de los escenarios comunitarios no ha sido un proceso sencillo; sedimentar una experiencia de trabajo inclusiva y democratizadora requiere no solo de vocación de servicio sino de un pensamiento y accionar creativo y renovador, articulado y responsable, que promueva la protección del Patrimonio Cultural, los Valores Identitarios y humanistas, y con ello, la cultura comunitaria como expresión de enriquecimiento espiritual.
Durante estos 43 años y en medio de dificultades materiales inmensas, el Sistema de Casas de Cultura ha dado la batalla en torno al fortalecimiento de su gestión institucional, como garantía de una interacción mayor con los intereses y necesidades de la población destinataria, tanto en la labor docente como en las actividades de la programación.
Resulta un desafío permanente la preparación y el desarrollo de capacidades de directivos y especialistas, donde no tenga cabida la improvisación y las miradas asistenciales y sectarias. Las Casas de Cultura necesariamente tienen que promover el protagonismo de sus aficionados como actores de transformación sociocultural, donde las trasmisión a las nuevas generaciones de las expresiones del Patrimonio Cultural, constituyen esencialidad de la labor cotidiana.
No estamos satisfechos pero sí felices de la historia vivida y de la contribución realizada al trabajo cultural comunitario, en particular con los Grupos y Comunidades vulnerables, a partir de la riqueza de sus Tradiciones Locales.
Felices de haber contado y contar con un movimiento de Profesores - Instructores de Arte, Promotores Culturales y Aficionados, que sencilla y altruistamente forman y transforman la personalidad de niños y jóvenes, no para crear legiones de artistas, sino para desarrollar mujeres y hombres más plenos, capaces de asumir desde cualquier profesión, los Valores de la Cubanía.
En este nuevo Aniversario, el agradecimiento infinito.
Deje un comentario